domingo, 10 de abril de 2022

 










JOSÉ ABASCAL Y CARREDANO

     Muchos han sido los personajes descendientes de nuestra tierra que han brillado con luz propia, dejándola con su ejemplo de vida en lo más alto. Este es el caso de nuestro personaje de hoy. El trasmerano José Abascal y Carredano que triunfó en las grandes esferas empresariales, políticas y sobre todo por su gran humanidad y honradez. Un personaje por el que sentir gran admiración y respeto.

     José Abascal nació en Pontones (Cantabria) el 1 de septiembre de 1829. Fue hijo de D. José Abascal del Peral y de Dña. Felipa Carredano y del solar, ambos cántabros o como se decía en aquella época, montañeses. Se trasladaron a Madrid y su padre le legó a su muerte, como no podía ser de otra manera,  una importante empresa propietaria de talleres de cantería. Tal era el prestigio de esta compañía que fue la encargada de la construcción del actual edificio del Congreso de los Diputados.

      José Abascal y Carredano cursó estudios de Humanidades y Filosofía, más tarde se licenció en el Real Colegio de San Carlos en Medicina y Cirugía, aunque nunca ejerció esta profesión, pues al fallecer su padre tuvo que hacerse cargo de la empresa familiar, dedicándose fundamentalmente a las obras públicas más importantes, especialmente en Madrid. Fue un gran empresario que no se encasilló únicamente en el negocio familiar, exploró otros caminos con gran éxito, entre ellos creó un negocio muy próspero de envío de productos agrícolas e industriales desde Alicante a Madrid.

     En 1853 contrajo matrimonio con la rica heredera Dña. Isidora Rodríguez, hija del primer empresario industrial de fontanería de la Villa y Corte que se encargó de la construcción del Canal de Isabel II. Con la cuantiosa dote de su esposa, junto a sus más que prósperos negocios le convirtieron en un hombre muy rico, pero no tuvo descendencia y dotó a su muerte toda la fortuna a sus sobrinos quienes recibieron y gestionaron su legado.

    Fue un hombre muy comprometido con la política, desde niño militó en el Partido Liberal Progresista del que fue un gran mecenas y gozó de una estrecha amistad con sus dirigentes, Sagasta, Olózaga y Calvo Asensio, entre otros. En 1868 adquirió la mitad de la propiedad del periódico La Iberia órgano del partido Liberal Progresista dirigido por su amigo Sagasta, desde donde realizaron una gran campaña de desgaste y oposición contra el Gobierno conservador.

     Fue alcalde de Madrid, previamente se le nombró por dos veces Teniente de alcalde y organizó y costeó de su bolsillo el vestuario y armamento de un batallón del que era comandante en jefe. Elegido diputado a Cortes en 1869, miembro de su diputación permanente y representó sucesivamente a los distritos de Alcalá de Henares y Villajoyosa. Senador del Reino por la provincia de Alicante, siendo además secretario de la Alta Cámara entre otros muchos altos cargos. Siempre fue leal a Sagasta. Sin duda alguna ha sido uno de los mejores alcaldes de Madrid, reconocido así por los suyos y por la oposición. Entre las muchas cosas que hizo; saneó a fondo las cuentas municipales. Autorizó los proyectos de construcción de las Escuelas Aguirre y de la catedral de la Almudena, compró la biblioteca del duque de Osuna (treinta y siete mil volúmenes) que contaba con manuscritos originales de Lope de Vega y de Calderón de la Barca, entre otras joyas, ayudando al mismo tiempo al arruinado duque. Creó un centro de enseñanza para la mujer, donde las alumnas recibían cursos de Gramática, Caligrafía, Geografía, Historia, Geometría, Aritmética y otras materias, todo un logro para aquellos años. Mejoró las vías públicas, sustituyendo el borrillo por el adoquinado; iluminó con farolas de gas la Puerta del Sol, y conmemoró brillantemente el segundo centenario del dramaturgo barroco Calderón de la Barca. Igualmente resolvió con gran delicadeza la crisis obrera, repobló el arbolado del parque del Retiro, mejoró el alcantarillado y dos colectores de aguas, y las instalaciones del Cementerio del Este. Aprobó la construcción del Banco de España y la prolongación de la calle Mayor, mejoró el control de calidad de los suministros y alimentos, y promovió la instalación de un tranvía de circunvalación. En tiempos de crisis renunció a diez mil pesetas de las veinticinco mil que estaban señaladas en el presupuesto municipal para gastos de representación.

     Presentó su dimisión por motivos de salud siendo admitida por la reina regente M.ª Cristina. Murió debido a un cáncer en 1890.

     Numerosas son las condecoraciones que obtuvo; Senador vitalicio del Reino y poseía la Gran Cruz de las órdenes de Carlos III e Isabel la Católica, Cruz de primera clase de la Orden Civil de Beneficencia, Gran Oficial de la Legión de Honor Francesa y Gran Cruz de la Orden del Nicha, Iftijar de Túnez.