Todo tiene un precio
Los españoles en nuestro confinamiento
seguimos con gran atención las últimas noticias sobre la pandemia que nos
asola. Asistimos atónitos a las reuniones en el Congreso de los Diputados cada
vez más crispadas. La primera vez que se declaró el estado de alarma en España
por COVID-19 fue el 14 de marzo tras los numerosos casos de afectados. Se
declaró la emergencia sanitaria comenzando así la cuarentena. El 25 de marzo
fue la primera ampliación y se aprobó por unanimidad. El 9 de abril sus
señorías aprobaron la segunda prórroga, pero aquí ya comenzaron las divisiones,
y se sumaron los primeros votos en contra de VOX y la CUP y las abstenciones de
ERC, EH Bildu y JxCat. El 22 de abril tuvo lugar la tercera ampliación en un
ambiente de gran convulsión y la división del hemiciclo pese a la gran gravedad
que estaba teniendo en esos momentos la pandemia. La votación contó con 60
votos en contra. El seis de mayo ha sido la cuarta prórroga y sus señorías no
iban a modificar su conducta, faltaría más. Tras muchos encuentros y
desencuentros, la nueva moratoria se salda con 75 votos en contra y 97
abstenciones.
Esta aprobación no es gratuita, pues como
podemos observar a mayor tiempo, mayor tensión entre nuestros representantes.
Pedro Sánchez tiene que pagar un precio por otra prórroga y así llegar a un
acuerdo con Ciudadanos y PNV. El precio a pagar será una cogobernanza,
elecciones vascas y luto nacional. Las comunidades autónomas exigen a Pedro
Sánchez más poder frente a la desescalada y así se lo hacen saber los
presidentes de País Vasco, Cataluña y Galicia quienes le advierten que si no
les da más poder no aceptarán más prórrogas. Con lo que al consejo de ministros
no le ha quedado más remedio que hacer partícipes a las autonomías, aunque su
gobierno tendrá la última palabra. El común denominador de todos los partidos
de la oposición, así como los presidentes autonómicos, desde el comienzo de la
crisis sanitaria, han sido las quejas por la falta de diálogo. No le perdonan
al gobierno que se tengan que enterar por la prensa de las decisiones que se
toman. Algo que sin duda cambiará tras el acuerdo alcanzado con Ciudadanos de
reunirse cada 15 días con motivo de revisar la desescalada. Otro trato con Inés
Arrimadas es que los ERTES y ayudas no estén vinculados al estado de alarma.
Las elecciones vascas han sido también
otro reclamo del PNV a cambio de un voto favorable. El lehendakari Iñigo
Urcullu tenía como objetivo celebrarlas en julio ya que por motivos de la
pandemia tuvieron que ser suspendidas el pasado 5 de abril. La cercanía de la
fecha deseada no convencía al ministro de Sanidad Salvador Illa, quien la
consideraba precipitada, debido a como se está desarrollando la enfermedad.
Pero se da por hecho que las elecciones en el País Vasco tendrán lugar antes de
que se levante el estado de alarma.
Otra de las exigencias por parte de
Ciudadanos y PP, así como por un amplio sector de la oposición, es el luto
nacional, algo a lo que Sánchez se ha comprometido, pues estaba dentro de sus
planes hacerlo en la parte final de la crisis dando así homenaje a todos los
fallecidos por COVID-19. Por otro lado, al gobierno le conviene retrasar esta
fecha para suavizar en lo posible la desgracia y sufrimiento de las
consecuencias de la pandemia e ir dando prioridad a la positividad del avance
de la mejoría.
Y estos son en rasgos generales los puntos
alcanzados entre el gobierno y la oposición para obtener los votos necesarios
para la nueva prórroga. Todo tiene un precio, no importa si las medidas
benefician o no a la salud de los ciudadanos, de lo que se trata es de
conseguir los intereses de los partidos, como siempre. Ojalá que dentro de este
coste, se incluyan también la relajación y la calma de sus señorías porque los
sufridos ciudadanos ya tenemos suficiente con lo que nos ha caído y lo que
falta por venir, para además tener que soportar el bochornoso espectáculo que
esos políticos a los que hemos elegido y estamos pagando con nuestros impuestos
nos tienen acostumbrados. Ellos siguen cobrando lo mismo, acudan a sus trabajos
o no. Así que les pedimos por favor que dejen la crispación porque quien tiene
paz, trasmite paz y quien se irrita transmite cabreo y los españoles
necesitamos paz y tranquilidad. Creo que nos lo deben.
Gilda
Ruiloba