domingo, 20 de septiembre de 2020













TRAJES TÍPICOS MONTAÑESES

     Cantabria es una región rica en estos trajes, pues son varios y diferentes los modelos y colores, según la zona, el clima y los trabajos que se desarrollan. Por lo general datan del siglo XIX. Aún recuerdo la primera vez que vi una exposición de los distintos trajes regionales. Estaba formada por parejas de cada zona. Allí se encontraban representadas todas las comarcas; Pasiega, Lebaniega, Campurriana, Trasmerana, Cabuérniga, Tresvisana, Tudanca y Pescadora y Pescador de gala. Todos eran a cuál más llamativos e interesantes, pero sin duda alguna los más exagerados y adornados eran los de los pasiegos. Siempre se ha dicho que les gusta hacer gala de sus posesiones y que mejor manera de demostrar su riqueza que engalanándose con grandes collares, joyas e incluso monedas.
     Las pasiegas en su gran mayoría se dedicaban al oficio de amas de cría y llevaron estos trajes para su crianza, eran de gran vistosidad y ellas los lucían con gran porte y elegancia y así se convirtió en el uniforme de ama de cría. Las familias en donde criaban llegaron a competir por la riqueza y el lujo de los trajes de sus nodrizas. Todas querían que las suyas fuesen las mejores. Que luciesen las telas más exclusivas, las cadenas, collares, corales y “arracadas” (pendientes para las orejas que cuentan con un adorno colgante) más singulares.
     Fruto de esta competición entre las familias pudientes donde las pasiegas estaban a su servicio vino la adulteración de sus trajes, ya que comenzaron a añadirles puntillas y otros adornos derivados del oficio de amas de cría y así tuvieron que amoldarse a los gustos de la burguesía del momento ya que eran quienes las contrataban y pagaban.
     El escritor francés Teófilo Gautier describió muy bien el traje de las pasiegas que paseaban con las criaturas por el Paseo del Prado de Madrid. “Llevan una falda de paño rojo fruncida con gruesos pliegues y ribeteado con una ancha trencilla, un corpiño de terciopelo negro también ribeteado en oro, y tocado de madrás abigarrado de colores brillantes, todo ello acompañado de alhajas de plata y otros aderezos salvajes”.
     Los collares de corales eran muy apreciados por las pasiegas y servían según sus creencias como amuleto para el mal de ojo.
     Los trajes tenían algún detalle que les diferenciaba, entre las tres villas pasiegas, Vega de Pas, San Pedro del Romeral o San Roque de Riomiera. El complemento más tradicional es el cuévano niñero.
     Aún recuerdo la primera vez que vi a una pasiega vestida de una manera tan original y llamativa, fue en la pradera de Valvanuz en Selaya, un 15 de agosto, siendo yo muy pequeñita. Todo el conjunto llamó mi atención, sin duda el modo de lucirlo con orgullo y gracia de aquella pasiega amiga de mi familia, pero hubo algo que hizo que me fijase con atención y eran los exagerados adornos y joyas que llevaba. La camisa fruncida en el cuello se sujetaba por delante con dos moneditas de plata al igual que la botonadura de la chaqueta, también con monedas de plata, numerosos collares, unos de coral, otros de cuentas de colores, un rosario con su crucifijo y cadenas con medallas. En las orejas llevaba “arracadas” hechas con realines de plata como los botones. Los dedos de sus manos estaban adornados con hermosas sortijas.
    



domingo, 6 de septiembre de 2020















FERIAS DE AÑO EN SARO Y LA ABADILLA DE CAYÓN

     La feria de Las Candelas en Saro era muy concurrida, se dice que su especialidad fueron los toros. La mayoría bajaban desde Carcaval, Merilla y San Roque de Riomiera. Eran conducidos por los pasiegos con la precaución que estas bestias requerían pues tal parecían toros bravos de lidia.
     Nos cuenta EL DIARIO MONTAÑÉS en su publicación del 8 de marzo de 1917 que media docena de pasiegos daban la guardia de honor con sus palancos o velas y al encontrarse gente en el camino gritaba el dueño del animal: “¡Quitaos day, quil jato está vistoso” ya que el animal estaba receloso por venir de sitio solitario de lugar “solido” como explicaban los dueños de los sementales!
     Los becerros eran holandeses y suizos, grandes moles de carne de bonita pintura y estampa, pero carecen para la engarra, agilidad de pies, potencia de testuz y sangre fina de pasiegos y tudancos. No obstante, eran numerosas las peleas entre los toros y muchos los curiosos que las presenciaban.
     José María Ortiz nos cuenta en su artículo que estos toros eran hijos de aquellas buenas mozas que valían mil pesetas para arriba y que bebían muchos litros de suero que producen sus aparatosas madres, pero que los del país toman poca leche, eso sí, ¡pero manteca líquida, nata pura!
     La feria de Las Candelas con el tiempo fue viniendo a menos hasta desaparecer por completo. En sus primeras andaduras se contaba por semanas, luego por días y después desapareció.
   Otras ferias de año de gran importancia en la comarca del Pisueña fueron las de La Abadilla de Cayón. Tenemos conocimiento de un decreto del año 1853 que dice: “El Ayuntamiento de Santa María de Cayón de acuerdo con el Sr. Gobernador, ha acordado establecer un mercado y dos ferias, verificándose aquel el sábado de cada semana y estas los días 17 y 18 de enero y la segunda el 19 y 20 de marzo de cada año, teniendo uno y otro lugar en el pueblo de La Abadilla y sitio de San Antonio. Dado en 14 de diciembre de 1853. El alcalde Manuel de la Rosa. (B.O. nº21 año de 1853)”. Estas ferias y mercados se realizaban alrededor de la ermita de San Antonio Abad.
     En 1905 se trasladan dichos mercados y ferias al barrio de Sarón siendo alcalde D. Gregorio Ruiz, vecino de La Abadilla. Se harán estos mercados de ganados en lo sucesivo con carácter mensual en el Cagigal del Campo de la Sierra. Celebrándose por primera vez el 11 de abril de 1905.
     Durante los años que se celebró en San Antonio fue una fiesta muy entrañable para los vecinos, en particular la de San Antón, pues al ser el patrón de los animales se oficiaba una misa en la que estos eran bendecidos, acudían todo tipo de animales domésticos, perros, gatos, gallinas, conejos, asnos, cerdos… 
     Mientras tenía lugar la bendición de los animales y posteriormente la misa mayor, la feria había comenzado a primeras horas de la mañana y allí se daban cita los ganaderos de la comarca.