domingo, 6 de noviembre de 2022

 
















  LA ABUELA ANA

Cita de Jimi Hendrix: Cuando el poder del amor sobrepase el amor al poder, el mundo conocerá la paz.

     Hoy es mi cumpleaños y mi nieto ha venido a felicitarme, los dos hemos pasado una maravillosa tarde en el jardín. Como pasa el tiempo, ya se ha convertido en un hombre. Tiene esa edad en que cree que el mundo le pertenece y está en posesión de la verdad. Yo le observo y veo a su abuelo cuando era como él, siempre lleno de planes, ilusiones, convencido de llevar con firmeza el timón de su vida, y esto me produce gran alegría. Si su abuelo lo viese estaría muy orgulloso, son como dos gotas de agua.  Me hace reír con sus ocurrencias, es tan simpático y vital.

     Hoy, sin embargo, me he sentido incómoda y vulnerable ante sus preguntas.

- Abuela, muchas veces me he preguntado por qué cuando era niño nunca nadie me regaló una pistola o una escopeta de juguete. Recuerdo que todos mis amigos la tenían. Yo la pedí muchas veces, pero nunca llegó. Y cuando estaba pensando qué carrera elegiría estudiar, hubo una época que quise ser militar, y esto os incomodó mucho, pero nunca nadie me explicó los motivos, simplemente, noté vuestro rechazo sin explicación alguna. Cuando por fin decidí ser informático, vi el alivio en vuestro rostro. Abuela, ya tengo una edad en que puedo comprender las cosas y me gustaría saber los motivos de tanta negatividad a todo lo que está relacionado con las armas.   

- Hijo, son imaginaciones tuyas.

- No, abuela, no es cierto, tú sabes perfectamente que algo se esconde ante tanto rechazo y yo deseo saberlo.

- No hay nada que esconder, simplemente son fantasías tuyas.

- Explícame entonces, el motivo por el que en nuestra casa nunca se habla de política, yo ignoro que partidos son afines a vosotros. 

- Simplemente pasamos de ella, no todo el mundo tiene que ser político, también están los apolíticos como nosotros.

- No me convences abuela, sé que algo me ocultáis y me duele, porque no confiáis en mí, siempre que os pregunto me contestáis con evasivas como ahora. Yo confiaba en ti, porque eres mi ejemplo de vida, una abuela tan sensata y que siempre me ha enseñado los valores de la vida, me ha dicho que con la verdad se va a todas partes y que la palabra de un hombre de bien es como una firma, y sin embargo sé que algo me ocultáis, lo intuyo. Cuando toco el tema de política o cuando deseaba ser militar, rápidamente cambiáis de conversación, es como si pensaseis que de lo que no se habla no existe, y francamente, esta situación me exaspera porque se escapa a mi entendimiento. Abuela, por favor, sácame de esta duda.

- No entiendo cómo puedes estar tan convencido de que te ocultamos algo.

- Porque es obvio abuela.

     Ante las preguntas de mi nieto me siento incómoda, él tiene razón, hay temas de los que no queremos hablar porque nos duelen. Hay cosas que pertenecen al pasado y no deben volver al presente. Recuperar el dolor, la decepción, la angustia, el miedo, no tiene ningún sentido. Mi nieto me observa suplicante, tal vez ha llegado el momento de darle respuesta a sus preguntas y también es cierto, que yo soy quien debe hacerlo. Quisiera retrasar estos momentos ¿para qué remover tanto dolor?, creo que ha llegado la hora de darle respuestas.

- ¿Qué quieres saber exactamente?

- Todo.

- ¿Todo?

- Sí, creo que gira en torno a la política o la guerra, son temas que jamás se tocan en la familia.

- Porque son cosas que pasaron hace muchos años, y no tiene sentido hablar de ellas, estamos en otra época que nada tiene que ver con aquella, ahora existen otros problemas diferentes a los que debemos dar soluciones, cada generación tiene sus propias vivencias y no debemos de estar desenterrando la vida de nuestros abuelos.

- ¿Algún antepasado mío murió en la contienda?

- Sí.

- Abuela ¿qué es para ti la democracia?

- Para mí la democracia es tu bisabuela Ana.

- ¿La bisabuela Ana? ¿Por qué?

- Porque ella fue un claro ejemplo de la tolerancia y el amor.

- No entiendo nada abuela, por favor me lo quieres explicar.

Miro al cielo y pido ayuda y claridad, que mi boca se llene de palabras sabias para inculcar a mi nieto amor, respeto y hermandad.

-Tu bisabuela tuvo tres hijos, a los tres los crio igual, con las mismas creencias, todos tuvieron la misma educación en un colegio religioso donde se prepararon muy bien, el mayor era tu abuelo, después vinieron tus tíos Antonio y José, este último era muy estudioso e intelectual, aprobó dos carreras, capitán mercante y maestro. Todos vivían tranquilos con sus trabajos y familias hasta que estalló la guerra civil.

Mi nieto me observa con curiosidad y ansiedad, deseoso de conocer todos los detalles, yo quisiera que estos momentos nunca hubiesen llegado, pero sigo contando la historia de la familia.

           - ¿Qué pasó entonces?

- Tus dos tíos, cada uno fue afín a una idea diferente.

- ¿Y el abuelo?

- Él era apolítico, hablaba con sus hermanos tratando de convencerles para que no se involucrasen demasiado, pero ellos lejos de hacerle caso, cada día se metieron más y más, hasta el punto que Antonio llegó a ser jefe de derechas y José jefe de izquierdas. Ana sufría mucho con esta situación, era la madre de los dos, y no comprendía como habiendo tenido la misma educación podían encontrarse en esta posición con sus hijos enfrentados por unas ideas. Prohibió expresamente que en su casa se hablase de política, y les hizo jurar que siempre se protegerían el uno al otro pasase lo que pasase.

     Hubo muchas inquinas en el pueblo y concretamente en su casa, tu bisabuelo era un hombre muy culto y tenía una de las mejores bibliotecas de la zona, un día vinieron unos hombres y sacaron todos los libros a la huerta y los quemaron, se llevaron todos los muebles y cosas de valor, comida, relojes de oro que eran de los bisabuelos, lo dejaron todo vacío, tras las súplicas del padre de tu abuelo que ya era muy mayor y les pidió que dejasen una cama para sus hijos, estos le respondieron que durmieran en el suelo, pero a él le dejarían una cama por su avanzada edad. Cuando tus tíos llegaron a casa se encontraron con este panorama, el hijo cuyos compañeros habían hecho esta barbaridad salió corriendo para pedir cuentas de lo que allí había pasado.

     Pasó el tiempo y al jefe de izquierdas lo mandaron a una misión especial a Barcelona para que no se enterase de que iban a detener a su hermano, a quien llevaron a la Checa, y posteriormente, por unas horas lo trasladaron a los calabozos del Ayuntamiento, y a las doce y cuarto de aquella noche, lo llevaron nuevamente junto con un sacerdote y dos jóvenes a la Checa. Neila dio orden de amarrarlos los brazos y manos con cuerdas de bala, dándoles multitud de vueltas. Se dirigieron en dos coches a Puerto Chico y allí los obligaron a subir a un lanchón que se dirigió mar adentro, posteriormente, les amarraron unos sacos muy pesados, pero de pronto, unas señales de luz y grandes ruidos hicieron cambiar el rumbo del lanchón de regreso a puerto. Al llegar, Antonio escuchó que preguntaban si él viajaba allí, y al responder afirmativamente, ordenaron que lo liberasen, y así lo hicieron, el lanchón volvió a zarpar nuevamente y nunca más se supo del sacerdote y los dos jóvenes que acompañaban a Antonio, su tumba está en un lugar desconocido en el fondo del mar. El jefe de derechas al bajar, se encontró con una orden de puesta en libertad firmada por los altos mandos de sus oponentes, y de la oscuridad salió una esbelta figura que lo abrazó con cariño y le susurró al oído “¿Cómo te has dejado coger cabrón?” Era su hermano, que había venido desde Barcelona en una avioneta, al enterarse por un confidente de lo que estaba pasando. Antonio al llegar a su casa se encontró a su esposa y a los vecinos del pueblo rezando el rosario por su alma.  Muchas fueron las desgracias que esa maldita guerra entre hermanos causaron a estos dos miembros de la familia, uno de ellos murió posteriormente de un balazo, mientras cuidaba que los escapados no robasen en propiedades privadas, para gran júbilo de la radio pirenaica que lo anunció a bombo y platillo, el otro hermano siguió con sus ideas terminada la contienda y haciendo una revista clandestina con sus ideales, estuvo a punto de perder a sus hijos, a quienes mandó a Francia para ser llevados a Rusia como niños de la guerra, pero gracias a tu abuelo que no lo consintió y se fue al país vecino para recogerlos y  devolverlos a la familia. Tu tío José sufrió las represalias de los vencedores, aunque esto no le hizo variar sus ideales. Y es por todo esto, que nunca queremos hablar en la familia, de guerra ni política, lo mejor que nos ha pasado a los españoles es la democracia, el abrazo, el perdón y el olvido entre hermanos.