domingo, 21 de julio de 2019














“LOS CAMIONES DE OLLAS Y LAS PEQUEÑAS 

GANADERÍAS EN LOS VALLES PASIEGOS”

Cantabria siempre ha estado ligada a la ganadería, hablar de “La Montaña” o decir me voy a Santander cuando se está fuera de la región, es tanto, como venir a la mente de los interlocutores, las verdes praderas, salpicadas con esas vacas, generalmente pintas negras. Cuando entramos por El Escudo vemos esos prados tan verdes que chocan con el paisaje castellano que acabamos de dejar atrás. Ante nosotros se abre esa belleza de pequeños prados, separados con esas paredes de cantería que uno las observa y no puede comprender como no se caen, sin argamasa, colocadas estratégicamente unas sobre otras, estas paredes separan los prados y huertos y dentro de ellas, alguna cabaña y ahí estaban ellas, majestuosas, paciendo la tierna hierba verde o tumbadas rumiando. La sensación que experimentábamos al ver estas imágenes no tenía precio. ¡Estábamos en casa! Pero algo de todo esto cambió. Recuerdo, que en la mayoría de las casas de los Valles Pasiegos, San Pedro del Romeral, Vega de Pas, San Roque de Riomiera, Selaya, Villacarriedo, Saro, Llerana, Cayón, Penagos, Trasmiera… Por toda la región, en cada pueblo, en cada barrio, las casas con sus cuadras y ellas eran las reinas. Recuerdo mi barrio, prácticamente en todas las casas había una ganadería, Cayón principalmente ha subsistido con la fábrica de la Nestlé en La Penilla, donde trabajaban mayoritariamente los hombres, pues con las leyes de antes de la democracia, las mujeres casadas no podían trabajar y eran estas, quienes atendían el ganado cuando sus esposos trabajaban. En cada casa había un mínimo de cuatro vacas, de ahí para arriba, estas ganaderías por lo general estaban a nombre de las mujeres que a su vez cotizaban a la seguridad social en el Régimen de Agraria, con lo que además de un sobresueldo se aseguraban la vejez. Generalmente, con los beneficios que sus vacas les producían, arreglaban los gastos de la casa y el jornal del marido quedaba ahorrado para otros menesteres u obras mayores. Esto permitió que la zona de Cayón siempre fuese muy próspera, pues eran dos sueldos los que entraban en la casa. La leche recién ordeñada se llevaba al depósito, donde mas tarde lo recogería el camión, en ollas. Posteriormente, los depósitos fueron perdiendo su identidad y los camiones iban recogiendo la leche prácticamente en las cuadras. En los primeros tiempos existían dos fábricas de recogida de leche, primeramente, la Nestlé que comenzó a funcionar en 1905 y posteriormente la SAM que se estableció en Renedo de Piélagos en 1931 y comenzó a funcionar en 1932 y llegó a contar con tres mil proveedores y tras varios cambios de titularidad se convirtió en la SAM-RAM.  Más tarde llegaron otras fábricas como Collantes, Morais, El Buen Pastor, Clesa… Los camiones de recogida de  leche lo hacían dos veces al día, por la mañana, recién ordeñadas las vacas y por la tarde. Eran puntuales, tanto así, que muchos vecinos se regían por el horario de los camiones. Así mismo, muchos ganaderos los usaban como medio de transporte gratuito para desplazarse a otros lugares e iban en las cabinas con el camionero, pues en aquellas épocas no había coches como ahora y los autobuses no tenían tantos horarios ni pasaban por todos los pueblos. De este modo, se formaba un vínculo especial de amistad entre camioneros y ganaderos.  Terminada la ruta de recogida, estos transportistas autónomos, entregaban la leche en las fábricas, donde era analizada y seguía su proceso de fabricación. Pero la modernidad acabó también con todos estos puestos de trabajo. Con la entrada en la Comunidad Europea, las ganaderías pequeñas desaparecieron prácticamente todas, muy pocas quedan en pie y con ellas los camiones de las ollas, se perdieron muchos puestos de trabajo, fue una perdida muy traumática para muchos transportistas que se vieron obligados a dejar su trabajo. Muchas veces con el camión recién comprado y los traumas que esto causó dentro de muchas familias. A los ganaderos que quedaron en pie, se les exigió poner los tanques de refrigeración y a los camiones que quedaron, las cisternas, con lo cual, la recogida de leche ya no se hace diariamente. Y de este modo, tanto los camiones de ollas como los pequeños ganaderos, han pasado a ser oficios del pasado. Ojalá, que la modernidad no acabe con toda la ganadería de Cantabria que es nuestra seña de identidad.