domingo, 9 de junio de 2019














PUENTE DE DON DIEGO EN LA ABADILLA DE CAYÓN EN LOS VALLES PASIEGOS.
       Este puente lo mandó construir D. Diego de Villa en 1889 sobre el río Suscuaja para unir el pueblo de La Abadilla con su barrio de La Paúl y así poder acceder a los terrenos comunales que se encontraban al otro lado del río. Es un puente muy bonito y de un entrañable valor sentimental para los vecinos de este pueblo. Sus dos ojos son de sillería y los muros construidos en mampostería de piedra como mandaba la tradición en aquella época, hechos a mano por unos buenos canteros.
       La modernidad hizo que este puente se quedase obsoleto y hace aproximadamente treinta y cuatro años se produjo la ejecución de la concentración parcelaria y un nuevo puente, más moderno y amplio se construyó, sustituyendo al primitivo. Este nuevo puente es diariamente transitado por coches, tractores e incluso camiones, pero su estructura, nada tiene que ver con el precioso puente de D. Diego.
       El antiguo puente era cruzado por carretas de ejes de madera y varales de varas de avellano, bien enjabonados sus ejes para que “cantaran” fuerte y alto, tiradas por parejas de bueyes. Más tarde los burros o asnos tuvieron gran protagonismo, estos portaban en sus lomos los sacos de pienso para el resto del ganado, el verde o la yerba seca, un par de ollas de leche que llevaban al depósito y más tarde recogería el camión para transportarlas a la fábrica. Las mulas también tuvieron su importancia en la economía de aquellos tiempos, estas ya eran señal de mayor prosperidad y a medida que los tiempos fueron avanzando y con ellos el mayor poder adquisitivo, dentro de la precariedad de aquellos años, fueron los caballos quienes tomaron el testigo de los anteriores équidos. Las carretas de ruedas de madera dieron paso a los carros de ruedas de goma y así el puente de D. Diego ha sido testigo a través de los años de los cambios de los diferentes carruajes.
       Pero si el viejo puente fue testigo de estos cambios, también lo fue de las muchas conversaciones de las mujeres que allí iban a lavar la ropa. Las jóvenes que intercambiaban sus vivencias, fantasías y noviazgos con sus vecinas y que muchas veces eran piropeadas y cortejadas por los jóvenes del lugar que desde el puente las observaban y ellas se las ingeniaban para que les llevasen las ropas mojadas hasta sus casas, pues la distancia no era corta y la carga muy pesada. El viejo puente era lugar de reunión entre las vecinas, los campesinos que iban a hacer sus tareas al campo y hacían un alto en él, para fumarse un cigarrillo y charlar un rato. Luego estaban los vecinos que llevaban sus vacas a beber al río todos los días, y el problema surgía cuando se juntaban las ganaderías de dos o más cuadras. ¡Que follón de vacas! Los nervios de los vecinos afloraban por miedo a confundirlas, ¿y si se llevaban las que no eran de ellos? Nerviosos las arreaban y las vacas corrían amontonándose unas con otras. Eran momentos un tanto angustiosos para los ganaderos hasta que conseguían sacarlas del mogollón, pero las vacas sabían perfectamente quien era su dueño y que camino debían de tomar. Muchas veces los chiquillos del barrio acompañaban a sus vecinos a llevar las vacas a beber al río y cuando estos tumultos de vacas se producían unas veces corrían ayudando al vecino y otras por el contrario los observaban con una mezcla de incógnita y de risas entre ellos, bromeaban y apostaban cuanto tiempo los llevaría recuperar a cada uno sus respectivas vacas.
       Y así este viejo puente de D. Diego, fue testigo del paso de los años en la vida de sus vecinos, hasta que la modernidad llegó y lo convirtió para disgusto de todos, en una ruina, cubierto de zarzas y maleza, hasta el punto de no divisarse. Afortunadamente una vecina del pueblo, del barrio de Sarón, e hija de un vecino del barrio El Cajigal, que, sin duda alguna, habrá oído hablar mucho a su padre de este puente, puesto que ha formado parte de nuestras vidas, fue al puente, observó sus condiciones y como alcaldesa pedánea del pueblo se movilizó y ha conseguido limpiarlo y que el viejo puente vuelva a lucir sus preciosos ojos de piedra de sillería. Muchas gracias Yoli por hacer posible que nuestro viejo puente vuelva a formar parte de nuestras vidas.