CARROS Y CARRETAS EN NUESTROS VALLES
Hace unos días
estaba sentada en mi terraza, cuando un ruido llamó mi atención, era un
tractor. Como han cambiado las cosas pensé, el primero lo vi camino a
Andalucía, y recuerdo que me sorprendió, era enorme, pero claro, en los campos
de Castilla todo era diferente.
No hace
muchos años por mi barrio pasaban cantidad de carros tirados por burros, mulos
o caballos. Era frecuente ver a los dueños sentados en ellos con sus dalles,
bieldos y rastrillas cuando iban al verde o a la yerba para sus vacas. ¿Qué nos
ha quedado de todo eso?, nada, todo ha cambiado con rapidez, apenas hay vacas
en los pueblos, la entrada en el Mercado Común lo cambió todo, nuestra vida y
costumbres de siempre, dejaron de tener sentido para dar paso a la modernidad,
antes en la mayoría de las casas de los actuales valles pasiegos había una
pequeña ganadería, hoy han dado paso a las cuadras más grandes y modernas, en
muchos casos con cientos de cabezas de ganado. Todos sus útiles de trabajo se
han modernizado haciendo desaparecer a los viejos, entre ellos los carros y
carretas. Si es caso los podemos observar como adorno de alguna casa particular
o en algún museo.
Recuerdo que en
mi infancia me llamaban mucho la atención cuando iba a Santander con mi padre y
abuelo, a comprar género para sus negocios, al atravesar la calle Marqués de la
Hermida, entonces la mayoría de las calles no estaban asfaltadas, sino
adoquinadas, y esto, me incomodaba, pues el coche al dejar la carretera alquitranada
e introducirse entre adoquines, rebotaba muy molestamente. Al final de la
calle, ya en el puerto había cantidad de carretas con sus caballos y éstos
tenían colgados de la cabeza a la altura de la boca unos sacos, yo en mi
inocencia preguntaba ¿por qué? Mi padre con toda la paciencia del mundo me
explicaba que ahí tenían su alimento, su pienso, y como pasaban muchas horas
trabajando, tirando de las carretas, así se podían alimentar y coger fuerzas.
Ahí estaban los carreteros trabajando en el puerto con sus carruajes, que
cargaban con sacos o cajones, pero sin duda alguna el que más me llamó la
atención fue uno fúnebre, nunca había visto algo igual, recuerdo que nos
cruzamos con él en La Rampa Sotileza, era majestuoso y estaba tirado por dos
caballos negros que en la cabeza llevaban una especie de plumas del mismo color,
hoy pienso que el fallecido debía de ser alguien muy importante. Nunca antes
había visto nada igual, ni en Cayón ni en el valle de Carriedo, donde pasaba
muchos momentos en casa de mis abuelos.
Había varios
tipos de carros, estaba el de varas, en el medio se amarraba al animal,
caballo, mulo o burro. Recuerdo a mis vecinos cuando amarraban el caballo al
carro para salir al campo a hacer las labores. Sobre su lomo ponían una manta,
creo que era para que el caballo no se hiciese daño al ponerle encima el baste
que se ajustaba al animal mediante la cincha y sobrecincha, esto se hacía para
que no se corriese hacia adelante, especialmente si había bajadas en la marcha.
El atalaje que se usaba generalmente en este tipo de carros era la brida, que
sostenía el bocado al que estaban unidas las riendas que servían para dirigir
al animal. A mí me encantaba cuando me llevaba algún vecino en el carro
conducir las riendas, me enseñaban que si quería ir a la derecha debía tirar de
la rienda derecha, a la izquierda, de la izquierda, con suavidad, pero con
firmeza. Para seguir recto simplemente, dejar hacer al équido. Otra parte era
el collerón, sobre él se ejercía el esfuerzo de tracción que se transmitía al
vehículo por medio de los tirantes. Una silla y los órganos accesorios,
indispensables para sostener las varas y contener el carruaje en las paradas y
pendientes. También estaba el carro de yugo, en él se enganchaban por delante,
por lo general los bueyes y vacas, aunque este tipo de carro yo ya no lo conocí,
en mi infancia prácticamente habían desaparecido. La carreta era tirada por
yuntas de bueyes y vacas. Aunque los más habituales eran los carros de mulas.
Este medio de transporte era el habitual en tiempos no
muy lejanos, tanto para llevar mercancías dentro de nuestros valles como para
llevarlos a otras provincias, donde había paradas para intercambiar a los
animales ya cansados por otros más frescos. Luego existían también los
carruajes para pasajeros como las diligencias o carruajes de paseo.
Los años han pasado y con ellos los carros y carretas
que han dado paso a los vehículos de tracción mecánica. Los carreteros es otro
oficio que ha desaparecido totalmente, no obstante, no se ha borrado su
recuerdo, pues ha dejado huella en nuestro refranero popular ¿quién no ha oído
decir? "Hablas como un carretero", " Juras como un carretero",
" Fumas como un carretero".