martes, 4 de agosto de 2020



















  “EL HASTÍO DE LOS ESPAÑOLES”

     Día a día se agrava la crisis de la COVID-19, cada vez son más los nuevos contagiados. Los ciudadanos hartos del encierro de la cuarentena y con el verano que no ayuda a la reclusión, en una cultura como es la española de reuniones con los amigos alrededor de una taza de café o compartiendo unas cervezas mientras se intercambian risas y novedades, se sienten impotentes. Todo esto ha sido un golpe para los más jóvenes, que incrédulos por la falta de imágenes de la gravedad de la pandemia, se lo toman a broma y creen que no va con ellos, que solo es cosa de los viejos, se sienten a salvo en esa especie de burbuja que les produce la fantasía de la ignorancia. Con frecuencia se reúnen en torno al botellón, no guardan distancias ni utilizan las mascarillas. El coronavirus se frota las manos ante unas victimas seguras, que le harán introducirse en el seno de sus familias mas resguardadas a sus ansiados propósitos de destrucción y muerte.
     Mucho se habla del origen de esta pandemia, las autoridades nos dicen que viene de los murciélagos, pero hay científicos que aseguran que ha sido creado en un laboratorio, lo cierto es que nunca se sabrá a ciencia cierta. 
     La OMS nos dice que tendremos que aprender a vivir con el coronavirus porque no se va a ir nunca, y con esta realidad conviven desde hace varios meses los españoles.
     Hartos y hastiados de la situación en el país contemplan además de los nuevos brotes, otros brotes que nada tienen que ver con la enfermedad, pero que son igual de peligrosos para el bienestar social. En una España golpeada por los frecuentes escándalos de quienes debieran brindarla, los ciudadanos se sienten humillados, engañados y robados ya no en sus arcas, que también, en la confianza tantas veces ultrajada por esos políticos sin escrúpulos que ningunean la buena fe de un pueblo que le queda muy grande a sus gobernantes.
     Este país mil veces se ha levantado de la adversidad, con frecuencia lo han robado y humillado, pese a ello, ha seguido luchando, trabajando, para conseguir las comodidades y el bienestar que ahora disfrutamos. Durante generaciones ha sido así, por ello, cada vez que quienes están en el poder nos defraudan, un dolor muy grande mezclado con el cabreo y la impotencia invade a una sociedad que cada vez está más cansada de curar las heridas que le producen aquellos que debieran estar para protegerles.
                            Gilda Ruiloba.