LA ABUELA ANA
Cita de Jimi Hendrix: Cuando el poder del amor sobrepase el amor al poder, el mundo conocerá la paz.
Hoy es mi cumpleaños y mi nieto ha venido
a felicitarme, los dos hemos pasado una maravillosa tarde en el jardín. Como
pasa el tiempo, ya se ha convertido en un hombre. Tiene esa edad en que cree
que el mundo le pertenece y está en posesión de la verdad. Yo le observo y veo
a su abuelo cuando era como él, siempre lleno de planes, ilusiones, convencido
de llevar con firmeza el timón de su vida, y esto me produce gran alegría. Si
su abuelo lo viese estaría muy orgulloso, son como dos gotas de agua. Me hace reír con sus ocurrencias, es tan
simpático y vital.
Hoy, sin embargo, me he sentido incómoda y
vulnerable ante sus preguntas.
-
Abuela, muchas veces me he preguntado por qué cuando era niño nunca nadie me regaló una pistola o una escopeta de juguete. Recuerdo que todos mis amigos la
tenían. Yo la pedí muchas veces, pero nunca llegó. Y cuando estaba pensando qué carrera elegiría estudiar, hubo una época
que quise ser militar, y esto os incomodó mucho, pero nunca nadie me explicó los motivos, simplemente,
noté vuestro rechazo sin explicación alguna. Cuando por fin decidí ser
informático, vi el alivio en vuestro rostro. Abuela, ya tengo una edad en que
puedo comprender las cosas y me gustaría saber los motivos de tanta negatividad
a todo lo que está relacionado con las armas.
-
Hijo, son imaginaciones tuyas.
-
No, abuela, no es cierto, tú sabes perfectamente que algo se esconde ante tanto
rechazo y yo deseo saberlo.
-
No hay nada que esconder, simplemente son fantasías tuyas.
-
Explícame entonces, el motivo por el que en nuestra casa nunca se habla de
política, yo ignoro que partidos son afines a vosotros.
-
Simplemente pasamos de ella, no todo el mundo tiene que ser político, también
están los apolíticos como nosotros.
-
No me convences abuela, sé que algo me ocultáis y me duele, porque no confiáis
en mí, siempre que os pregunto me contestáis con evasivas como ahora. Yo
confiaba en ti, porque eres mi ejemplo de vida, una abuela tan sensata y que
siempre me ha enseñado los valores de la vida, me ha dicho que con la verdad se
va a todas partes y que la palabra de un hombre de bien es como una firma, y
sin embargo sé que algo me ocultáis, lo intuyo. Cuando toco el tema de política
o cuando deseaba ser militar, rápidamente cambiáis de conversación, es como si
pensaseis que de lo que no se habla no existe, y francamente, esta situación me
exaspera porque se escapa a mi entendimiento. Abuela, por favor, sácame de esta
duda.
-
No entiendo cómo puedes estar tan convencido de que te ocultamos algo.
-
Porque es obvio abuela.
Ante las preguntas de mi nieto me siento
incómoda, él tiene razón, hay temas de los que no queremos hablar porque nos
duelen. Hay cosas que pertenecen al pasado y no deben volver al presente.
Recuperar el dolor, la decepción, la angustia, el miedo, no tiene ningún
sentido. Mi nieto me observa suplicante, tal vez ha llegado el momento de darle
respuesta a sus preguntas y también es cierto, que yo soy quien debe hacerlo.
Quisiera retrasar estos momentos ¿para qué remover tanto dolor?, creo que ha
llegado la hora de darle respuestas.
-
¿Qué quieres saber exactamente?
-
Todo.
-
¿Todo?
-
Sí, creo que gira en torno a la política o la guerra, son temas que jamás se tocan en la familia.
-
Porque son cosas que pasaron hace muchos años, y no tiene sentido hablar de
ellas, estamos en otra época que nada tiene que ver con aquella, ahora existen
otros problemas diferentes a los que debemos dar soluciones, cada generación
tiene sus propias vivencias y no debemos de estar desenterrando la vida de
nuestros abuelos.
-
¿Algún antepasado mío murió en la contienda?
-
Sí.
-
Abuela ¿qué es para ti la democracia?
-
Para mí la democracia es tu bisabuela Ana.
-
¿La bisabuela Ana? ¿Por qué?
-
Porque ella fue un claro ejemplo de la tolerancia y el amor.
-
No entiendo nada abuela, por favor me lo quieres explicar.
Miro
al cielo y pido ayuda y claridad, que mi boca se llene de palabras sabias para
inculcar a mi nieto amor, respeto y hermandad.
-Tu
bisabuela tuvo tres hijos, a los tres los crio igual, con las mismas creencias,
todos tuvieron la misma educación en un colegio religioso donde se prepararon
muy bien, el mayor era tu abuelo, después vinieron tus tíos Antonio y José,
este último era muy estudioso e intelectual, aprobó dos carreras, capitán
mercante y maestro. Todos vivían tranquilos con sus trabajos y familias hasta
que estalló la guerra civil.
Mi
nieto me observa con curiosidad y ansiedad, deseoso de conocer todos los
detalles, yo quisiera que estos momentos nunca hubiesen llegado, pero sigo
contando la historia de la familia.
- ¿Qué pasó entonces?
-
Tus dos tíos, cada uno fue afín a una idea diferente.
-
¿Y el abuelo?
-
Él era apolítico, hablaba con sus hermanos tratando de convencerles para que no
se involucrasen demasiado, pero ellos lejos de hacerle caso, cada día se
metieron más y más, hasta el punto que Antonio llegó a ser jefe de derechas y
José jefe de izquierdas. Ana sufría mucho con esta situación, era la madre de
los dos, y no comprendía como habiendo tenido la misma educación podían
encontrarse en esta posición con sus hijos enfrentados por unas ideas. Prohibió
expresamente que en su casa se hablase de política, y les hizo jurar que
siempre se protegerían el uno al otro pasase lo que pasase.
Hubo muchas inquinas en el pueblo y
concretamente en su casa, tu bisabuelo era un hombre muy culto y tenía una de
las mejores bibliotecas de la zona, un día vinieron unos hombres y sacaron
todos los libros a la huerta y los quemaron, se llevaron todos los muebles y
cosas de valor, comida, relojes de oro que eran de los bisabuelos, lo dejaron
todo vacío, tras las súplicas del padre de tu abuelo que ya era muy mayor y les
pidió que dejasen una cama para sus hijos, estos le respondieron que durmieran
en el suelo, pero a él le dejarían una cama por su avanzada edad. Cuando tus
tíos llegaron a casa se encontraron con este panorama, el hijo cuyos compañeros
habían hecho esta barbaridad salió corriendo para pedir cuentas de lo que allí
había pasado.
Pasó el tiempo y al jefe de izquierdas lo
mandaron a una misión especial a Barcelona para que no se enterase de que iban
a detener a su hermano, a quien llevaron a la Checa, y posteriormente, por unas
horas lo trasladaron a los calabozos del Ayuntamiento, y a las doce y cuarto de
aquella noche, lo llevaron nuevamente junto con un sacerdote y dos jóvenes a la
Checa. Neila dio orden de amarrarlos los brazos y manos con cuerdas de bala,
dándoles multitud de vueltas. Se dirigieron en dos coches a Puerto Chico y allí
los obligaron a subir a un lanchón que se dirigió mar adentro, posteriormente,
les amarraron unos sacos muy pesados, pero de pronto, unas señales de luz y
grandes ruidos hicieron cambiar el rumbo del lanchón de regreso a puerto. Al
llegar, Antonio escuchó que preguntaban si él viajaba allí, y al responder
afirmativamente, ordenaron que lo liberasen, y así lo hicieron, el lanchón
volvió a zarpar nuevamente y nunca más se supo del sacerdote y los dos jóvenes
que acompañaban a Antonio, su tumba está en un lugar desconocido en el fondo
del mar. El jefe de derechas al bajar, se encontró con una orden de puesta en
libertad firmada por los altos mandos de sus oponentes, y de la oscuridad salió
una esbelta figura que lo abrazó con cariño y le susurró al oído “¿Cómo te has
dejado coger cabrón?” Era su hermano, que había venido desde Barcelona en una
avioneta, al enterarse por un confidente de lo que estaba pasando. Antonio al
llegar a su casa se encontró a su esposa y a los vecinos del pueblo rezando el
rosario por su alma. Muchas fueron las
desgracias que esa maldita guerra entre hermanos causaron a estos dos miembros
de la familia, uno de ellos murió posteriormente de un balazo, mientras cuidaba
que los escapados no robasen en propiedades privadas, para gran júbilo de la
radio pirenaica que lo anunció a bombo y platillo, el otro hermano siguió con
sus ideas terminada la contienda y haciendo una revista clandestina con sus ideales,
estuvo a punto de perder a sus hijos, a quienes mandó a Francia para ser
llevados a Rusia como niños de la guerra, pero gracias a tu abuelo que no lo
consintió y se fue al país vecino para recogerlos y devolverlos a la familia. Tu tío José sufrió
las represalias de los vencedores, aunque esto no le hizo variar sus ideales. Y
es por todo esto, que nunca queremos hablar en la familia, de guerra ni
política, lo mejor que nos ha pasado a los españoles es la democracia, el
abrazo, el perdón y el olvido entre hermanos.