domingo, 6 de febrero de 2022

 




 UN HÉROE DESCENDIENTE DE ABIONZO

      Hoy quiero hablar de la familia Güemes que partieron a las Américas, concretamente de D. Gabriel Anselmo de Güemes Montero Bárcena y Campero nacido en Abionzo de Carriedo el 21 de mayo de 1748, hijo de D. Manuel de Güemes Montero y de Dña. Francisca de Bárcena Gómez Campero y Zorrevilla, ambos nacidos en Abionzo, quien a los 29 años se traslada al citado continente tras servir al rey Carlos III desde los 22 años, gozando de experiencia en la Tesorería de Madrid, es designado por el monarca a petición del conde de Floridablanca para ocupar el cargo de Tesorero Oficial Real de las cajas Principales de Jujuy, que pertenecían a la Ceca de la Villa Imperial de Potosí (Bolivia).   Emprende el viaje junto a un criado, José Gómez, habiéndole prestado el dinero necesario para poder desplazarse su colega y paisano José Gutiérrez de Arce (Administrador de las Rentas provinciales de Burgos) y desde el puerto de Cádiz se trasladan a Buenos Aires. El 31 de mayo de 1778 se casó en Jujuy a los 29 años con Dña. Magdalena Goyechea y La Corte, de ascendencia española y portuguesa, tuvieron nueve hijos y el segundo fue Martín Miguel quien llegaría a ser el General Güemes. Hay certificados de Hidalguía de esta Ilustre familia en la Real Chancillería de Valladolid.

     El General Martín Miguel Güemes Montero de Goyechea y La Corte, nació en Salta el 8 de febrero de 1785, héroe de la Independencia Argentina, muerto en combate a la edad de 36 años el 17 de junio de 1821. Fue el único General muerto en contienda en la historia del país. Durante seis años desempeñó el cargo de  gobernador de Salta. Comenzó a los 14 su andadura militar y se enroló en el Regimiento Fijo de Infantería. Güemes participó en la Reconquista de Buenos Aires y desempeñó un papel fundamental en la “Guerra de la Independencia” apoyando el plan del General San Martín “El Libertador”, con su caballería Gaucha, encabezando la “Guerra Gaucha” guerra de guerrillas que contaba con el apoyo del pueblo. Cruzó los Andes en el Norte de Argentina. Su hermana conocida como Macacha Güemes fue una heroína que animó a los salteños seguidores de la Independencia, y tuvo gran importancia en la vida militar y política de su hermano, pues gozó de una destacada trayectoria pública. Es reconocida como una de las mujeres más importantes de la Independencia Argentina y de la provincia de Salta. Hay diversas calles y plazas que la rinden homenaje llevando su nombre.

     El General Martín Miguel Güemes se casó con Dña. Carmen Puch y Velarde el 10 de julio de 1815 y tuvieron tres hijos. La familia de su esposa descendía del célebre conquistador y fundador de Jujuy, Capitán D. Francisco de Argañaraz y Murguía perteneciente a la Casa-Torre de Argañaraz en Amézqueta (Guipúzcoa)  

     Al conocer su esposa Carmen Puch, el fallecimiento de su amado, se encerró en su habitación en la finca familiar y falleció el 3 de abril de 1822 a los 25 años. Se dice que se dejó morir de hambre, posiblemente víctima de una depresión causada por la ausencia de su gran amor. Sus restos descansan junto a los de su esposo en el Panteón de las Glorias del Norte de la República, en la Catedral Basílica de Salta.

     El día 17 de junio es fiesta desde 2014 en Salta y desde 2016 en toda Argentina en conmemoración del “Paso a la inmortalidad del General D. Martín Miguel de Güemes”. Igualmente, el 17 de junio se le honra por defender y recuperar Tarija, de las fuerzas españolas y ayudar al montonero Gaucho Chapaco, Eustaquio Méndez. El 22 de agosto de 2006 se declara a Güemes “Héroe Nacional de Argentina” 

     Güemes tiene varios monumentos y calles repartidos por varios lugares del mundo, pero sin duda el más importante está en la ciudad de Salta. Al final del Paseo Güemes, a los pies del Cerro San Bernardo, donde el General cayó por primera vez de su caballo mientras cabalgaba herido de bala a la Cañada de la Horqueta, donde murió unos días después, a la intemperie, en un camastro improvisado tras negarse a ordenar el alto el fuego contra los realistas, que le ofrecieron a cambio, llevarlo a Buenos Aires donde recibiría el mejor tratamiento, pero él reunió a sus oficiales en presencia de los contrarios y les hizo jurar que nunca aceptarían ningún trato para beneficiarles  en su tierra. Apenas una semana después de su muerte sus hombres obligaron al enemigo a evacuar Salta, y aunque Güemes no lo vio, finalmente venció.

    

 


domingo, 23 de enero de 2022

 





DOS FUNDACIONES EN ABIONZO DE CARRIEDO

     Recientemente hablaba de la Fundación de D. Antonio María Herrera en Abionzo. Este pueblo está en lo alto del valle de Carriedo a una altitud de 394 metros sobre el nivel del mar. Es pequeño, consta de cuatro barrios, pero si de algo puede presumir Abionzo es de sus hijos, de él han salido grandes hombres que tuvieron que partir a otras tierras en busca de un mejor modo de vida, y llegaron a ser grandes personalidades, tanto ellos como sus descendientes, con historias verdaderamente apasionantes que iré desgranando en estos artículos. Si algo me ha llamado la atención de estas personas que se fueron lejos de su tierra es su amor por el terruño, ¿Cómo es posible que en un pueblo tan pequeño llegasen a formarse dos Fundaciones? buscando el bienestar y dotación de conocimientos para los vecinos, y fueran sufragados los gastos por aquellos que un día partieron para hacer las Américas.  Los carredanos siempre habían oído hablar de la Fundación de D. José Pérez de Arce, que otorga escritura para la creación de su Fundación en 1853 y se ejecuta el 6 de agosto de 1890, ante el notario D. Urbano de Agüero, y es D. Facundo Gómez quien se ocupó de dar cumplimiento a la voluntad del testador. Con el legado de D. José Pérez de Arce se construyó un edificio para dar clases a los niños y niñas, se arregló la iglesia del pueblo que estaba muy deteriorada y compró vasos sagrados, dispuso también se repartieran varios capitales para diferentes hospitales de la provincia, pero la obra tal vez más importante fue la construcción del Asilo de Bárcena, como dejó escrito textualmente “La creación de un hospicio o una casa hospitalaria en el valle de Carriedo, para mantenimiento de inútiles”

     Cuarenta años antes, otro vecino de Abionzo D. Antonio María Herrera, que también emigró a México e hizo una gran fortuna, tuvo la gran idea de fundar unas escuelas para niños y niñas que comienzan a funcionar tras la Fundación el 13 de junio de 1850, cuyos documentos de Institución y Actas de los exámenes anuales a los alumnos y alumnas del pueblo, firmadas y fechadas por las personas encargadas, han guardado muy celosamente los familiares del Fundador, familia Güemes,  y de ellas he podido sacar una información valiosísima para la historia de este pueblo del valle de Carriedo. A través de estas Actas podemos conocer curiosidades como que en el año 1853 asistían a la escuela 40 alumnos y dan fe de las mejores notas, incluyendo los nombres de los más destacados, nada menos que cinco personas con sus firmas y rúbricas, entre las que se encontraban la del párroco y la del patrón de la Fundación.

     Hay cláusulas muy curiosas en el testamento entre las que podemos encontrar: Que el maestro que ha de regentar esta escuela ha de ser buen cristiano, católico, de buena vida, opinión y costumbres. Según está prevenido por el Fundador, enseñará la doctrina cristiana, leer la letra antigua y moderna, escribir, contar con la posible perfección y dar lecciones de la gramática castellana. Pudiendo ser soltero o casado.

    Otra curiosidad tiene que ver con los horarios y fechas de clases: Que todos los días que no sean festivos o exceptuados por Reglamentos  o por Reales órdenes ha de tener escuela pública para todos los niños del pueblo, sin excepción de sexos, ni edades, y enseñarles seis horas en cada uno desde las ocho a doce de la mañana y de dos a cuatro por la tarde, desde principios de octubre hasta finales de abril, y de siete a once por la mañana y de cuatro a seis por la tarde desde primero de mayo hasta fin de septiembre, instruyéndolos en todo lo concerniente a su facultad, y especialmente en el Santo temor de Dios, respeto, y veneración a sus padres, sacerdotes, y ancianos, empezando, y concluyendo la escuela de cada día con algunas oraciones de su instituto.

     Leyendo estos testamentos y Fundaciones no puedo por menos que admirar la gran generosidad de estos hombres que revirtieron una parte muy importante de su fortuna para paliar las carencias de sus vecinos, tal vez porque nunca se olvidaron de sus raíces humildes y quisieron que estuviesen preparados culturalmente para enfrentarse a los problemas de la vida, tal vez en estas decisiones estuviese el deseo de que su nombre perdurara a través del tiempo por sus buenas obras, nunca lo sabremos, pero una cosa es cierta, que fueron muy generosos.

    

 

 


domingo, 9 de enero de 2022

 




CUANDO AHORRAR SE PREMIABA

     Recientemente buscando entre mis papeles encontré una curiosidad, ante mis ojos apareció una antigua cartilla de ahorro de la Caja de Ahorros de Santander. Cuando mi hermano y yo nacimos nos abrieron dos cuentas, una para cada uno, con su respectiva cartilla de ahorro y hucha, en ella guardábamos lo correspondiente a nuestra paga dominical y de la cual una parte había que ahorrar y aquí no había discusión posible, todos los regalos en efectivo que nos daban nuestros familiares y amigos de mis padres, las “limosnas” del día de la 1ª Comunión. Todo se iba guardando en la alcancía, creo que en los primeros años de mi infancia eran de color verde, más tarde negras. El dinero que allí se ahorraba, después era imposible rescatarlo, ya que la ranura compuesta por dos láminas metálicas no permitía su rescate, aunque tengo que confesar que con los años, ya siendo más mayores, mi hermano que era muy habilidoso encontró, aunque no con facilidad, el modo de sacar algunas monedas y es que los helados de fresa de la señora Rosa, eran un reto para él.

     Este dinero de las huchas cuando ya estaban llenas, se llevaba a la Caja de Ahorros y allí las posaban en una máquina que las abría en su base, cayendo libremente todos los billetes y monedas que posteriormente registraban en nuestras cartillas. En aquella época hasta pagaban intereses, te premiaban con un dos por ciento y por si esto fuese poco, el 31 de octubre día mundial del ahorro, hacían sorteos. Según el capital que tuvieses en la cuenta te daban unas papeletas con números, a mayor cantidad, más papeletas. Aún recuerdo el escaparate de la Caja de Ahorros en Sarón, parecía una tómbola, llena de juguetes de los más caros, aquellos con los que todos los niños soñábamos, pero nunca llegaban. Pensar que lo allí expuesto podía ser tuyo, merecía la pena el ahorro. Recuerdo que en El Cine Gran Casino de Sarón se hacía ese día una fiesta infantil donde acudíamos todos los niños de la zona, Cayón, Obregón, Penagos…, había juegos, y el tan esperado sorteo, a todos los allí presentes se nos iluminaba la mirada al contemplar objetos tan deseados, aunque bien es cierto que los premiados eran pocos, con respecto a todos los allí presentes. Nuestras caras de alegría daban paso a la decepción cuando el sorteo terminaba y no éramos agraciados, pero pronto lo olvidábamos con esa candidez que solo la infancia dona.  

     Como han cambiado las cosas en la banca, antes nos premiaban por ahorrar, nos daban una cartilla que era el documento donde controlábamos nuestro dinero, nos premiaban con intereses, regalos…, hoy por el contrario, nos cobran por las operaciones que hacemos en el banco, tenemos horarios limitados, somos trabajadores del banco, eso sí, sin sueldo, hacemos nuestras transacciones, da igual la edad que tengamos, y si estamos familiarizados o no con la informática, dejando tremendamente vulnerables a nuestros mayores. Las cartillas para nuestro autocontrol y certificación de nuestro dinero están desapareciendo, y todos calladitos y felices. Como añoro aquella Caja de Ahorros de Santander sin ánimo de lucro, que se originó en el año 1896 gracias a D. Modesto Tapia Caballero, industrial burgalés y que en su testamento, tras su fallecimiento dejó 45.000 pesetas destinadas para fines benéficos y que en 1896 el gobernador civil D. francisco Rivas Moreno decide dedicar 35.000 pesetas del legado de D. Modesto a la constitución del capital fundacional del Monte de Piedad y Caja de Ahorros. La reina regente, María Cristina de Habsburgo, madre de Alfonso XIII sanciona los estatutos de la nueva caja el 28 de abril de 1898 y el 3 de junio del mismo año se constituye oficialmente el Monte de Piedad de Alfonso XIII y Caja de Ahorros de Santander. A finales de 1902 se proyecta ampliar la sede de la entidad con la ayuda de un legado de 60.000 pesetas del primer marqués de Comillas, al que añadiría otra cantidad igual su hijo, el segundo marqués, quien recomendó que tuviera estilo montañés y se encargase la obra al afamado arquitecto catalán D. Luis Domenech, profesor de Gaudí.  Hoy es la Sede de la Obra Social de Caja Cantabria y lleva el nombre de “Modesto Tapia”. Después del incendio de Santander de 1941 se reconstruye la ciudad, y en la Plaza Velarde, conocida como la Plaza Porticada, se construye la Caja de Ahorros de Santander y en el año 1969 en la fachada principal se colocan dos figuras desnudas de un hombre y una mujer que significan el Ahorro y la Beneficencia.


domingo, 26 de diciembre de 2021

 






    EL CINE DE QUINTANA

     Recientemente recordaba con unos amigos una etapa de nuestra infancia y juventud, y hoy he decidido hablar sobre esa época, lejana en el tiempo, pero que parece que sucedió ayer.

     Recuerdo una anécdota de la que siempre me rio y suelo contar. En mi familia desde que éramos pequeñitos mi hermano y yo, nos enseñaron a ahorrar, siempre nos decían que teníamos que controlar nuestros gastos, para tener en el futuro una vida holgada.

     En nuestra infancia, en Santa María de Cayón había un Cine que cariñosamente conocíamos como el “Cine de Quintana”, se llamaba Cine Imperio, aún recuerdo el olor especial de esa sala. Al entrar estaba a la izquierda la taquilla en una especie de hall que atendía su hija Lolita, una señora muy agradable y simpática, siempre con sus labios pintados de rojo carmesí. La entrada costaba doce pesetas en butaca y seis en general. El hall y el vestíbulo estaban decorados con numerosas carteleras de películas del momento, con famosos actores de la época.  El yerno de Quintana era el encargado de reproducirlas. Su suegro, cuando entrábamos y nos cogía los tiques nos decía: Pasad que hoy hay un buen “torrendo”. Las cintas que más se pasaban en esa época eran de romanos, recuerdo que nos llevaban mis padres casi todos los jueves cuando mi progenitor venía de trabajar y después de cenar. También había películas de las hermanas gemelas Pili y Mili, de Gracita Morales, Conchita Velasco y Manolo Escobar, entre otros. Teniendo en cuenta que en aquella época no había televisión, la sala se llenaba e incluso había ocasiones que tenían que poner bancos suplementarios, pese a que el Cine era de grandes dimensiones.

     Otro recuerdo que con frecuencia viene a mi mente es el ruido de las motos al finalizar la película, en aquella época había muy pocos coches y todo el mundo se desplazaba con estos medios o en bicicleta.

     Esta sala estaba llena de butacas rojas y en la última fila se había decorado con unos cortinajes de terciopelo, dándole un toque de elegancia y distinción, la parte delantera se separaba por una especie de tabique bajo, que dividía la sección de butaca y general, y en esta última estábamos todos los niños, excepto cuando nos llevaban mis padres que íbamos a butaca. En general nos sentábamos en bancos de madera, a la izquierda los de La Abadilla, a la derecha los de Santa María, que en aquella época no nos llevábamos precisamente bien. Había una especie de rivalidad entre nosotros.

     Un recuerdo que siempre está también en mi mente, es en el exterior, una especie de caseta de madera que se abría para dar servicio a los clientes del cine, allí estaba la señora Rosa, la heladera de helados Trueba de Sarón, los más exquisitos que yo he saboreado nunca, ese sabor a fresa o a mantecado, nadie los ha superado, valían una peseta de una bola y cucurucho del malo, dos pesetas el de cucurucho de barquillo y tres pesetas el corte de helado. También tenía caramelos, cuatro caramelos de menta o frutas por una peseta, igualmente había opción a diez bolitas de frutas, tipo confite, o a un chupa chups o un caramelo en forma de pirulí recubierto con barquillo del malo.  Vendía galletas, unas concretamente le gustaban mucho a mi madre, ella las llamaba paciencias, y siempre cuando nos llevaban al Cine las compraba. No podían faltar las pipas Facundo y los chicles, también a una peseta, los cacahuetes eran más caros, no lo recuerdo, porque mi presupuesto no llegaba a ellos. Más tarde salieron los pitagol, unos caramelos con palo que pitaban, y menudos conciertos dábamos. Para los adultos creo que también había bebidas. Recuerdo los precios porque mi madre nos daba a mi hermano y a mí los domingos ocho pesetas, seis para ir al cine, como es lógico a general, una para gastar y estas eran las opciones que teníamos, y la otra peseta para ahorrarla y meterla en la hucha de la “Caja de Ahorros”, esto teníamos que hacerlo delante de ella, no podíamos escaquearnos.

      Una amiga mía que era muy espabilada, tenía una hermana demasiado buena, y la camelaba para que la diese las seis pesetas de ella, y como una generala se iba al cine a butaca y la hermana se quedaba en la calle, pero cuando salía le contaba la película.

    

    

     


domingo, 12 de diciembre de 2021

 






 FUNDACIÓN DE LAS ESCUELAS DE ABIONZO                      

     De todos es conocido que los carredanos tienen un gran amor por su tierra y así lo han demostrado en repetidas ocasiones. Si por algo se han caracterizado a lo largo de la historia los habitantes del valle de Carriedo, es por su generosidad cuando la vida les ha tratado bien, siempre en su recuerdo estaba su valle, su pueblo, sus familiares y vecinos. Muchos partieron fuera de su tierra para hacer fortuna que más tarde compartirían con los suyos y este es el caso que nos ocupa hoy. D. Antonio María Herrera vecino que fue de Abionzo, hijo legítimo de D. Antonio y Dña. María de Bárcena Campero que también fueron del mismo pueblo. Nombró como albaceas a D. José Pérez de Camino y D. Fernando García Campero, curas párrocos de los lugares de Vega y Saro y a su sobrino D. Manuel Fernández, y así lo atestiguan el 20 de mayo de 1851. Confía en su honradez y fidelidad y les instituye como herederos fideicomisarios con la obligación de distribuirlos en el modo y forma que aparezca en su testamento.

     Les encomienda una vez verificada su muerte hagan balance de sus bienes y quedan facultados para hacer inventario si fuese necesario, pero habrán de hacerlo por si mismos, sin intervención de autoridad alguna y queda prohibido su conocimiento y del remanente de sus bienes, derechos y acciones.  

     Dice en su testamento que quiere que con veinte y cinco mil y más en el Banco Nacional de Francia al premio del cinco por ciento a estos fondos se agregarán el haza de diez carros de labrantíos y la cabecera de prado, la del Pirujo de igual cabida, la primera en el sitio de Ruveotercillo, ambas en la Vega y el prado de Rosones de siete obreros, colindante con otro de D. Tomás Pérez y Bárcena y con D. León Mantecón. Con toda la renta de este capital quiere, se funde una escuela Pía de primera educación en el pueblo, para la enseñanza de los niños de ambos sexos. Procurando el sustento una imitación a la del colegio de los Escolapios y contando con auxilio del pueblo.

     Nombra con toda preferencia para primer preceptor de la misma a su sobrino D. Dámaso Pérez y Herrera y a su falta lo serán sus hijos si fueran idóneos, y de buena conducta moral, civil y buen ejemplo de costumbres públicas, que ha observado en Dámaso. No se le obligará a un examen rígido hasta no estar cuatro meses de fundada dicha escuela y colocado en ella, en la clase de su primer preceptor. Da total preferencia a los miembros de su familia que sean aptos e idóneos para ejercer este cargo y en caso de imposibilidad, a los de este pueblo, prohibiendo absolutamente, aunque puedan obtener este destino a todo empleado por el Gobierno Civil y Eclesiástico y a los hijos de estos. Igualmente prohíbe que de otros pueblos puedan ocupar el puesto de preceptor.

     Encarga muy estrechamente se fijen para elegir maestros, no en el mucho saber sino en que enseñe a los niños de palabras y ejemplo cuanto deban saber, y “entender respecto de nuestra Religión Católica Apostólica y Romana” en cuanto lo permitan sus edades y excepto a todo el que posea vicios de bebedor, borracho, vierta palabras obscenas y otras faltas que exigen corrección y son contra las buenas costumbres de que por ninguna manera obtenga dicho magisterio, virtudes morales con un mediano saber.

     En caso de no llevarse a cabo esta fundación, las rentas destinadas al preceptor serán repartidas todos los años entre sus parientes que existan y por iguales partes, si fueren necesitados, no siéndolo no, que deja a la calificación imparcial del patrono y vice que será permanecer en la descendencia de su sobrino Manuel y a su absoluta falta quiere que recaiga en el señor cura y concejo de quien espera llevarán a su permanencia el objeto de su súplica. Si sucediese que solo quedasen uno, dos o tres parientes, estos lograrán la citada renta, pero quedando una o dos solas personas solo disfrutarán de la mitad y la otra mitad se repartirá entre los más pobres de este pueblo.

     Queda absolutamente prohibido mover el capital impuesto y destinado a esta fundación. Deberá seguir en el Banco de Francia donde hoy está.


domingo, 28 de noviembre de 2021

 





 EL SUEÑO REPARADOR DE LOS PASIEGOS

       Recientemente buscando entre mis archivos que contienen documentación sobre los Valles Pasiegos, me topé con una curiosidad, donde se explicaba que allá por el año 1890 se creía que una conciencia tranquila, hacer buenas obras o perdonar al enemigo, era un buen procedimiento para descansar y dormir bien.

      Pensaban que el trabajo duro al que estaban expuestos los aserradores, canteros, maquinistas, herradores y todas aquellas personas que tienen trabajo fuerte o están demasiado tiempo de pie, pueden estar expuestas a enfermedades adinámicas o debilidad muscular patológica. Por el contrario, se tildaba al holgazán como perezoso y recordaban que la religión cristiana califica la pereza como un vicio capital que genera otros pecados. Y esta holganza embrutecerá al individuo haciéndole perturbar la inteligencia.

     Según su modo de pensar, creían que el trabajo debía estar en consonancia con la constitución física de cada individuo. El alimento sería esencial para el desgaste del cuerpo y aconsejaban: legumbres, verduras, carnes, pescados, pan, vino, leche, entre otros, pero sin duda, entre las recomendaciones destacaba un buen descanso. Un sueño reparador implicaría la desconexión de los actos cotidianos. El sueño no debía de ser ni muy largo ni muy corto. Lo aconsejable eran ocho horas, de este modo, el día se dividiría en tres partes, ocho horas para trabajar, ocho para descansar y otras ocho para dedicarlas a tareas recreativas. Más de ocho horas en la cama estaría mal visto, pues se les consideraba perezosos, faltos de ambición y apáticos con respecto a la fortuna y la felicidad.

     Las alcobas deberían de tener ventanas y estar bien ventiladas, no tener plantas en macetas, pues durante la noche consumen oxígeno y expulsan dióxido de carbono, por el contrario, durante el día generan oxígeno. Tampoco se aconsejaba tener en los cuartos lámparas, lamparillas, bujías o candiles ya que viciarían el aire y producen como las plantas anhidrido carbónico. 

     En estos archivos encontrados, se dice que allá por el año 1890 en nuestros Valles Pasiegos consideraban que era malo soñar mucho o tener ensueños porque el cuerpo no se relajaba.

     También creían que era malo acostarse después de comer o cenar porque la digestión se hace lentamente y se generan gases en los intestinos y el estómago y puede darle incluso una apoplejía o derramen cerebral. Aconsejaban no dormir con fajas o ropa muy ceñida ya que dificultaría la circulación de la sangre y podría llegar a ser mortal.

     Dormir le da al cuerpo y al cerebro tiempo para recuperar el estrés del día. El ser humano no puede vivir sin desconectar. Hay un refrán que ratifica estas palabras “Vamos a consultar con la almohada”

      Según los especialistas entre los beneficios de dormir bien se encuentran los siguientes: Se incrementa la creatividad, ayuda a perder peso, hace estar más sano, mejora la memoria, protege el corazón, reduce la depresión.

     Se dice que tu sueño condiciona tu vida. Hay estudios que nos indican que pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo, así cuando tenemos sesenta años, habremos pasado durmiendo 20.

     El sueño mantiene nuestra mente y cuerpo sanos.

    

      

    

 

 

    


domingo, 14 de noviembre de 2021

 




 NELUS EL ZORRO


     Recientemente en un reencuentro con mi amiga María José Río Gómez, su hermana y su prima, me hablaron de su abuelo, su historia me pareció tan interesante que he querido contárosla.

     Manuel Gómez Gutiérrez conocido como “Nelus” el pasiego, nació en Llerana de Saro, en el año 1875. Desde muy pequeñito su vida comenzó a ser muy peculiar, enfermó gravemente, tanto, que su familia temió por su vida y le compró un ataúd para enterrarle, pero milagrosamente se recuperó y tal vez como agradecimiento a Dios o como ofrenda, llevó el féretro a la iglesia donde estuvo colgado muchos años.

      De su paso por la mili sabemos que allí coincidió con Miguel Primo de Rivera. Su estancia en El Ferrol al servicio de la patria fue muy afortunada, pues su puntería con las armas era tan exacta que consiguió múltiples permisos y dinero. Pero si su puntería era fina, no lo era menos su picardía y encontrándose viajando en el tren con un amigo, tenían por compañera de viaje a una monja con su gran cofia y le dijo a su amigo: “Te apuesto una cena a que toco una teta a esa monja”, “calla hombre, ¿qué dices?” le respondió su compañero. Nelus con gran sutileza le dijo a la monja: “Hermana, ¿me dice la hora que es? Tocándola un pecho.

     Fue un superviviente de la guerra de Cuba donde luchó contra los rebeldes. Viajó hasta la isla a bordo del trasatlántico “Reina María Cristina”. Allí también destacó por su gran puntería. En una ocasión estando en formación en Cuba, en Puerto Padre, apareció un hermoso ciervo que se había escapado del monte. Nelus no lo piensa y poniendo su fusil al hombro, de un tiro mortal derriba al animal. El general Castellanos con gran sorpresa hace dar un paso adelante al responsable de tal hecho. Nuestro protagonista lo dio y el militar le dijo: “Está muy bien tu puntería muchacho, pero no vuelvas a hacer esto, porque es avisar al enemigo”.

     Nelus el pasiego se casó y tuvo doce hijos, vivía en La Canal al lado del convento de las monjas, en una casa de piedra con gran alero. Su buena puntería para la caza le llevó a participar con grandes personalidades en las cacerías, entre los que se encontraban el Rey Alfonso XIII, el yerno del general Chacón, D. Carlos Pombo, D. Carlos R. Cabello y Losada entre otros.

      Eran tantas sus ausencias que su esposa molesta, pues todas las tareas recaían sobre ella, le dijo en cierta ocasión: “Tú, todo el día por ahí, y tus hijos están sin calzoncillos”. Se ve que Nelo se lo contó al Rey y a sus compañeros de caza, y estos le regalaron una pieza de tela de algodón blanca para que hiciese los calzoncillos a los niños, con lo que era aún más trabajo para su esposa, pero esta hizo unas buenas sábanas con ella.

     Le unió gran amistad con el Rey Alfonso XIII, debido a sus cacerías, en las que intervenía como rastreador de la sorda. En cierta ocasión le invitó al palacio de la Magdalena a comer junto con otros cazadores. La mesa estaba servida con todo lujo de detalles, finas vasijas, cristalerías y cuberterías, y entre ello, un cuenco de cristal con agua para enjuagarse los dedos después del marisco. Pero el bueno de Nelus nunca se había visto en otra igual, y al sentarse en la mesa, tenía sed, y ni corto ni perezoso se tomó el agua del cuenco de cristal. Cuando sus compañeros le vieron sonrieron y comenzaron a hacer comentarios burlones, pero el Rey al darse cuenta, también cogió la vasija y bebió el agua, obligando así a todos los presentes a hacer lo mismo.

     En otra ocasión y ante las quejas también de su esposa por sus correrías y el poco abrigo que sus hijos tenían para el invierno, Nelus se quejó ante el Rey y este le regaló su capa que posteriormente serviría para abrigar a varios de sus hijos a la vez, para ir a la escuela. Cuando llegó la guerra civil española le requisaron la capa.

        Se da el caso de que uno de los yernos de Nelus fue alabardero del rey Alfonso XIII y le dieron casa, dinero y unos gemelos de oro.

     Pero lo que más famoso hizo al pasiego cazador fue cuando llevó un zorro vivo a Santander para que lo disecara Robles, un barbero del Paseo de Pereda. Lo transportó en un cajón de madera de los de tabaco, y tranquilamente se sentó para que lo afeitaran, pero la curiosidad de los allí presentes que nunca habían visto un zorro vivo, les hizo abrir la caja y ¡zas! El animal se escapa a la carrera Paseo de Pereda adelante. Nelus con media cara afeitada corriendo detrás del bicho y gritando: Atajaili, atajaili que ahí va el pan de mis hijos, pero el zorro que se las sabía todas, se lanzó al agua, y cruzó a nado hasta Pedreña. A los tres días se vio al zorro escondido y que previamente había dado buena cuenta de las gallinas que se encontraban en el gallinero del cura del pueblo.

     Esta hazaña del zorro le valió a Nelus el seudónimo de “Nelus el Zorro” 

 A Nelus le gustaba mucho el café, era muy cafetero, también era muy habilidoso para hacer los cuévanos y prueba de ello es esta foto en la que se le ve en pleno trabajo.

     

 

      

 

                                                Nelus haciendo un cuévano