Gilda Ruiloba con sus libros.
"A GILDA RUILOBA, LA CRONISTA DE CAYÓN)
(Dedicado a Gilda Ruiloba por un lector y escritor).
Este rincón ha sido creado para recopilar todos mis escritos. Tener un lugar donde disfrutar y compartir mis visiones de la vida, en cada momento, mis alegrías, tristezas, ilusiones, tantas cosas que suceden en nuestras vidas y alrededor de ellas y que muchas veces pasan totalmente desapercibidas. Es para mí una satisfacción contar con este rincón, donde poco a poco iré compartiendo mis poesías, cuentos, y otros escritos.
Gilda Ruiloba con sus libros.
"A GILDA RUILOBA, LA CRONISTA DE CAYÓN)
(Dedicado a Gilda Ruiloba por un lector y escritor).
PEPITA Y LA VIEJA MÁQUINA DE ESCRIBIR
Recuerdo en mi infancia que mis
padres siempre me llevaban a sus transacciones comerciales y en una de ellas a
una oficina que estaba situada en la Plaza Porticada de Santander. Allí había
una señora rubia, Pepita se llamaba, en cuanto me veía se levantaba, me cogía
de la mano, me llevaba a su mesa, tomaba asiento y me sentaba sobre sus piernas
delante de la máquina de escribir. Introducía un papel en blanco en la vieja
máquina y me decía: Escribe. Ese fue mi primer acercamiento al mundo de las
palabras, ahí decidí que quería ser secretaria, yo admiraba a Pepita.
Con el paso de unos años, ya en el
colegio de los Sagrados Corazones mis padres decidieron reforzar mi enseñanza
con mecanografía, taquigrafía y Contabilidad, tal vez porque sabían mis
aspiraciones. Y fue allí donde tomé contacto con la antigua máquina Underwood. Era
muy cómoda para escribir, los dedos encajaban perfectamente en sus teclas
redondas, de todas las máquinas posteriores, ella fue la más cómoda y con la
que más rapidez experimenté.
Después ya en Centros
especializados vinieron más asignaturas relacionadas con la Administración, y
otras máquinas más modernas se dieron paso, hasta llegar a las eléctricas que
ya eran todo un lujo, pues si te equivocabas podías borrarlo al momento y no
andar con la vieja usanza de poner los papelitos de tiza blancos que tanta lata
daban. Con la eléctrica era una pasada, solo dar a una tecla y corregir. Para
mí tenía un inconveniente, que al estar acostumbrada a poner los dedos en la
fila central tenía que tener mucho cuidado, pues se presionaban las teclas con
mucha facilidad, ya que eran muy sensibles, con el problema que esto conllevaba,
pues se marcaban las letras. Confieso que fue un incordio, posteriormente llegaron
también los primeros ordenadores con aquellas cartulinas perforadas de
ciclostil. ¡Cómo han avanzado los
tiempos! Hoy las nuevas tecnologías día a día se modernizan dejando rápidamente
obsoletas a las anteriores.
Los nuevos ordenadores son todo un
lujo, están llenos de información, escribir y comunicarte es muy sencillo, nada
que ver con las antiguas máquinas mecanográficas.
No puedo por menos que recordar a Pepita, la
señora rubia de la Plaza Porticada que en gran medida tiene la culpa de que yo
sea la secretaria de la Sociedad Cántabra de Escritores.
Y como no, a la vieja máquina de
escribir Underwood que tan buenos momentos me dio, aún recuerdo las clases
detrás del telón del escenario donde se hacían las funciones de Navidad y Fin
de Año que tan entrañables eran para nosotras.
Esta vieja máquina se ha quedado
grabada en mi corazón junto al recuerdo de Pepita.
La vida muchas veces nos depara
grandes sorpresas, entre ellas como una persona a la que admiras y que con gran
cariño te puso delante de una máquina de escribir por primera vez, puede
cincelar en cierto modo tu destino.
Gilda Ruiloba
Víctor Abascal y Gilda Ruiloba
A VÍCTOR ABASCAL ACEBO
CARREDANO VELOZ
A los pies
de Giniro
viste la luz
por primera vez,
carredano de
nacimiento,
aunque
gustas llamarte pasiego.
Entre tus
historias de infancia,
en las que
era necesario tener la prueba de nobleza
inscrita en
los padrones de hidalguía
para poder
ser Correo de Su Majestad el Rey.
Tu mente de
niño debió de soñar
con “Látigos
en Pellejeros,
novedades en
la Corte”
y este deseo
de rapidez y servicio
Te llevó a
portar nada más
y nada menos,
que la
antorcha Olímpica.
Carredano
veloz.
En tu despedida
del mundo laboral
creas un
mundo fantástico,
Lleno de
poesía.
Das vida a
interminables y maravillosas historias.
Muchas han
sido las albricias recibidas,
honrando así
a tus ancestros
que portaron
la correspondencia epistolar,
ignorando
los peligros que acechaban.
Compañero
generoso
donde los
hay,
nunca un
soneto
faltó a
quienes fueron homenajeados.
Y hoy es tu
turno,
no tienes un
hermoso soneto,
pero sí,
unos versos salidos del corazón
de alguien
que te admira, te respeta y te quiere.
Gilda
Ruiloba
AYER ESTUVE EN NUESTRA ISLA
Ayer estuve en nuestra isla,
la mar estaba bella,
el cielo azul,
y tú no estabas.
Las gaviotas surcaban el cielo
sobre la mar bella,
con su vaivén de alas, giraban,
y graznaban al grito unísono.
Tal vez se percataban de tu ausencia,
viendo mi tristeza
al contemplar su vuelo
que en otros tiempos fue anhelo.
Nuestra isla
ya no es la misma sin ti.
Su verdor de antaño
se ha convertido en vegetación xerófila.
Me senté en nuestro banco,
ese que siempre decías
que la naturaleza
había esculpido para mí.
Allí permanecí inmóvil,
durante horas,
contemplando el hermoso paisaje
que ante mí se ofrecía etéreo, puro.
Un pequeño velero
surcaba las aguas azules,
imaginé a una joven pareja enamorada
compartiendo momentos sublimes.
Sin ti,
nuestra isla ya no es la misma,
sigue siendo hermosa, agreste,
pero la falta de tu vitalidad la hace
anhedonia.
Un gran buque de carga
apareció en el horizonte,
surcaba las aguas
en dirección al puerto.
Comenzaba el ocaso del sol.
La melancolía me envolvía.
De pronto,
me pareció oír tu voz.
Tu silueta se dibujaba
entre los rayos de un sol en retirada.
Tu sonrisa se apoderó de mí,
Y extendiendo tus manos
me ayudaste a levantarme
de nuestro banco.
Sigue tu camino,
vive tu vida,
no estés triste,
me susurraste.
Sentí un cálido beso
en mi rostro
y mi interior se llenó de paz.
Tu halo de luz permanece en mí.
Gilda Ruiloba.
TROVADOR DE SUEÑOS
Trovador de sueños,
que a lo largo de tu vida
has llevado por todos los rincones
de la faz de la tierra tus melodías.
Han nacido en tu interior,
emergiendo de esas vivencias
que a lo largo de tu existencia
has ido acumulando en el alma.
Trovador de sueños,
nostalgias, anhelos,
has hecho del dolor,
bondad.
Del sufrimiento,
esperanza y alegría.
Que has repartido
a todos cuantos te rodean.
Trovador de esperanzas,
tú has sabido llenar tus vacíos
con tu guitarra
a quien has hecho hablar.
Nos ha hablado de tus viajes,
de tus soledades,
de tus triunfos,
de tus grandezas.
Trovador de sueños,
cuan juglar en la Edad Media
has recorrido el mundo,
llevando alegría y esperanza.
Cosechando admiración,
respeto, empatía,
te has ganado un lugar
entre las estrellas.
Trovador de sueños,
eres muy grande,
pero tu sencillez
lo quiere esconder.
Más nunca un dedo
pudo tapar el sol,
y eso sucede contigo,
trovador de sueños.
Eres muy grande,
y todo el mundo lo sabe,
maestro de la guitarra,
maestro del cante.
Manuel Irurozqui,
Manuel Iberia
para tus amigos,
para tu público.
Gilda Ruiloba.