miércoles, 13 de marzo de 2024

 






OBITUARIO

JOSÉ RUILOBA CASASOLA

El día 9 de marzo ha fallecido un gran hombre, mi padre. Puede resultar grotesco que su propia hija se exprese en estos términos, pero así lo avalan 66 años de mi existencia junto a él.

Fue un hombre muy adelantado a los tiempos que le tocaron vivir, culto, inteligente, creía firmemente en la igualdad de la mujer y solía decir muy seguro de si mismo “ ellas son más trabajadoras que nosotros, a la vista está destacan en todo, sacan mejores notas, no se las pone nada por delante, y el secreto es que son mucho más perseverantes”, pero si algo destacaba en él, era su paciencia ¡Cuánto he envidiado siempre esa serenidad que le caracterizaba!

En cuanto a su disponibilidad, si le pedías algo, le faltaba tiempo para cumplir o ayudarte en ese problema que te atosigaba en ese momento, incluso dejando lo que tenía entre manos. Pero sin duda alguna lo que más le caracterizaba era su bondad.

Fue un hombre que nunca dejó de aprender y superarse a sí mismo, recuerdo que con 72 años aprendió a manejar el ordenador, él solo, sin ninguna ayuda, quería saber más y más y se inscribió en un curso de informática, hasta el día antes de morir con 95 años, todos los días entraba en estos medios para consultar sobre temas que en cada momento le interesaban.

Nos ha dejado un gran legado de vídeos hechos por él, tanto familiares como obras de teatro y comedias que representaba junto a sus compañeros de la Asociación Cultural de Mayores de Santa María de Cayón de la que fue presidente durante 22 años.

Ruiloba como le conocían muchos de sus amigos, además de presidente de la Asociación Cultural de Mayores de Santa María de Cayón, también fue vocal nacional, representante de Cantabria en la CONFEDERACIÓN NACIONAL DE JUBILADOS Y PENSIONISTAS DE ESPAÑA. (CONJUPES). Esta Confederación estaba encargada de velar por los intereses de los pensionistas, así como por los derechos constitucionales. Promover servicios sociales, asistenciales y socioculturales, entre otras cosas, José Ruiloba Casasola acudió en repetidas ocasiones a las Cortes de Madrid, reuniéndose con el Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales Juan Carlos Aparicio, formando parte del CONJUPES. Uno de los logros conseguidos después de muchas negociaciones fue una subida importante de las pensiones de viudedad.

Él tenía un lema: “La ilusión por vivir y la actividad, es la mejor receta para las personas mayores, y la medicina más barata”. Creo que este ha sido el secreto de su longevidad y calidad de vida.

Siempre recordó con mucho cariño los años en que trabajó con su camión recogiendo la leche en ollas (oficio ya desaparecido) para entregar en la fábrica Nestlé. Hablaba de las muchas aventuras que le pasaron con los lecheros, a quien siempre consideró sus amigos y que muchas veces se quejaban por la gran puntualidad que tenía al recoger el preciado alimento, con frecuencia alguno se dormía y esto ya le desorganizaba el recorrido y entrada en la fábrica para el descargue, y esto le incomodaba.

José Ruiloba Casasola, mi padre, fue por encima de todo un hombre bueno y el mejor padre, el que todo el mundo desea tener. La tierra ha perdido un gran hombre, pero el cielo ha ganado un ángel. Vuela alto papá, siempre estarás en mi corazón.

Gilda Ruiloba.

 


miércoles, 1 de noviembre de 2023

 

 

 

 


 

 

PÉRDIDAS

Hoy es el día de los difuntos

Tristezas mezcladas con nostalgias

Recuerdos que arrasan nuestros ojos

Lágrimas que reclaman nuestras pérdidas

Sin comprender muy bien las ausencias.

¿Acaso no debemos partir todos?

Estos pensamientos no consuelan

Solo sabemos de pérdidas,

De desconsuelos, de vacíos,

De ausencias, de desgarros.

La Fe es el arma a la que nos aferramos,

Pero duelen tanto las ausencias

Que algunas veces nos revelamos,

Nos sentimos traicionados

No podemos, no queremos resignarnos.

 

Gilda Ruiloba.

 

 

 

 

 

viernes, 21 de julio de 2023


La afectuosa y artista gobernanta del balneario de Liérganes




Obituario | Eva Mantecón - Gobernanta del Gran Hotel Balneario de Liérganes

 GILDA RUILOBA Y MIGUEL MIRONES

Domingo, 12 de marzo 2023, 01:0

El fallecimiento de Eva Mantecón ha llenado de tristeza tanto a su familia como a quienes trabajaron con ella, la trataron o fueron sus amigos. Entre ellos figuran Gilda Ruiloba y Miguel Mirones, quienes se han querido unir en un breve homenaje a la amiga desaparecida.

Miguel Mirones recuerda que Eva ha sido la gobernanta del Gran Hotel Balneario de Liérganes desde su primera rehabilitación a principios de los años noventa. «Eva y yo llevamos trabajando juntos desde que monté mi primer negocio en 1987, El Palacete, y me ha acompañado en todas y cada una de mis aperturas empresariales en Cantabria y en los sucesivos balnearios que se han ido incorporando a Relais Termal». Relata Mirones que en su memoria «quedarán para siempre mis largas conversaciones con ella, en las que siempre desde la lealtad, me trasladaba lo que pensaba de cada una de las situaciones personales y laborales que hemos compartido tantos años». A partir de esas charlas, nació una amistad «forjada en esas cosas no escritas en ningún sitio pero que se resumen en el compromiso, la lealtad, la responsabilidad, el esfuerzo solidario y el mutuo respeto y hemos buscado soluciones a cuantos problemas la vida nos ha ido poniendo delante».

«Querida Eva, no dejaré de verte cada vez que pise nuestro parque del Balneario de Liérganes, ni de oír tu voz recordando nuestra charlas, ni tu risa cuando recordábamos tantas anécdotas que hemos compartido», concluye Mirones.

Entre quienes evocan el carácter afable de Eva están muchos de los empleados del Balneario de Liérganes, ya que no sólo fue su jefa, sino que «fue la persona que les comprendió y organizó el trabajo siempre con mucho respeto y afecto» hacia sus subordinados, lo que hace que estos días lamenten su pérdida, recuerda Gilda Ruiloba. Amiga de la infancia en Sarón, su localidad natal, Gilda recuerda que Eva fue quien le dijo: «Tú puedes hacerlo», animándola así a publicar sus escritos en su primer libro, 'La casona de Herrán', un volumen que vio la luz gracias al empuje de Eva.

Su amiga recuerda de Eva su habilidad con el dibujo, tanto que colaboró con sus trabajos en varios volúmenes del libro coral de la Sociedad Cántabra de Escritores. Cuenta Gilda que «Eva era una mujer de carácter, generosa, muy fiel a sus convicciones y amiga de sus amigos, a quienes trataba como si fuera una hermana». También era una vecina popular. «Siempre estaba dispuesta a ayudar», destaca Ruiloba. «Es una persona que supo vivir su vida con intensidad porque amaba la vida y la vivió siempre libre», resume.

 


jueves, 20 de julio de 2023

 


RAMÓN CONEJERO GARCÍA-QUIJADA(EN EL CENTRO)

Hombre de ciencia, amante de letras

Era un enamorado confeso de Cantabria, de su paisaje, folclore, historia y mitología

 

Ramón Conejero en el centro.

Nació en Albacete. Doctor en Medicina, ejerció su actividad profesional como médico intensivista en el Hospital alicantino de Sant Joan. Fue miembro de la Sociedad Cántabra de Escritores y experto Haijín, un tipo de verso de la cultura japonesa. Enamorado confeso de Cantabria, de su paisaje, folclore, historia, mitología, y todo esto le llevó a adquirir una casa en Vega de Villafufre viviendo a caballo entre Alicante y el citado pueblo carredano.

Entre sus pasiones se encontraba escribir, y varios fueron los libros que publicó, entre ellos 'Las Estelas Cántabras y el mundo invisible', pero si en algo destacaba era en sus haikus, demostrando su gran valía con ese punto de ironía que le caracterizaba.

Ramón fue el cerebro para llevar a cabo uno de sus sueños, compartir con escritores del valle de Cayón, Carriedo y Vega de Pas, así como varios miembros de la Sociedad Cántabra de Escritores un proyecto común. Él adoraba Cantabria y muy especialmente el valle de Carriedo, y ahí es donde lo conocí, y me propuso participar en esta idea a la que bautizamos como 'Sinfonía Pasiega y otras Yerbas' y denominamos 'potaje literario' por su diversidad de temas.

Él propuso que la base de todos los relatos estuviese desarrollada en los valles pasiegos. 19 escritores pusimos nuestra pluma para dar forma a este proyecto y fue la Editorial Tantín quien se encargó de poner el resto. El resultado fue un precioso libro que ha tenido mucho éxito, en el que un puñado de autores entregamos nuestros sueños y fantasías para cumplir ese deseo de nuestro querido amigo.

Muchos fueron los agradables momentos compartidos con él y su esposa Encarni, pero algunas veces la cruel realidad nos hace despertar de tan agradables instantes, y el mazo de una larga enfermedad nos vuelve incrédulos, nos hace vulnerables cuando perdemos al amigo y compañero de sueños en este mundo de la creación literaria. La Sociedad Cántabra de Escritores ha perdido a uno de los suyos y nos sentimos tristes, pero al mismo tiempo alegres, porque su nombre perdurará en el tiempo a través de su obra y de este modo el tiempo pasará, pero el recuerdo perdurará.

Gilda Ruiloba es secretaria de la Junta Directiva de la Sociedad Cántabra de Escritores.

jueves, 13 de julio de 2023

 




Gran obra de carpintería en el Valle de Carriedo (Convento de La Canal)


 HISTORIA DEL CATASTRO DEL MARQUÉS DE LA ENSENADA

       Recientemente leyendo los padrones en el Catastro del Marqués de la Ensenada recopilados por el investigador nacido en Guarnizo en el año 1891 D. Tomás Maza Solano, me sorprendía a mí misma pensando: “Como han cambiado los oficios con el paso de los años. El 10 de octubre de 1749 Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués de Ensenada y ministro de Hacienda desde 1743, consiguió un Real Decreto para poner en marcha uno de sus más deseados proyectos, el conocido como Catastro del Marqués de la Ensenada. Con motivo de modernizar y hacer más eficaz el cobro de impuestos se hace un catastro muy ambicioso y trabajoso para todo el reino de Castilla. A través de él se conocerá la economía real de los diferentes lugares y serán los propios vecinos quienes detallen en una declaración sus propiedades, casas, fincas, animales y rentas, así como sus oficios y otros ingresos que pudieran tener. El Catastro de la Ensenada constaba de un cuestionario de 40 preguntas que debían ser contestadas por los vecinos. Este trabajo hoy en día es la base de la investigación de como era y funcionaban nuestra tierra y nuestros ancestros en el pasado, para muchos historiadores y amantes de nuestra historia. Aquí podemos obtener mucha información ya que a la vez que se hizo el catastro se confeccionaron otros documentos de gran interés como, nobleza, hidalguía, profesiones y oficios y otros datos. Así podemos encontrar que figuran en dicho catastro la Jurisdicción de los Montes de Pas bajo el nombre de “Partido de Castilla la Vieja, en Laredo”, se lee en el tomo correspondiente a la “Villa de San Roque de Rumiera”.

     En diciembre de 1750 se imprimió el Real Decreto que posteriormente se remitió a todos los pueblos para que cada vecino, viuda, habitante o morador, pusiera en poder de la justicia del lugar un Memorial arreglado al interrogatorio que se puso en letras de molde. La menor ocultación que se hiciese en ese Memorial se penaba con 200 ducados, la mitad para la Real Hacienda y la otra mitad para el denunciante, además de proceder contra el ocultador con mayor castigo conforme a las leyes.

     Actualmente se guardan 1047 volúmenes del Catastro del Marqués de la Ensenada sobre Cantabria. En el incendio de Santander de 1941 se quemaron en el Archivo de la Delegación de Hacienda 156 volúmenes del Catastro de la Ensenada correspondientes a varios pueblos de la provincia.

     Cada valle tiene su peculiaridad en los oficios de sus habitantes, así en el valle de Carriedo eran numerosos los labradores y varios vecinos los que estaban ausentes en Andalucía, Indias, y Madrid. Había cantero, cerrajero, tornero, administrador de tabaco, el Correo de a caballo de S.M., de quien hemos hablado recientemente, el labrador y boticario a la vez, o la beata de velo blanco y el pobre de solemnidad que pertenecía al estado noble, podemos observar que al lado de algunos nombres está escrita la palabra “pasiego” para diferenciarlos del resto de los vecinos.

     En el valle de Cayón también podemos encontrar un gran número de labradores y canteros, carpinteros y labradores, conjuntamente o como diríamos hoy: “mixtos”, tampoco podía faltar el notario y labrador, el sangrador y barbero, el sastre y labrador, el herrero y labrador, el abogado, el escribano, el tratante en vinos, el médico asalariado, el tendero, el maestro de niños, el zapatero y el estudiante. Llama la atención que tanto en el valle de Carriedo como en el de Cayón, en el censo aparecen como nobles e hidalgos, con los privilegios que esto conllevaba, pues entre otras muchas cosas, estaban exentos de pagar ciertos impuestos. Igualmente, los que estaban ausentes en Indias, Andalucía o Madrid, los inscribía la familia, pues el que no constaba en el Padrón como noble o hidalgo lo que garantizaba la “limpieza de sangre”, después tenían que pleitear en la Real Chancillería de Valladolid.

    

 

Coro donde oraban las religiosas en el Convento de La Canal, magestuosa obra de carpintería.

sábado, 7 de enero de 2023





LOS HOJALATEROS

     El latero u hojalatero es un oficio ya desaparecido, pero eran muy habituales en nuestros valles, concretamente en Sarón existía al principio de sus andaduras como barrio de La Abadilla, un comercio dedicado a estos menesteres.

     Antiguamente por nuestros pueblos era habitual ver a los hojalateros cargados con sus herramientas y su latón con carbón hirviendo para fundir las barras de plomo o estaño y con su tono especial llamaban la atención de los vecinos para la reparación de palancanas, tarteras, sartenes, macetas… y que al grito de “El hojalatero, se arreglan palancanas, ollas, cazos y todo tipo de hojalata.

     Sin duda alguna a quien más llamaba la atención este pregonero tan especial era a los niños que con curiosidad observaban anonadados al artesano de la hojalata como avivaba el fuego en su latón, sentado ante la curiosidad de tan extraordinario público, ávido de conocer todos los pormenores de dicho oficio.

     El hojalatero con toda la paciencia del mundo comenzaba a reparar los encargos de los vecinos que en aquellos tiempos eran muchos, pues la precariedad económica hacía arreglar todos los utensilios que se hubiesen dañado. Muchos de ellos eran heredados de sus padres e incluso abuelos o bisabuelos, pues en aquellas épocas todo se reutilizaba.

     Los tiempos han cambiado mucho, hoy en día se reemplazan con frecuencia por otros útiles más modernos o bonitos. En los comercios encontramos todo tipo de instrumentos y ya no reciclamos nada, todo ha de ser moderno y práctico.

     El hojalatero sentado bajo la atenta mirada de los niños que observaban alucinados, o de los propietarios de tan estimados enseres, comenzaba por fundir el estaño para remendar los agujeros de las ollas y otros enseres de latón. Entre los objetos fabricados por ellos se encontraban los candiles de aceite y petróleo, faroles para los coches antiguos, orinales, yelmos y espadas,  cántaros, se arreglaban barreños y otros muchos artículos.

     Recientemente hablaba con el hijo de Severino, uno de estos artesanos hojalateros y con gran cariño me dijo: - Mira Gilda, mi padre siempre me decía “ yo con este oficio no me he hecho rico, hemos vivido humildemente, pero nunca os ha faltado nada, he tenido la mayor riqueza que el ser humano puede tener, la libertad, he sido libre, libre como un pajarillo, no he tenido a nadie que me  diese órdenes, que me dijese que y como hacer las cosas, y eso no tiene precio, es la mayor riqueza que el ser humano puede tener”.

     Este oficio por lo general se aprendía de generación en generación, de padres a hijos y muchos ya a los doce años eran auténticos maestros en la materia, ya podían comenzar a ganarse la vida con la hojalatería.

     Las mujeres sacaban sus utensilios para ser arreglados, pero antes comenzaban el regateo “¿Cuánto me vas a cobrar? Porque si vale más que comprar uno nuevo, no me merece la pena arreglarlo. El artesano le pedía cinco pesetas, ella que si tres y así llegaban a un acuerdo económico que se quedaba en la mitad como decían al sellar el trato, ni para ti ni para mí, dame cuatro, aunque pierdo dinero. Y se hacía el arreglo.

     Tapaban los agujeros de los pucheros con estaño, primeramente, le daban un poquito de ácido y después ponían el estaño con el calor. El arreglo duraba toda la vida si se conservaba en condiciones adecuadas.

     También arreglaban tiestos o macetas poniendo un trozo de alambre metálico para que no se abriese la grieta.

 

viernes, 30 de diciembre de 2022

 




NUESTROS ANTEPASADOS MÁS BLASFEMOS

     Recientemente hablaba de la blasfemia en nuestros valles de Carriedo, Cayón, así como en Trasmiera y Penagos. Hoy he querido continuar con esta historia, pues creo que es muy interesante, muchos lectores se han puesto en contacto conmigo para decirme que es una pena que no fuese más largo, y ha creado mucho interés.

     Como comentaba en mi anterior escrito, había en estos valles carteles por los bares, así como en diferentes lugares públicos, prohibiendo expresamente la blasfemia. He podido recopilar diferentes anuncios con textos que no tenían desperdicio, y quiero transcribirlos aquí para su conocimiento, así podemos comprender mejor la época que les tocó vivir a nuestros antepasados. La blasfemia en España fue delito desde la Edad Media hasta finales del siglo XX ya que era considerada como delito contra Dios. 

      Uno de estos carteles decía textualmente: “Por orden de la alcaldía se prohíbe blasfemar bajo multa de 125 pesetas”. En otro, avisaba de lo siguiente: “Prohibida la blasfemia, la palabra soez, y el comportamiento disoluto en este honorable y pio lugar”. Igualmente encontramos otro que así se expresa:” Alabado sea el Santo nombre de Dios. Esta casa es cristiana, en ella no se permite blasfemar. El que blasfeme y trabaja en los días festivos tendrá la maldición del cielo. Desgraciado el hombre que blasfeme y que profane las fiestas, el Señor hará sentir el peso de su justicia sobre él y sobre su casa”. Otro reza con más sencillez: “Se prohíbe blasfemar”. Transcribiendo estos carteles viene a mi memoria las recomendaciones de mi profesora en mi infancia, siendo yo muy pequeñita, en clase nos recomendaban que si oíamos a alguien blasfemar automáticamente dijésemos “Perdónale Señor, porque no sabe lo que hace”. Es curioso este recuerdo que ha venido a mi mente con este escrito. Hoy viendo estos carteles que empapelaban las paredes de nuestros valles carredano y cayonés, tal parece que se trata de una película, pero ciertamente ocurrió en la realidad y en tiempos no tan lejanos. Sin duda han cambiado mucho las cosas.

         Los domingos y festivos tampoco se podía trabajar, algo muy complicado en los pueblos donde había que atender a las vacas y demás animales. Recuerdo una anécdota que viví en primera persona, pues le sucedió a un amigo de mi familia, era un domingo de verano, en el mes de julio, nuestro amigo había ido a por un carro de verde a una de sus fincas para dar de comer a las vacas. Al regresar a su casa lo adelantó el cura del pueblo que iba a decir misa, justo detrás ibamos nosotros a la Iglesia, al saludarle nos dijo: "Voy a arreglarme rápido yo también para llegar a tiempo". Cual no sería mi sorpresa que en la homilía el cura dijo: "Hoy es el día del Señor, tenemos la obligación de venir a escuchar misa para darle gracias por todo lo bueno que nos da, pero hay personas que parecen ignorarlo y se van a buscar verde aunque sea domingo y la hora de misa, ahora mismo me acabo de encontrar con un vecino con el carro cargado, como si no hubiese otro momento, y os voy a decir quien es, Muley. En ese momento una voz se escuchó desde el fondo, donde se sentaban los hombres, y dijo: " D. Estanislao que Muley está aquí" El sacerdote anonadado  le contestó: "Perdona hombre, como te acabo de ver con el carro de verde, pensé que no habías venido". Al salir le dijo a mi padre: "Que te dije, que me iba a dar prisa para venir, que a éste ya le conozco yo, y mira, no me equivoqué". Así eran las cosas no hace demasiados años.

     En el siglo XVII los soldados eran uno de los colectivos que peor fama de blasfemos tenían. Se decía de ellos que eran mercenarios y gente de baja estofa social y muy poca cultura, que no tenían ningún tipo de prejuicios ni escrúpulos, lo que les hacía venderse al mejor postor a costa de traiciones con el único objetivo de progresar. Muchos eran los calificativos, no precisamente amables, con los que se describía a los militares españoles en aquellos tiempos, no ahorraban descalificaciones tales como: Mezquinos, banda de libertinos, lujuriosos, ladrones y muy por encima de todo, blasfemos. Para controlar a estos soldados pecadores en el tratado de la Armada de 1748 endurecen las leyes e imponen al soldado blasfemo la pena de serle atravesada la lengua con un hierro candente, muy cruel castigo.

     Otro gremio considerado como muy blasfemo eran los taberneros, carreteros y arrieros, a todos ellos se les consideraba “blasfemadores contumaces”. A las tabernas se las tenía como lugares perversos “verdaderos templos del diablo”. Los carreteros y arrieros al tratar con los animales se les consideraba de un comportamiento salvaje, que al mismo tiempo que golpeaban a las bestias, blasfemaban sin ningún tipo de consideración a Dios. Muy frecuente era el dicho de “Hablas como un carretero”.

     Otro gremio muy desacreditado y acusado de ser grandes blasfemos era el de los marinos, la gente del mar, estos trabajadores no lo tenían fácil, sus trabajos eran muy duros y trataban de superarlos con la ingesta de alcohol, compartían la bebida y esto hacía que perdiesen el control de sus palabras y la blasfemia reinase entre la tripulación.

   También se consideraban como grandes blasfemos a los colectivos más marginales, los pobres de solemnidad, los bandoleros, gitanos, prostitutas y vagabundos. 

         Mi amiga Ángeles Capellán Güemes recientemente me comentaba que la blasfemia es una manifestación transgresora verbal intrínseca a la religión cristiana, se protestaba ante las injusticias de la vida, ante padecimientos humanos, un acaloramiento emocional. La blasfemia conducía al ateísmo, era un pecado de infidelidad a Dios y por eso era condenado por la Iglesia.

               En el siglo XVII había varios castigos morales por haber blasfemado, al blasfemo se le denunciaba por renegar de Dios de manera pública y se le aplicaba por castigo: 1) besar el suelo en el lugar donde antes había pronunciado la injuria divina a instancia de los testigos, y si no se le obligaba a la fuerza. 2) o bien pagar una multa de 30 ducados, oír misa todos los domingos y fiestas de precepto con la obligación de confesar y comulgar en las tres Pascuas del año.