HISTORIA DEL CATASTRO DEL MARQUÉS DE LA
ENSENADA
Recientemente
leyendo los padrones en el Catastro del Marqués de la Ensenada recopilados por
el investigador nacido en Guarnizo en el año 1891 D. Tomás Maza Solano, me
sorprendía a mí misma pensando: “Como han cambiado los oficios con el paso de
los años. El 10 de octubre de 1749 Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués
de Ensenada y ministro de Hacienda desde 1743, consiguió un Real Decreto para
poner en marcha uno de sus más deseados proyectos, el conocido como Catastro
del Marqués de la Ensenada. Con motivo de modernizar y hacer más eficaz el
cobro de impuestos se hace un catastro muy ambicioso y trabajoso para todo el
reino de Castilla. A través de él se conocerá la economía real de los
diferentes lugares y serán los propios vecinos quienes detallen en una
declaración sus propiedades, casas, fincas, animales y rentas, así como sus
oficios y otros ingresos que pudieran tener. El Catastro de la Ensenada
constaba de un cuestionario de 40 preguntas que debían ser contestadas por los
vecinos. Este trabajo hoy en día es la base de la investigación de como era y
funcionaban nuestra tierra y nuestros ancestros en el pasado, para muchos
historiadores y amantes de nuestra historia. Aquí podemos obtener mucha
información ya que a la vez que se hizo el catastro se confeccionaron otros
documentos de gran interés como, nobleza, hidalguía, profesiones y oficios y
otros datos. Así podemos encontrar que figuran en dicho catastro la
Jurisdicción de los Montes de Pas bajo el nombre de “Partido de Castilla la
Vieja, en Laredo”, se lee en el tomo correspondiente a la “Villa de San Roque
de Rumiera”.
En diciembre de 1750 se imprimió el Real
Decreto que posteriormente se remitió a todos los pueblos para que cada vecino,
viuda, habitante o morador, pusiera en poder de la justicia del lugar un
Memorial arreglado al interrogatorio que se puso en letras de molde. La menor
ocultación que se hiciese en ese Memorial se penaba con 200 ducados, la mitad
para la Real Hacienda y la otra mitad para el denunciante, además de proceder
contra el ocultador con mayor castigo conforme a las leyes.
Actualmente se guardan 1047 volúmenes del
Catastro del Marqués de la Ensenada sobre Cantabria. En el incendio de
Santander de 1941 se quemaron en el Archivo de la Delegación de Hacienda 156
volúmenes del Catastro de la Ensenada correspondientes a varios pueblos de la
provincia.
Cada valle tiene su peculiaridad en los
oficios de sus habitantes, así en el valle de Carriedo eran numerosos los
labradores y varios vecinos los que estaban ausentes en Andalucía, Indias, y
Madrid. Había cantero, cerrajero, tornero, administrador de tabaco, el Correo
de a caballo de S.M., de quien hemos hablado recientemente, el labrador y
boticario a la vez, o la beata de velo blanco y el pobre de solemnidad que
pertenecía al estado noble, podemos observar que al lado de algunos nombres
está escrita la palabra “pasiego” para diferenciarlos del resto de los vecinos.
En el valle de Cayón también podemos
encontrar un gran número de labradores y canteros, carpinteros y labradores,
conjuntamente o como diríamos hoy: “mixtos”, tampoco podía faltar el notario y
labrador, el sangrador y barbero, el sastre y labrador, el herrero y labrador, el
abogado, el escribano, el tratante en vinos, el médico asalariado, el tendero,
el maestro de niños, el zapatero y el estudiante. Llama la atención que tanto
en el valle de Carriedo como en el de Cayón, en el censo aparecen como nobles e
hidalgos, con los privilegios que esto conllevaba, pues entre otras muchas
cosas, estaban exentos de pagar ciertos impuestos. Igualmente, los que estaban
ausentes en Indias, Andalucía o Madrid, los inscribía la familia, pues el que
no constaba en el Padrón como noble o hidalgo lo que garantizaba la “limpieza
de sangre”, después tenían que pleitear en la Real Chancillería de Valladolid.