domingo, 29 de agosto de 2021

 






  EL CAPADOR EN VALLES PASIEGOS

     El cerdo o “chon” como lo conocemos en los Valles Pasiegos ha sido la base de la alimentación en este territorio. En prácticamente todas las familias se criaba uno, con él, estaba asegurado el sustento del año. El cerdo tiene muy poco desperdicio, prácticamente se aprovecha todo, con las morcillas, chorizos, tocino, costillas, lomos, solomillos…la casa estaba abastecida, las mujeres ponían en tinajas de barro los chorizos y filetes de lomo metidos en aceite que servirían para alimentarse en el verano, cuando venían los tiempos de la yerba y no había tiempo de hacer la comida.

      La matanza del chon era todo un acto social, recuerdo que en casa de mi abuelo Manolo se reunían vecinos, amigos y familia, era un día de mucho trabajo, tanto para los hombres como para las mujeres, ellos se ocupaban de la matanza y el despiece, y ellas preparaban todo para hacer las morcillas. Ese día también se daba un festín, todos comiendo en el gran comedor ante una larga mesa, repleta de ricos alimentos, pasados unos días te llevaban a casa la “envuelta” que consistía en unas morcillas, una “hebra” o trozo de carne, otro de tocino, un hueso y si ya estaban hechos los chorizos, una riestra de ellos para hacer un buen cocido montañés o lo que viniese a bien. Las familias receptoras lo recibían con gran júbilo. Y siempre quedaban bien diciendo: “Me has traído mucho, no tenías porque darme tanto, además ya comimos ese día en tu casa, me has traído medio chon ¡Menuda envuelta! Qué rico". La dueña o dueño de la matanza contestaba: “Ya, pero ese día no lo probamos porque estaba caliente, y comimos unos filetes de ternera. Ya me dices como están las morcillas, yo creo que le hemos dado un buen punto”.

     Pero para que la carne del cerdo estuviese rica, con buen sabor, cuando el chon era pequeño había que castrarlo.

     En casi todas las zonas de los Valles Pasiegos había un capador que se dedicaba a estos menesteres. Recuerdo muy vagamente, pues yo era muy pequeñita, que en el valle de Cayón Esteban Colsa, a quien todos conocíamos como Esteban el capador,  era quien se encargaba de esta profesión. Era un hombre alto, corpulento, y estaba casado con Malia, a quien también se conocía en la zona como Malia la capadora. Siempre me llamó la atención en su casa de estilo montañés, en el portal por el que se accedía a través de un arco de piedra, aparcado un gran carruaje de madera con unas enormes ruedas del mismo material y en la circunferencia o aro, una lámina de metal. 

   Éste, en la actualidad, es un oficio ya desaparecido que han heredado los veterinarios. Con el paso del tiempo y la modernidad las viejas costumbres van desapareciendo.

     Con la castración del cerdo se evita el olor sexual presente en algunos machos, otro de los beneficios era la prevención de la reproducción no deseada si hubiese alguna hembra, pues en algunas familias se criaba más de un cerdo, uno era para el consumo y el otro lo vendían cuando ya estaba para matar, sacándose unos buenos dineros o sobresueldo que tapase algún agujero de la precariedad familiar en aquellos tiempos. Otra de las ventajas de la castración era la reducción de los comportamientos agresivos y consecuentes heridas y la conducta de monta.

     Los machos eran muy fáciles de capar, no así las hembras, que era mucho más complicado. Este oficio de capador se transmitía de padres a hijos o a amigos de viva voz y por la experiencia y estaba vetado para las mujeres. 

      La base fundamental para aprender este oficio eran "la vista y la práctica” nada mejor que observar a quien ya sabía y era todo un maestro en estos menesteres y posteriormente practicar bajo su supervisión. 

     En otras provincias o regiones en las que el cerdo tenía gran importancia, como por ejemplo en Extremadura, fue un oficio ambulante y al igual que a los cerdos se castraba a burros, mulos, cabestros…Se capaban en primavera y otoño. Usaban un chiflo para anunciarse como el de los afiladores, pero con diferente melodía para diferenciarse de ellos. Las herramientas utilizadas para estos menesteres eran tenazas, cuchillos o navajas.

    


domingo, 15 de agosto de 2021

 




APIA SÁNCHEZ DE MIRANDA

     Muchas han sido las personas que salieron de nuestra tierra para procurarse un mejor modo de vida, un gran número de ellas alcanzaron gran fama y prestigio triunfando en aquello que emprendían. Este es el caso de Serapia Sánchez de Miranda a quien hoy quiero hacer un pequeño homenaje. Nació en el año 1924 en Penagos. Ya cuando vino al mundo escogieron para ella un nombre que en un futuro definiría su personalidad. Serapia fue una antigua divinidad egipcia que significa “hija del sol”, por otro lado, es el nombre genérico de origen griego que se otorga a una orquídea con forma de corazón. Estos dos conceptos encajaban muy bien con nuestra protagonista de hoy, ya que fue una mujer que destacó por su gran belleza al igual que las orquídeas, y brilló con luz propia como si de la hija del sol se tratase.

      Siendo joven se va a Roma donde conoce a su esposo. Como buena artista que fue en el mundo de las letras toma el seudónimo de Apia. Tal vez como abreviatura de su nombre, o como algo más artístico y pomposo como era tomarlo de la vía Apia, que fue la reina de las grandes calzadas romanas y que se convirtió en el símbolo de la república trayendo consigo estabilidad, paz y libertad al Imperio.

    Al contraer matrimonio fija su residencia en Roma. Apia Sánchez de Miranda triunfa en el arte de las letras y son varios e importantes los premios que recibe. Por su primer volumen “Finestra sul Orizonte” ya premiado en Roma, el Ateneo de Santander le otorga la Placa acreditativa como “Personalidad Montañesa” del año 1978. Recibe además en Roma el Premio de la Presidencia del Consejo de Ministros por su colaboración en la Cultura.

     Varias son las obras en poesía y prosa de la autora entre las que podemos encontrar en la primera: Finestra sull´orizzonte, Genuflexión, La Puerta Mágica, Senderos de Amor, El manantial de los Pájaros.

     En narrativa: Más allá del Bosque encantado, Surcando las Rutas del Misterio, El Amor vence la Muerte, Vida de un Amor santificante.

     Apia describe su poesía como voz arcana del alma, como sentimiento indescriptible de los momentos vividos del poeta, como voz silenciosa y palpitante de nuestra sangre.

     Yo conocí a nuestra escritora y poeta de hoy, el ocho de septiembre de mil novecientos ochenta y seis en la presentación de su libro de poesía “La Puerta Mágica” en el Palacio de la Magdalena en Santander. Recuerdo su gran belleza y extraordinario parecido con Gina Lollobrigida.

      Este poemario de “La puerta mágica” de la historia, a través de la cual pasa el amor, el dolor, la alegría o el llanto, las esperanzas y las desilusiones. Soñando con los ojos abiertos, o viviendo horas dramáticas.

      En estos poemas habla mucho de   Cantabria, otros se los dedica a su madre, a su padre, también a su hermana María que fue soprano, a sus amores…

     Para finalizar este pequeño homenaje a la gran escritora nacida en Penagos, donde vivió hasta su juventud y que visitó asiduamente su tierra, adorando contemplar ese mar Cantábrico a quien le dedicó varios poemas, entre ellos: “Mar de mi Cantabria”.

      Quiero ofreceros este hermoso poema:

“MADRIGAL”

¡Amor; amor sublime que tu donar sabías,

Sin pálpito y sin brazos, amor sin melodías,

De aquel amor hermoso que te ofreció Clarisa,

¡Menospreciaste todo hasta una rosa pura!

 

¡En aquel prado inmenso cuajado de vergeles,

De mil colores eran las flores entre el verde,

Ameno paraíso de árboles y ríos,

¡Poemas de aquella ave que tu soñaste un día!

 

¡Un alba con destellos sonaban los violines,

Conciertos deliciosos áureos atardeceres,

Tú no escuchaste nunca ni ritmo ni armonía,

 

 

Del manantial hermoso el agua no bebías,

Sin sed tú no podías gustar viva frescura,

¡De aquel cáliz precioso evaporo la linfa!

 

 

 

 

 

    

 

 


domingo, 1 de agosto de 2021

 




  LA MOLINA DE VEGA

     Recientemente leía con estupor la noticia de que la Confederación Hidrográfica del Cantábrico había tomado la decisión unilateral, con el apoyo del Gobierno de Cantabria, de derribar la presa de La Molina de Vega de Villafufre en el valle de Carriedo, sin dialogar, ni consultar previamente con la familia propietaria del molino harinero, ni con el Ayuntamiento de Villafufre. Esto me sorprendió, pues siempre he considerado que una democracia no solo consiste en elegir a nuestros representantes políticos, también en controlarlos, y no solo mantener nuestro patrimonio a base de impuestos, a cambio debemos de recibir una garantía de la protección de nuestros bienes, algo que, bajo el escudo o la disculpa del Plan de Impulso de Medio Ambiente para la Adaptación al Cambio Climático, creo que se están pasando por el arco del triunfo.

     El molino harinero de La Molina es todo un referente en el Valle de Carriedo, dentro de Los Valles Pasiegos. Es un edificio con mucha historia, primeramente, fue una fábrica muy importante de quesos y con el paso de los años se convirtió en un molino harinero cuando tan de moda estaban estos ingenios hidráulicos en nuestra tierra. Estos molinos revolucionaron la economía de nuestros valles al llegar a nuestra tierra el maíz, traído por Cristóbal Colón desde México de donde es originario.

     Si nos dirigimos al valle de Carriedo desde el valle de Cayón por la Hoz, nos introducimos en un paisaje que pareciese sacado de un cuento de hadas. A un lado de la carretera se encuentra el río Pisueña, custodiado por una preciosa montaña cubierta de espectaculares árboles, al otro lado, otra montaña con su denso bosque. Al circular por este lugar, nuestra mente no puede por menos que relajarse ante tanta belleza, cuando estamos absortos en ella, de pronto, pasamos una curva y ahí aparece ella, grandiosa, vigilante, con sus dos arcos de piedra prestos para dar paso a las aguas.

     Mi mente vuelve a mi infancia y recuerdo las horas pasadas en La Molina de Vega con mi abuelo Pepe, en la parte delantera del molino, en el corral, aún me parece ver aparcado el camión de mi predecesor, a la espera de ser cargado con la harina que el viejo molino estaba procesando. Más tarde sería llevada al almacén de piensos que mi abuelo poseía. En la larga espera, recuerdo a unos niños un poquito mayores que yo, una niña rubia de ojos claros me observaba con curiosidad. Yo en aquellos tiempos era muy tímida y no me soltaba de la mano de mi abuelo, él me preguntaba: -Mi hijita ¿no quieres jugar con esos niños? Yo le respondía con un gesto negativo de cabeza y me aferraba más a su mano. Él sonreía y me decía: -Te vas a aburrir, aún tenemos que estar aquí un rato. -No importa, le contestaba.

     La Molina de Vega ha estado presente en la vida de los vecinos de estos valles durante muchos años. Ese dique que quieren destruir por la tan traída y llevada actuación de mejora de reservas naturales fluviales y otros ríos de interés medioambiental, es de interés histórico para todos los vecinos de los valles pasiegos. Muchos disfrutamos enormemente con su contemplación y, por otro lado, es un muro de contención y control para las aguas en épocas de crecidas descontroladas que pueden acarrear muchos daños tanto al edificio de La Molina como a todo lo que pueden arrastrar a su paso. Deseo que esta decisión unilateral y antidemocrática pueda ser rebatida por la familia y el Ayuntamiento de Villafufre, estoy segura que tendrán todo el apoyo de los vecinos de los valles pasiegos tan arraigados a nuestras costumbres. “Porque conocer y conservar nuestra historia, es amar aún más a nuestra tierra”.