lunes, 11 de mayo de 2020


    






                   
Todo tiene un precio

     Los españoles en nuestro confinamiento seguimos con gran atención las últimas noticias sobre la pandemia que nos asola. Asistimos atónitos a las reuniones en el Congreso de los Diputados cada vez más crispadas. La primera vez que se declaró el estado de alarma en España por COVID-19 fue el 14 de marzo tras los numerosos casos de afectados. Se declaró la emergencia sanitaria comenzando así la cuarentena. El 25 de marzo fue la primera ampliación y se aprobó por unanimidad. El 9 de abril sus señorías aprobaron la segunda prórroga, pero aquí ya comenzaron las divisiones, y se sumaron los primeros votos en contra de VOX y la CUP y las abstenciones de ERC, EH Bildu y JxCat. El 22 de abril tuvo lugar la tercera ampliación en un ambiente de gran convulsión y la división del hemiciclo pese a la gran gravedad que estaba teniendo en esos momentos la pandemia. La votación contó con 60 votos en contra. El seis de mayo ha sido la cuarta prórroga y sus señorías no iban a modificar su conducta, faltaría más. Tras muchos encuentros y desencuentros, la nueva moratoria se salda con 75 votos en contra y 97 abstenciones.
     Esta aprobación no es gratuita, pues como podemos observar a mayor tiempo, mayor tensión entre nuestros representantes. Pedro Sánchez tiene que pagar un precio por otra prórroga y así llegar a un acuerdo con Ciudadanos y PNV. El precio a pagar será una cogobernanza, elecciones vascas y luto nacional. Las comunidades autónomas exigen a Pedro Sánchez más poder frente a la desescalada y así se lo hacen saber los presidentes de País Vasco, Cataluña y Galicia quienes le advierten que si no les da más poder no aceptarán más prórrogas. Con lo que al consejo de ministros no le ha quedado más remedio que hacer partícipes a las autonomías, aunque su gobierno tendrá la última palabra. El común denominador de todos los partidos de la oposición, así como los presidentes autonómicos, desde el comienzo de la crisis sanitaria, han sido las quejas por la falta de diálogo. No le perdonan al gobierno que se tengan que enterar por la prensa de las decisiones que se toman. Algo que sin duda cambiará tras el acuerdo alcanzado con Ciudadanos de reunirse cada 15 días con motivo de revisar la desescalada. Otro trato con Inés Arrimadas es que los ERTES y ayudas no estén vinculados al estado de alarma.
     Las elecciones vascas han sido también otro reclamo del PNV a cambio de un voto favorable. El lehendakari Iñigo Urcullu tenía como objetivo celebrarlas en julio ya que por motivos de la pandemia tuvieron que ser suspendidas el pasado 5 de abril. La cercanía de la fecha deseada no convencía al ministro de Sanidad Salvador Illa, quien la consideraba precipitada, debido a como se está desarrollando la enfermedad. Pero se da por hecho que las elecciones en el País Vasco tendrán lugar antes de que se levante el estado de alarma.
     Otra de las exigencias por parte de Ciudadanos y PP, así como por un amplio sector de la oposición, es el luto nacional, algo a lo que Sánchez se ha comprometido, pues estaba dentro de sus planes hacerlo en la parte final de la crisis dando así homenaje a todos los fallecidos por COVID-19. Por otro lado, al gobierno le conviene retrasar esta fecha para suavizar en lo posible la desgracia y sufrimiento de las consecuencias de la pandemia e ir dando prioridad a la positividad del avance de la mejoría.
     Y estos son en rasgos generales los puntos alcanzados entre el gobierno y la oposición para obtener los votos necesarios para la nueva prórroga. Todo tiene un precio, no importa si las medidas benefician o no a la salud de los ciudadanos, de lo que se trata es de conseguir los intereses de los partidos, como siempre. Ojalá que dentro de este coste, se incluyan también la relajación y la calma de sus señorías porque los sufridos ciudadanos ya tenemos suficiente con lo que nos ha caído y lo que falta por venir, para además tener que soportar el bochornoso espectáculo que esos políticos a los que hemos elegido y estamos pagando con nuestros impuestos nos tienen acostumbrados. Ellos siguen cobrando lo mismo, acudan a sus trabajos o no. Así que les pedimos por favor que dejen la crispación porque quien tiene paz, trasmite paz y quien se irrita transmite cabreo y los españoles necesitamos paz y tranquilidad. Creo que nos lo deben.
                                                           Gilda Ruiloba