domingo, 17 de octubre de 2021

 






UNA CARRETERA MUY DESEADA


     Una ley de 9 de marzo de 1883 incluyó en el Plan General de carreteras del Estado, una vía que partía del sur de Peñas Pardas. En 1904 estaría operativa su enlace entre la carretera de Burgos hasta la Vega de Pas, pasando por San Pedro del Romeral. A comienzos de la segunda década del siglo XX se finalizó la carretera que uniría Vega de Pas con el valle de Carriedo.

      La incomunicación entre las villas pasiegas y Selaya, causó gran malestar entre los vecinos del valle carredano que no cesaban de reivindicar una calzada que les uniría con los cercanos, pero aislados pueblos.

      Los políticos en época electoral acudían al lugar prometiendo una y mil veces la ejecución de la vía tan deseada, pero pasadas las elecciones se les olvidaban con facilidad las promesas.

      Los moradores de estas zonas enumeraban las muchas posibilidades y bondades que una carretera que uniese Selaya con Peñas Pardas traería consigo. Un país moderno y competitivo pasa por las buenas comunicaciones que tenga, carreteras, trenes…, esto hará que la gente se quede en sus pueblos de origen, haciendo crecer así su economía y su población. Por el contrario, creían que si esta obra no se llegase a ejecutar, los habitantes emigrarían a otros lugares donde la vida fuese más fácil, cómoda y barata.

      De qué les servía ser muy trabajadores y emprendedores, que sus ganados y tierras fuesen muy productivos, si sus artículos no pueden comercializarse en otros lugares. La buena comunicación traería consigo mayores ventas, y al mismo tiempo, el deseo de producir más, con lo que la riqueza aumentaría considerablemente.

     Su presente, por el contrario, les hacía dudar, y el miedo de emprender un negocio para más tarde verse obligados a cerrar, les paralizaba en sus ansias de progreso.

     Ellos se quejaban amargamente de sus políticos, lo que me hace pensar que el tiempo pasa, pero los políticos quedan. Han avanzado en sus formas, pero no en sus obras.

     Recientemente leía unas anotaciones en que un vecino de Selaya se quejaba diciendo, que siempre que hay elecciones a diputados a Cortes se presentan buscando el apoyo de los residentes, prometiéndoles la tan deseada carretera, pero después de lo prometido, nada de nada, y esto venía sucediendo desde hacía veinticuatro años, y se lamentaba que de seguir así, pasarían otros tantos, sin ver ejecutada dicha obra. Por el contrario, creía que antes volverían a buscar los votos de los sufridos vecinos, y lo harían con el mismo engaño, pero les advertía de que a un pueblo se le engaña, una, dos y hasta tres veces, pero después, aunque vengan con el evangelio en la mano, nadie les creerá y tendrán que irse con el cuento a otra parte.

    Parece ser que pidieron con tanta insistencia la carretera que uniría estos pueblos que los políticos la incluyeron en las obras del Plan General de carreteras del Estado.

     Los carredanos no se equivocaron en sus planificaciones, y hoy Selaya es una muestra de prosperidad, con sus empresas, comercios, ganaderías, gentes emprendedoras. La densidad de su población ha aumentado notablemente, muy lejos de aquellos malos augurios de emigración a otros lugares más cómodos y baratos. Hoy tanto Selaya, como el valle de Carriedo en general, son un lugar moderno y próspero, muy cómodo para vivir, y sin duda, en gran parte se lo deben a aquellos vecinos que con su tesón y visión de futuro, tanto lucharon y acorralaron a los políticos de turno para hacer de su pueblo uno de los más reconocidos y prósperos de Cantabria.