domingo, 28 de marzo de 2021

 





                 ANTONIO FERNÁNDEZ-ALONSO Y DIEGO

     Muchos fueron los cántabros que se fueron a otras tierras en busca de fortuna. Entre ellos Antonio Fernández-Alonso y Diego, carredano de nacimiento que concretamente nació en Selaya en el año 1823.

     Partió a Úbeda en la provincia andaluza de Jaén. Allí le fueron muy bien las cosas, adquirió numerosas fincas y consiguió ahorrar una nada despreciable fortuna en aquellos tiempos. Este carredano viajaba con frecuencia a su pueblo natal, siempre que sus obligaciones se lo permitían. Como anécdota contaré que en el último viaje a su tierra, siendo ya mayor, al bajarse del tren en Guarnizo se cayó y ya nunca más pudo volver a caminar.

     Antonio Fernández-Alonso y Diego era soltero, y sin duda la idea de morir sin descendientes directos le hizo meditar mucho lo que haría con su fortuna. Como buen carredano quiso que ésta revirtiera para bien de sus vecinos. Y tal vez, con estos pensamientos llegó a la conclusión de que una Fundación sería la solución. Y así antes de morir en el año 1908 a la edad de 85 años y ser enterrado en su muy querido pueblo de Selaya, hizo testamento.

     Tenemos conocimiento que lo otorga en la localidad de Málaga el 10 de junio de 1878 y dispone que las tres cuartas partes de sus bienes se empleen en títulos y con sus rentas sostener a perpetuidad unas escuelas gratuitas, para varones y hembras, en la villa de Selaya, enseñar a los varones las asignaturas necesarias para la carrera de comercio y a las hembras los conocimientos elementales, superiores e indispensables a la mujer. El maestro recibirá de la fundación la cantidad de 1250 pesetas anuales, mientras que la maestra 1000 pesetas. Resultando que por testamento ológrafo del mismo señor en la notaría de D. Celestino Menéndez Villamil, residente en Villacarriedo y otorgado en 28 de agosto de 1901 confirma la fundación Antonio Fernández-Alonso y Diego. Está dotada con capital suficiente para el sostenimiento teniendo carácter de perpetuidad.

     Según escritura fundacional los patronos han de ser dos, que determina entre sus sobrinos el fundador. Se han de elegir siempre entre sus familiares sin que intervengan el estado, provincia o municipio. Se asignaba la cantidad de 125 pesetas anuales a los patronos para viajes y que pudiesen reunirse, ya que vivían en diferentes lugares. En concepto de gastos de administración la cantidad de 250 pesetas. Todos los gastos eran inalterables.

     También dejó a varios familiares el usufructo de varias tierras y casas en Selaya y Úbeda. Con el tiempo todos estos bienes se vendieron para capital fundacional que debía de estar en láminas intransferibles en el Banco de España en Madrid, esta fue la voluntad del fundador. El capital fundacional era de 193.500 pesetas y esto producía un líquido anual de 2.981 pesetas, pero el fundador no prevé el avance de la vida y con ello la pérdida de capacidad adquisitiva de la moneda.

       Al pasar los años fueron establecidas dos escuelas nacionales en Selaya, una de niños y otra de niñas, con lo cual la enseñanza a cargo de la Fundación quedó suficientemente atendida, incluso con el mismo profesorado.

     Al no tener capital suficiente, se solicita modificar la Fundación y con las rentas de la misma, se dota una Congregación de Religiosas obligada a dar instrucción complementaria y secundaria gratuita a las jóvenes de esta villa, se autoriza el 11 de febrero de 1950, y el 1 de septiembre de 1955 se reúnen la Reverenda Madre Superiora General de las Hijas de los Dolores de María Inmaculada y el secretario de la junta provincial de Beneficencia en representación del Patronato, se comprometen a que la mencionada orden cumpla todas y cada una de las condiciones exigidas y el Patronato hará entrega a la  congregación del 75% de las rentas fundacionales y de la casa fundacional para colegio.

 

 


domingo, 7 de marzo de 2021

 






LOS CARREDANOS NUNCA OLVIDAN SU TIERRA   

 

     Recientemente hablaba del impresionante convento de la Purísima Concepción de la Canal de Villafufre, en el Valle de Carriedo, mandado construir por D. Domingo Herrera de la Concha y su primera esposa doña Catalina González Lossada que se inauguró el 29 de junio de 1665 y fue construido en un solar de su propiedad, a partir de un proyecto del maestro de cantería de Galizano, Francisco de la Riva Velasco (1653). Este edificio de arte barroco se encuentra junto al palacio de los señores que lo mandaron erigir y se comunicaba interiormente con dicho monasterio, ya que conducía directamente a la iglesia donde escuchaban misa. La iglesia se divide en tres zonas, por un lado, un habitáculo cerrado con unas verjas a la altura del coro, en el lado izquierdo del altar mayor desde el cual los señores escuchaban misa. Por otro, donde el pueblo llano podía asistir a las ceremonias y en tercer lugar el coro cerrado por unas gruesas verjas, lugar donde las monjas concepcionistas franciscanas hacían sus rezos. Tengo que reconocer que este coro me impresionó mucho, pues nunca imaginé que pudiese esconder una sillería tan imponente. Al contemplarla pude compararla con las que había observado en las catedrales. Era algo sobrecogedor. En este espacio coral se reunían las religiosas. Mi imaginación se trasladó a otras épocas y me dio la sensación de estar escuchando los salmos rezados y cantados, las lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento u oraciones como el Pater Noster o el Ave María.

     Este convento cuenta con un tesoro en cuanto a esculturas funerarias, ya que son contadas las existentes en Cantabria. Frente al altar mayor de la iglesia, uno a cada lado, yacen ambos cónyuges, y sobre ellos se conservan en perfecto estado unas estatuas orantes realizadas por el escultor Gabriel de Rubalcaba hacia 1671. En el caso de la señora es única en su género porque lleva un abanico.

     Este caballero del valle de Carriedo, como tantos carredanos demostró su valía y su buen ojo para los negocios y para escalar puestos en la nobleza española de la época, ya que comenzó sus andaduras en la Corte como un simple criado y fue ascendiendo hasta que tuvo suficientes caudales para tratar negocios en las Indias. En sus comienzos también fue despensero del conde duque de Olivares y vendía vino caro, perdices y perniles, este comercio también era atendido por su primera esposa. Cuando la consorte del conde duque doña Inés de Zúñiga y Velasco fallece en 1647 le deja en herencia una paga que cubriría sus gastos de por vida. Esto era una paga vitalicia de 116 maravedís diarios. Pero como buen carredano supo moverse en la Corte y gozó de la confianza del rey Felipe IV de quien era ujier de cámara (Criado del rey que asistía en la antecámara para cuidar la puerta y de que sólo entraran las personas que debían entrar por sus oficios o motivos) y así se fraguó una gran fortuna además de títulos nobiliarios. Fue uno de los hombres de negocios más importantes de aquella época. Entre los que podemos destacar asentista (administrador de las municiones del ejército), banquero y administrador de bienes particulares, entre otros. Su casa era un claro ejemplo del gran lujo y opulencia en que vivía. Falleció el 14 de enero de 1672 a las seis de la mañana en Madrid dejando escrito en su testamento su deseo de ser enterrado en la iglesia de San Nicolás y amortajado con el hábito de San Francisco. Dispuso que a la mayor brevedad posible se le trasladase al convento de La Canal de Carriedo.

      En su testamento lega entre otros, a Nuestra Señora de Valvanuz del lugar de Selaya 50 ducados, a Nuestra Señora del Soto del Valle de Toranzo, 20, a la ermita de la Magdalena de Bustillo 30. Hasta su muerte tuvo presente a la tierra que le vio nacer.