domingo, 24 de noviembre de 2019













LA FIGURA DEL HERRADOR EN VALLES
PASIEGOS, PENAGOS Y TRASMIERA

Recuerdo que la primera vez que vi a un herrador era muy pequeñita, fue al lado de mi casa, junto a la cuadra de mis vecinos. Yo siempre he tenido un gran cariño a los animales, especialmente a los caballos y perros. Pues bien, al ver a aquel señor que, según mis criterios de niña, estaba maltratando a mi caballo favorito, y al no comprender el motivo, me enfadé mucho. Ver a ese individuo con tenazas, martillo… agarrando la mano del caballo y cortando sus cascos, fue una sensación que me crispó e increpé al bueno del herrador que más tarde supe que se llamaba Toño. –No le hagas daño al caballo, déjale, vete a tu casa, eres muy malo. Recuerdo como reían mis vecinos. - Mírala, no se la ve por el suelo, pero hay que ver las narices que tiene. Mi vecina Matilde, me cogió de la manita y me dijo: - Que no le están haciendo daño al caballo, mira, le están cortando las uñas, es como cuando tú tienes las uñas largas ¿a qué tu madre también te las corta? Pues con el caballo pasa lo mismo, hay que arreglarle los cascos y recortárselos porque si le crecen mucho, se pueden poner malitos de los tendones y articulaciones. ¿Y tú no quieres que el caballito se ponga malo verdad? –Pues no, contesté. Y ese hierro ¿por qué se lo ponen? Y lo clavan con un martillo. Pobre caballo, yo no quiero que le hagan daño. Nuevamente volvieron a reír. Toño el herrador dijo: -Matilde, te va a costar convencerla. –Mira, me dijo mi vecina, eso son las herraduras, que son para los caballos lo mismo que para ti esos zapatos, y para bien, cada cuarenta y cinco o cincuenta días, hay que herrarle para que el caballo no sufra de sus patitas. Y mira, cada caballo tiene un número diferente de casco, como cada persona tiene un número distinto de pie, e igual que nosotros, ellos necesitan su zapato, en este caso, su herradura adecuada, para protegerle sus pies.
     Más tarde supe, que las herraduras en algunas ocasiones, eran los propios herradores quienes las hacían, pero en la mayoría de los casos, las compraban ya hechas en las fábricas, y como muy bien me dijo mi vecina, tienen diferente numeración.
     Hoy en día la figura del herrador no es tan común, es un oficio que a pesar de que en la actualidad está repuntando e incluso hay escuelas de herraje donde se aprende el oficio, que, por cierto, no es nada fácil obtener el título oficial, pues se les exige conocer a la perfección, tanto el casco del caballo, como tener conocimientos de ortopedia y radiología, pues deben de ser capaces de leer una radiografía para hacer un óptimo trabajo. En la actualidad este oficio está muy bien pagado y se enfoca más al ámbito deportivo, turismo ecuestre, espacios inaccesibles para el automóvil, etc., pero antiguamente gozó de gran importancia desde la Edad Media hasta la modernidad con la revolución industrial. Y es en este periodo donde la figura del herrador tuvo su época dorada ya que el número de équidos era muy elevado, raro era la casa en Valles Pasiegos, Penagos, Trasmiera, donde en sus cuadras no contaran con algún caballo, asno, mulo e incluso vacas de tiro y labranza. Cada zona; Vega de Pas, Selaya, Saro, Vega de Villafufre, Santa María de Cayón, etc., contaba con su herrador, que bien en su propia fragua o de manera ambulante daba servicio a los vecinos.  En la zona de Santa María de Cayón gozaron de gran prestigio por su buen hacer D. Pedro Huerta y posteriormente su hijo D. Antonio, más conocido como Toño el herrador. Así como en Selaya tuvo gran fama Balbino; en Vega de Villafufre Narciso y en Saro Luis Quintial. Un buen herrador es un tesoro, pues de él depende la buena salud y bienestar del animal.
     Entre las herramientas utilizadas por los herradores se encuentran las siguientes: El Bolo que es donde se meten todas las herramientas. Martillo de nylon que sirve para descalzar. Descalzador. Gubia de embutir. Martillo de clavar. Tenazas de descalzar, Tenazas de corte. Escofina. Tenaza de remachar los clavos (para evitar dar golpes con el martillo, pues contra menos golpes se le dé, mejor). Legra para cortar.
     La modernidad trajo consigo los tractores y otros útiles modernos de labranza, así como los automóviles y disminuyeron drásticamente los animales y con ellos los herradores.
    


domingo, 3 de noviembre de 2019










LOS EDIFICIOS QUE OCUPARON EL AYUNTAMIENTO DE SANTA MÁRÍA DE CAYÓN EN VALLES PASIEGOS

   Hoy voy a hablar sobre los diferentes edificios conocidos que han sido destinados a nuestra Administración Local a través de los tiempos, y alguna de sus anécdotas. El primer edificio se encontraba en el barrio El Tragüezo, uno de los barrios más importantes del pueblo de Santa María de Cayón. Se construyó en el año 1830, sobre las ruinas de otra edificación que se llevó una de las grandes crecidas del río. En este lugar, probablemente, se edificó la Casa Consistorial porque por allí pasaba la carretera o camino real, como lo llamaban antiguamente, que iba a Vega de Villafufre, Villacarriedo, Selaya, y otros lugares de Valles Pasiegos, cruzando el río Pisueña a través de un puente de madera, y seguía por la ladera del monte, para salir al puente de El Diablo.
   El río Pisueña ha tenido muchas y graves crecidas, llevándose o dañando seriamente el puente que unía a ambos lados del camino real, tanto es así, que debido a la importancia que éste tenía para las localidades de los alrededores, le tenían como bien de interés común y los daños eran sufragados entre las diferentes comunidades.
   Tengo que mencionar también, que entre los años 1833 a 1860 Lloreda fue un Ayuntamiento propio e independiente, cabeza del municipio que llevaba su propio nombre y se unió a Santa María de Cayón definitivamente, por el Decreto promovido por el Ministro de Justicia D. Javier de Burgos, bajo el reinado de S.M. regente doña María Cristina de Habsburgo-Lorena, siendo agregadas las comunidades menores de Totero y Esles.
   Del edificio del barrio El Tragüezo se pasó al barrio El Sombrero, al solar donde la Sociedad Nestlé construyó y donó al Real Valle de Cayón en el año 1929 su nuevo Ayuntamiento con motivo de la conmemoración del 25 aniversario de su instalación en el Valle.
   Esta construcción fue incendiada y destruida interiormente, en tiempos de la República, el 27 de agosto de 1935, quemándose toda la documentación antigua con la historia del Municipio, así como también la administrativa de la Corporación, salvándose únicamente, la del Juzgado Municipal, instalado en la primera planta y que la juventud del pueblo libró de las llamas. Posteriormente fue reconstruido todo el edificio, también por la Sociedad Nestlé y de nuevo entregado al Municipio en el año 1936. Como anécdota diré, que siempre oí a los mayores del pueblo, que este hecho fue una auténtica desgracia para los vecinos del valle de Cayón, pues entre otros documentos muy importantes, había un contrato entre la Sociedad Nestlé y el Ayuntamiento de Santa María de Cayón, en que los trabajadores del valle tendrían preferencia a la hora de entrar a trabajar en la fábrica, sobre los de otras localidades, pero tras la destrucción de los documentos, todo cambió.
   El edifico donado por la Sociedad Nestlé es una hermosa edificación de estilo modernista que se encuentra ubicado dentro de una finca rodeada por un muro de piedra y está adornada por varios árboles, entre los que se incluyen algunos catalogados como singulares. Tiene una torre hecha con piedra de sillería y en la planta inferior cuatro arcos de medio punto dan acceso al soportal. En la parte superior de la torre hay una campana con decoración de forja y un reloj donado por D. Pedro Manuel Cobo y Bustamante en el año 1929. Fue éste, vecino de Esles. Dicho reloj fue encargado a la fábrica de relojes de torre y fundición de campanas, Viuda de Moisés Diez, ubicada en Palencia y se colocó el 3 de febrero de 1930 por un mecánico y su ayudante, venidos desde dicha ciudad.
   Posteriormente, en el año 2003 se inaugura la ampliación de la Casa Consistorial para cubrir las nuevas necesidades administrativas. Siendo sufragadas dichas obras por el Gobierno de Cantabria. Esta construcción ha sido diseñada por el arquitecto Jaime Páez Maña siguiendo el estilo modernista de la primera construcción.
   De los pocos documentos salvados de la inundación del valle por el río Pisueña en 1834 y del incendio en 1935 había un libro de actas que encabezaba las mismas con las palabras: “EN EL REAL VALLE DE CAYÓN”, Título confirmado por la Dirección del Archivo de Simancas, en el libro 40, folio 146, año 1753.
   Dichos documentos dejan constancia de 1929 de todos los nombres que constituían el Ayuntamiento, siendo alcalde en dichos años D. Higinio Gómez Rapado, también anota los componentes de las Juntas Vecinales de cada pueblo y todas las Juntas Locales que lo administraban, con sus respectivos cargos. Las Juntas eran las siguientes:
Junta Local de Primera Enseñanza.
Junta de Beneficencia.
Junta de Protección de Animales y Plantas.
Junta de la Fiesta del Árbol.
Junta de Amillaramiento.
Junta de Sanidad.
Junta de Protección de la Infancia.
Junta de Información Agrícola.
Junta de Consejo de Trabajo.
Junta del Catastro.
Junta del Censo Electoral.
En total, aquella Administración Local contaba con once Juntas Asesoras. El Señor Alcalde presidía todas ellas y el Secretario Municipal, actuaba como tal en cada una de ellas.