Este rincón ha sido creado para recopilar todos mis escritos. Tener un lugar donde disfrutar y compartir mis visiones de la vida, en cada momento, mis alegrías, tristezas, ilusiones, tantas cosas que suceden en nuestras vidas y alrededor de ellas y que muchas veces pasan totalmente desapercibidas. Es para mí una satisfacción contar con este rincón, donde poco a poco iré compartiendo mis poesías, cuentos, y otros escritos.
jueves, 24 de noviembre de 2022
domingo, 13 de noviembre de 2022
TORCUATO RUILOBA Y RUILOBA
Hoy quiero hablar de este importante empresario cayonés nacido en Santa María de Cayón y que tuvo sus orígenes como todos los Ruiloba en tierras de Alfoz de Lloredo, concretamente, en Novales. Descendiente de una saga familiar relacionada con la piel y el calzado
Torcuato Ruiloba y Ruiloba nº11 del Ayuntamiento de Santa María de Cayón, partió como voluntario a Cuba en el reemplazo de 1883 y seguramente, viendo las grandes oportunidades que la Isla ofrecía decide emprender allí sus negocios. En 1899 podemos encontrar en La Vanguardia una noticia que dice:” Para dedicarse al comercio de peletería y sus anexos se ha construido en Cienfuegos una sociedad en Comandita bajo la razón social de Ruiloba y Compañía, de la que son socios D. Torcuato Ruiloba, D. Serapio Obregón Cuesta (de Cayón), D. José Estua Mariña (gallego) y comanditario D. Aquilino Velasco Razañano. José Estua Mariña natural de Villaronte, además de director consiguió al igual que Torcuato una gran fortuna y en el año 1924 fue diputado provincial.
La “Casa Ruiloba y Compañía” se
especializó en la fabricación de guantes para chóferes y campesinos que
cortaban caña de azúcar, entre otras cosas.
Así se describía a la empresa: Ruiloba y
Comp., S. en C. Almacén Importador de peletería, Talabartería y Pieles. Calles
D´Clouet y Santa Elena Nos. 82, 84 y 86.- Cienfuegos. Gerentes: Torcuato
Ruiloba e Inocencio Ansola, Comanditarios: Serapio Obregón y José Estua,
Industriales: Indalecio Vázquez, Antonio Setién. “La Casa de Novedades” de
Ruiloba y Compañía, S. en C. es la más importante de toda la República en
importación y venta de calzado de todas clases. Tiene comprador constante en
los Estados Unidos de América y siete viajantes por toda la Isla. Es la única
receptora de las afamadas y garantizadas capas de agua “Mundial”, “Rey
Ruiloba”, “Cuba y España” y “Viajante”.
Las marcas registradas a favor de Ruiloba
y Compañía, S. en C., son las siguientes: Fidelity, Mundial, Obregón,
Actualidad, Boy Scout, Cuba y España, La Giralda, Adelaida, Milady, Odalisca,
Dorinda, Cubanita, Rey Ruiloba, Viajante, Veraniego, Siete Suelas.
En
el año 1918 un grupo de hombres muy acaudalados y poderosos decide construir un
Club Náutico “Cienfuegos Yacht Club” sería la sede de una sociedad muy exclusiva
deportiva. Para ello le comprarían a Torcuato Ruiloba dos hectáreas de terreno
y se construiría un palacete de estilo ecléctico cubano, dicha mansión la
realizó el arquitecto Pablo Donato Carbonell, autor de las más famosas y
hermosas edificaciones del momento en Cuba. Actualmente es uno de los edificios
más emblemáticos de Cienfuegos. Su coste se estimó en 75 mil pesos de aquella
época. Se cuidó hasta el más mínimo detalle, en el interior no se escatimó en
lujo y comodidad. A Torcuato se le abonó al contado por los terrenos 12.500
pesos cubanos.
El cayonés al mismo tiempo que fue un
acaudalado empresario en Cienfuegos, formó parte de la Junta Directiva como
presidente de sección en La Colonia Española y acordó aprobar el proyecto de
construcción de un pabellón con modernos requisitos en su fabricación e
higiene. Construcción de un piso alto en el pabellón de operaciones.
Construcción de pabellones necesarios para enfermedades transmisibles. Cercar
de ladrillos parte de los terrenos que ocupaba el sanatorio.
Además, Torcuato fue socio de otro gran
negocio “Compañía de Seguros y Finanzas de Cienfuegos” que sería muy próspero.
Construyeron un edificio propio bajo las órdenes del arquitecto Luis Gálvez.
Ruiloba fue miembro de la directiva como director. Las obras costarían 122.300
pesos cubanos.
Fue presidente en diferentes Juntas
Directivas de varias entidades.
En el ámbito personal contrajo matrimonio
en Laredo el viernes 18 de febrero de 1903 con Adela Setién Sierra y tuvieron a
sus hijos: Torcuato, fallecido con 15 años en Santa María de Cayón el 11 de
junio de 1930, Adelaida, José María, Antonio, fue un prestigioso médico y María
del Carmen, conocida como Cuca, se casó con el director de la fábrica Nestlé en
La Penilla de Cayón, el suizo Lorenzo Pfersich Merki.
Torcuato Ruiloba junto con doña Aurora
Sámano, viuda de D. Idelfonso Colsa, propietario de La Casona de Cayón,
mandaron construir y pagaron con su dinero el nuevo cementerio de Santa María
de Cayón que se hizo en el sitio de “Vega de la Viña” (Solainde) conocido entre
los vecinos como “El Cuervo”.
También nuestro protagonista de hoy
contribuyó junto con los empleados de su empresa, entre los que se encontraban
los cayoneses Belisario Colsa, Aniano Obregón y Ricardo Horza, con donativos
para la construcción y mantenimiento de la Institución Reina Victoria “Gota de
Leche de Santander”. Igualmente, para la reparación del Santuario de la Bien
Aparecida en la que su esposa Adela e hijo Torcuato Ruiloba Setién
contribuyeron en la subscripción.
Torcuato recibió con los brazos abiertos a los vecinos de Cayón que al ver su buena fortuna decidieron emprender camino a Cuba para traer prosperidad a su familia y municipio, igualmente acogió a varios montañeses que partieron para hacer las Américas, tenemos constancia que entre ellos se encontraban además de los ya mencionados, Antonio Setién, Joaquín Setién, Fernando Martínez, Francisco López, Juan Sancho Ruiz, Alejandro López Marsella, Jesús Fernández.
Ruiloba viajó mucho por sus negocios y visitó su tierra con asiduidad.
domingo, 6 de noviembre de 2022
LA ABUELA ANA
Cita de Jimi Hendrix: Cuando el poder del amor sobrepase el amor al poder, el mundo conocerá la paz.
Hoy es mi cumpleaños y mi nieto ha venido
a felicitarme, los dos hemos pasado una maravillosa tarde en el jardín. Como
pasa el tiempo, ya se ha convertido en un hombre. Tiene esa edad en que cree
que el mundo le pertenece y está en posesión de la verdad. Yo le observo y veo
a su abuelo cuando era como él, siempre lleno de planes, ilusiones, convencido
de llevar con firmeza el timón de su vida, y esto me produce gran alegría. Si
su abuelo lo viese estaría muy orgulloso, son como dos gotas de agua. Me hace reír con sus ocurrencias, es tan
simpático y vital.
Hoy, sin embargo, me he sentido incómoda y
vulnerable ante sus preguntas.
-
Abuela, muchas veces me he preguntado por qué cuando era niño nunca nadie me regaló una pistola o una escopeta de juguete. Recuerdo que todos mis amigos la
tenían. Yo la pedí muchas veces, pero nunca llegó. Y cuando estaba pensando qué carrera elegiría estudiar, hubo una época
que quise ser militar, y esto os incomodó mucho, pero nunca nadie me explicó los motivos, simplemente,
noté vuestro rechazo sin explicación alguna. Cuando por fin decidí ser
informático, vi el alivio en vuestro rostro. Abuela, ya tengo una edad en que
puedo comprender las cosas y me gustaría saber los motivos de tanta negatividad
a todo lo que está relacionado con las armas.
-
Hijo, son imaginaciones tuyas.
-
No, abuela, no es cierto, tú sabes perfectamente que algo se esconde ante tanto
rechazo y yo deseo saberlo.
-
No hay nada que esconder, simplemente son fantasías tuyas.
-
Explícame entonces, el motivo por el que en nuestra casa nunca se habla de
política, yo ignoro que partidos son afines a vosotros.
-
Simplemente pasamos de ella, no todo el mundo tiene que ser político, también
están los apolíticos como nosotros.
-
No me convences abuela, sé que algo me ocultáis y me duele, porque no confiáis
en mí, siempre que os pregunto me contestáis con evasivas como ahora. Yo
confiaba en ti, porque eres mi ejemplo de vida, una abuela tan sensata y que
siempre me ha enseñado los valores de la vida, me ha dicho que con la verdad se
va a todas partes y que la palabra de un hombre de bien es como una firma, y
sin embargo sé que algo me ocultáis, lo intuyo. Cuando toco el tema de política
o cuando deseaba ser militar, rápidamente cambiáis de conversación, es como si
pensaseis que de lo que no se habla no existe, y francamente, esta situación me
exaspera porque se escapa a mi entendimiento. Abuela, por favor, sácame de esta
duda.
-
No entiendo cómo puedes estar tan convencido de que te ocultamos algo.
-
Porque es obvio abuela.
Ante las preguntas de mi nieto me siento
incómoda, él tiene razón, hay temas de los que no queremos hablar porque nos
duelen. Hay cosas que pertenecen al pasado y no deben volver al presente.
Recuperar el dolor, la decepción, la angustia, el miedo, no tiene ningún
sentido. Mi nieto me observa suplicante, tal vez ha llegado el momento de darle
respuesta a sus preguntas y también es cierto, que yo soy quien debe hacerlo.
Quisiera retrasar estos momentos ¿para qué remover tanto dolor?, creo que ha
llegado la hora de darle respuestas.
-
¿Qué quieres saber exactamente?
-
Todo.
-
¿Todo?
-
Sí, creo que gira en torno a la política o la guerra, son temas que jamás se tocan en la familia.
-
Porque son cosas que pasaron hace muchos años, y no tiene sentido hablar de
ellas, estamos en otra época que nada tiene que ver con aquella, ahora existen
otros problemas diferentes a los que debemos dar soluciones, cada generación
tiene sus propias vivencias y no debemos de estar desenterrando la vida de
nuestros abuelos.
-
¿Algún antepasado mío murió en la contienda?
-
Sí.
-
Abuela ¿qué es para ti la democracia?
-
Para mí la democracia es tu bisabuela Ana.
-
¿La bisabuela Ana? ¿Por qué?
-
Porque ella fue un claro ejemplo de la tolerancia y el amor.
-
No entiendo nada abuela, por favor me lo quieres explicar.
Miro
al cielo y pido ayuda y claridad, que mi boca se llene de palabras sabias para
inculcar a mi nieto amor, respeto y hermandad.
-Tu
bisabuela tuvo tres hijos, a los tres los crio igual, con las mismas creencias,
todos tuvieron la misma educación en un colegio religioso donde se prepararon
muy bien, el mayor era tu abuelo, después vinieron tus tíos Antonio y José,
este último era muy estudioso e intelectual, aprobó dos carreras, capitán
mercante y maestro. Todos vivían tranquilos con sus trabajos y familias hasta
que estalló la guerra civil.
Mi
nieto me observa con curiosidad y ansiedad, deseoso de conocer todos los
detalles, yo quisiera que estos momentos nunca hubiesen llegado, pero sigo
contando la historia de la familia.
- ¿Qué pasó entonces?
-
Tus dos tíos, cada uno fue afín a una idea diferente.
-
¿Y el abuelo?
-
Él era apolítico, hablaba con sus hermanos tratando de convencerles para que no
se involucrasen demasiado, pero ellos lejos de hacerle caso, cada día se
metieron más y más, hasta el punto que Antonio llegó a ser jefe de derechas y
José jefe de izquierdas. Ana sufría mucho con esta situación, era la madre de
los dos, y no comprendía como habiendo tenido la misma educación podían
encontrarse en esta posición con sus hijos enfrentados por unas ideas. Prohibió
expresamente que en su casa se hablase de política, y les hizo jurar que
siempre se protegerían el uno al otro pasase lo que pasase.
Hubo muchas inquinas en el pueblo y
concretamente en su casa, tu bisabuelo era un hombre muy culto y tenía una de
las mejores bibliotecas de la zona, un día vinieron unos hombres y sacaron
todos los libros a la huerta y los quemaron, se llevaron todos los muebles y
cosas de valor, comida, relojes de oro que eran de los bisabuelos, lo dejaron
todo vacío, tras las súplicas del padre de tu abuelo que ya era muy mayor y les
pidió que dejasen una cama para sus hijos, estos le respondieron que durmieran
en el suelo, pero a él le dejarían una cama por su avanzada edad. Cuando tus
tíos llegaron a casa se encontraron con este panorama, el hijo cuyos compañeros
habían hecho esta barbaridad salió corriendo para pedir cuentas de lo que allí
había pasado.
Pasó el tiempo y al jefe de izquierdas lo mandaron a una misión especial a Barcelona para que no se enterase de que iban a detener a su hermano, a quien llevaron a la Checa, y posteriormente, por unas horas lo trasladaron a los calabozos del Ayuntamiento, y a las doce y cuarto de aquella noche, lo llevaron nuevamente junto con un sacerdote y dos jóvenes a la Checa. Neila dio orden de amarrarlos los brazos y manos con cuerdas de bala, dándoles multitud de vueltas. Se dirigieron en dos coches a Puerto Chico y allí los obligaron a subir a un lanchón que se dirigió mar adentro, posteriormente, les amarraron unos sacos muy pesados, pero de pronto, unas señales de luz y grandes ruidos hicieron cambiar el rumbo del lanchón de regreso a puerto. Al llegar, Antonio escuchó que preguntaban si él viajaba allí, y al responder afirmativamente, ordenaron que lo liberasen, y así lo hicieron, el lanchón volvió a zarpar nuevamente y nunca más se supo del sacerdote y los dos jóvenes que acompañaban a Antonio, su tumba está en un lugar desconocido en el fondo del mar. El jefe de derechas al bajar, se encontró con una orden de puesta en libertad firmada por los altos mandos de sus oponentes, y de la oscuridad salió una esbelta figura que lo abrazó con cariño y le susurró al oído “¿Cómo te has dejado coger cabrón?” Era su hermano, que había venido desde Barcelona en una avioneta, al enterarse por un confidente de lo que estaba pasando. Antonio al llegar a su casa se encontró a su esposa y a los vecinos del pueblo rezando el rosario por su alma. Muchas fueron las desgracias que esa maldita guerra entre hermanos causaron a estos dos miembros de la familia, uno de ellos murió posteriormente de un balazo, mientras cuidaba que los escapados no robasen en propiedades privadas, para gran júbilo de la radio pirenaica que lo anunció a bombo y platillo, el otro hermano siguió con sus ideas terminada la contienda y haciendo una revista clandestina con sus ideales, estuvo a punto de perder a sus hijos, a quienes mandó a Francia para ser llevados a Rusia como niños de la guerra, pero gracias a tu abuelo que no lo consintió y se fue al país vecino para recogerlos y devolverlos a la familia. Tu tío José sufrió las represalias de los vencedores, aunque esto no le hizo variar sus ideales. Y es por todo esto, que nunca queremos hablar en la familia, de guerra ni política, lo mejor que nos ha pasado a los españoles es la democracia, el abrazo, el perdón y el olvido entre hermanos.
domingo, 30 de octubre de 2022
LA VEGANA Y SU ESPOSO
Muchas veces nos encontramos con historias
verdaderamente apasionantes. Estando con mi amiga Marián Castillo, comentábamos
como nos gusta investigar sobre las costumbres y tradiciones de nuestro
territorio pasiego. De esas mujeres valientes, sufridas, trabajadoras,
emprendedoras, con carácter, que componen nuestra tierra. Ellas han sido y son
nuestro orgullo, los pilares fundamentales en los que se ha basado desde la
antigüedad la familia.
Vi como a medida que hablábamos mi amiga
se enorgullecía recordando a su bisabuela Juana. Me contó las historias de su
antepasada y su esposo y he querido compartirlas con todos vosotros, porque
pienso que deben ser conocidas, son nuestro patrimonio cultural, algo que nunca
debemos olvidar.
Juana Martínez Pelayo, nació en Vega de
Pas en 1869 y falleció en Buenos Aires en 1955 donde había emigrado con su hija
menor, y anteriormente lo hicieron otros dos de sus hijos.
Nuestra protagonista de
hoy contrajo matrimonio con Urbano Castillo Sánchez que nació en Monzón de
Campos, Palencia y murió en Muriedas en 1938 a los 70 años. Tuvieron 18 hijos
de los cuales vivieron 12.
Juana fue una mujer como tantas otras en
aquella época, que les tocó sufrir en carne propia la crueldad de la guerra
civil. Uno de sus hijos, Luis, estuvo en el barco prisión Alfonso Pérez y lo
asesinaron despeñándolo por el Faro de Santander. A su hijo Alejandro, lo
acribillaron a balazos en Cabeza de Puente de Balaguer, cuando intentaba pasar
el puente para llegar junto a su esposa María Luisa y conocer a su pequeño
Alejandro que acababa de nacer.
Era una mujer emprendedora donde las hay,
fundó el bar “La Vegana” casa de comidas en Boo de Guarnizo en 1928. Pasados
los años y tras mucho trabajo y lucha para darle la fama y el prestigio del que
gozó y que aún sigue disfrutando, lo traspasó.
Juana según el boca a boca entre su
familia resulta ser familia directa del marqués de Valdecilla y Pelayo, por
parte materna. La Vegana quedó huérfana de madre a edad muy temprana y su padre
se volvió a casar en segundas nupcias, por lo que perdió el contacto con la
familia materna.
Su esposo por su trabajo tuvo múltiples
destinos como era habitual dentro de la benemérita. De hecho, cada uno de sus
hijos nació en diferentes pueblos de Cantabria por donde el matrimonio iba
pasando. Estando en uno de esos destinos, concretamente en Barreda, participó
en el salvamento de 16 niños y una anciana en la noche del 14 al 15 de mayo de
1913, donde hubo unas terribles inundaciones acaecidas en Polanco. El sargento
Urbano Castillo con gran heroísmo y sin importarle el gran peligro que corría,
pues el agua le llegaba a la cintura, la noche estaba muy oscura y la lluvia no
dejaba de caer torrencialmente, junto a sus compañeros fue salvando uno a uno,
con gran peligrosidad para sus propias vidas a los 16 niños y a la anciana que
muy asustados gritaban pidiendo ayuda. Motivo por el que fue condecorado.
Obtuvo una segunda condecoración, en otra ocasión, por participar en la
detención de unos criminales huidos de la cárcel y que lograron capturar en el
monte.
Urbano Castillo Sánchez vivió otra
experiencia siendo cabo. En la noche del 25 de julio de 1891 cuando dos
pastores se dirigían a sus casas en el pueblo de Orzales, salieron a su
encuentro dos individuos que arrojándose sobre uno de ellos le asestaron en la
cabeza dos estacazos hiriéndole gravemente. El otro pastor venía más rezagado y
al escuchar los gritos corrió para ayudarle, pero uno de los desalmados
asesinos le dio un garrotazo partiéndole el cráneo. Los criminales huyeron
junto a otros cómplices que estaban escondidos. El pastor mal herido pudo
llegar arrastrándose al pueblo y las autoridades llegaron a la conclusión de
que los dos habían discutido y el mal herido había asesinado a su
compañero. Pasó un año en la cárcel donde
enfermó del corazón, pasado este tiempo y al no encontrar pruebas suficientes
fue liberado, muriendo al poco tiempo con la frustración de que no se hubiese
descubierto a los culpables.
Transcurridos quince años y gracias al
entonces cabo Urbano Castillo, se logró descubrir a los verdaderos asesinos,
que lo pusieron muy difícil, pues eran poderosos, adinerados y con muchas
influencias.
Urbano Castillo alcanzó el grado de
Teniente de la Guardia Civil y fue condecorado con la Cruz de Beneficencia y
dos Cruces de Mérito Militar Blanca.
Descendiente de estos dos protagonistas de
hoy es el conocido coreógrafo Poty (Javier Castillo Arco).
domingo, 16 de octubre de 2022
EL LUTO EN NUESTROS VALLES
Recientemente mirando el álbum familiar me
topé con unas imágenes que me hicieron reflexionar, y pensé que en esta ocasión
las cosas han cambiado para bien. Vi unas fotografías de una niña de cuatro años,
vestida de luto riguroso y un gran lazo negro en su cabeza, pues su madre había
muerto. ¿Cómo podía suceder algo así? Era muy pequeñita. Esto me llevó a
reflexionar y recordar otros tiempos, cuando la mayoría de las mujeres de la
edad de mi abuela vestían de negro y ya no se deshacían de este color.
Vestidos, delantal, pañuelo, medias, zapatillas e incluso la ropa interior,
todo era de ese color. No lo hacían por elegancia, todo lo contrario, era luto.
Podían tener cincuenta o sesenta años y ya parecían unas ancianas.
Recuerdo
ver a mis vecinas en Cayón como teñían la ropa cuando algún familiar fallecía.
En la calle, en baldes de agua sobre el fuego añadían un tinte que consistía en
unas pastillas negras. Las compraban en la tienda del pueblo o en la droguería
Quindos en Sarón, y las envolvían en un trapo, posteriormente introducían la
ropa y la iban dando vueltas en el agua caliente, con un palo, mientras las
prendas iban tomando el color negro. Seguidamente las dejaban enfriar, y después
las aclaraban poniendo en el agua vinagre y sal, pregunté el porqué del vinagre
y la sal, pues no entendía como se le podía echar cosas que eran para cocinar.
La respuesta vino con una sonrisa, el vinagre es para dar brillo a la ropa y la
sal para que el tinte no se corriese.
El color negro para el luto se remonta a
la época de los romanos, posteriormente se cambió al blanco y en tiempos de los
Reyes Católicos se volvió a introducir el color negro. Los monarcas fueron muy
rígidos en el protocolo del luto, tanto que incluso el Concilio de Toledo lo
reprobó.
Las mujeres siempre han sido las más
perjudicadas en los lutos ya que lo han llevado durante largos años. Había
tiempos establecidos, si fallecía el marido, esposa o hijos sería de dos años;
para los padres un año; y seis meses para los hermanos y abuelos. Una señora
mayor del valle de Carriedo me comentaba que en su pueblo eran más severos ya
que por los esposos el luto podía durar toda la vida, por los padres tres años
y en el caso de los hermanos lo normal eran dos años. En este tiempo debían de
ir de luto riguroso y finalizado el periodo acostumbrado, ya estaba permitido
vestir de alivio, es decir, color gris, malva, morado o combinado con blanco.
Tampoco podían llevar cualquier joya, estas debían de ser con piedras negras u
oscuras, como el azabache, la amatista y el ónice.
Los hombres pasados el primer año llevaban
una cinta negra en la solapa de la chaqueta y en el sombrero. Los gemelos tenían que ser negros. También
señalaban el luto con corbatas negras o un botón en la solapa e incluso un triángulo
de tela del mismo color.
Cuando estaban de luto no podían acudir a
fiestas, bailes, bodas o lugares de diversión. Las bodas familiares se aplazaban
o se hacían en la más estricta intimidad. Los hombres no podían acudir al bar o
a las tabernas.
Y todo esto en muchas ocasiones se veía
agravado con el fallecimiento de varios miembros de la misma familia. Recuerdo
oír de niña en una de esas tertulias de vecinas que hablaban de una señora que
estaba soltera porque “la pobre” decían, se pasó la juventud de luto, primero
se murió el padre, después la abuela, más tarde dos tías y así varios
familiares más, que la robaron la juventud.
Los lutos comenzaron a desaparecer a mediados
de los años sesenta del siglo pasado. Las mujeres más atrevidas que dieron el
primer paso para terminar con esta penosa tradición, no estuvieron exentas de
críticas por parte de sus vecinas, en especial de las más mayores, pero poco a
poco, fue siendo imitado por el resto del vecindario convirtiéndose así en algo
normal.
En los lutos hemos avanzado positivamente.
El dolor se lleva en el corazón, no en las ropas, cuando perdemos a un ser
querido es cuando más necesitamos la compañía de nuestros amigos para superar la
tristeza, y no estar encerrados a cal y canto.
domingo, 2 de octubre de 2022
EL HUSO Y LA RUECA
Recientemente acudí a ver una obra de
teatro en el valle de Carriedo, más concretamente en Selaya, me sorprendí muy
gratamente al ver que una de las actrices principales era una excompañera del
colegio de los Sagrados Corazones de Argomilla de Cayón, colegio ya
desaparecido. ¡Cuantos años habían pasado! Ella sigue siendo una gran actriz.
Recuerdo que al finalizar uno de los cursos, creo que yo tenía entonces 10
años, hicimos una obra de teatro, “La bella durmiente del bosque”. Esta
compañera era la princesa en la obra, la función estaba basada en un cuento que
Charles Perrault escribió en el año 1697. Una de las Hadas, la malvada, por
venganza de no haber sido invitada al bautizo de la princesa, la maldijo de la
siguiente manera: “Cuando cumpla quince o dieciséis años se pinchará el dedo con un huso de
una rueca y morirá”.
Al ver a mi excompañera vino a mi mente
esta escena, y todo esto me ha recordado mis visitas, esas que tanto me
gustaban hacer al desván familiar. Allí se podían encontrar cosas muy curiosas
y antiguas, entre ellas había una rueca y un huso de hilar, totalmente
desaparecidos en estos tiempos. El huso era un instrumento utilizado para el
hilado a mano para retorcer y devanar el hilo que se va formando en la rueca.
Era una pieza de hierro, que también podía ser de madera, de forma cilíndrica y
alargada. La rueca era el torno de hilar, generalmente una vara delgada de caña
u otra madera ligera, con un armazón en sus extremos, servía como soporte para
la fibra del algodón, cáñamo, lana o lino que se hilaba.
Este oficio, ya desaparecido, como era el de las hilanderas y tejedores en nuestros valles, se practicaba cuando se esquilaban las ovejas y carneros, esto se hacía una vez al año al terminar la primavera. La lana se aprovechaba si era menester, para hacer los colchones del hogar con la sobrante o almacenada, las hilanderas tejían, primeramente, cardaban con dos tablas de madera con puntas de alambre e iban peinando la lana, quitando los nudos y desechos, y de este modo obtenían los vellones de lana. Tenemos constancia que hace ocho mil años los vellones eran de color marrón. El vellón de una oveja madura tiene un peso de 4,5 a 7,7 kilos por esquila con una longitud de fibra de 8,9 a 15 centímetros de larga. Para tejer una manta de 1,20 metros por 0,90 m. Se necesitaban 2 kilos de vellón. La lana una vez elaborada se podía doblar en vueltas iguales y recibía el nombre de madejas. Por el contrario, el ovillo es cuando está enrollada en forma de pelota u óvalo. Para tejer con lana es necesario hacer ovillos. Recuerdo en mi infancia cuando se compraba la lana en madejas, estando en casa de Pepa Sánchez, mi vecina, a quien yo quería como a mi abuela, en muchas ocasiones me ponía las madejas en las muñecas, con la separación del largo de éstas, mientras ella devanaba haciendo los ovillos para poder tejer.
El puerto de Santander fue testigo en los siglos XIV y XV del comercio entre Castilla y Europa, muy especialmente con Flandes donde existía una importante relación comercial ya que Castilla exportaba gran cantidad de lana, principalmente de raza merina, y en Flandes se manufacturaban paños de gran calidad y se exportaba a gran escala. Igualmente hubo un importante contacto comercial con Francia e Inglaterra, fue una época dorada para el comercio de la lana y textil que conectaba con el mercado de ferias interiores de Castilla, siendo la semilla del auge económico del reino. Han sido muy famosas las Ferias de Medina del Campo (1404/5) y curiosamente en este lugar se utilizó por primera vez la “Letra de cambio”. Medina de Rioseco (1423) y Villalón (1434) han sido las ferias más famosas del comercio de la lana.
Hace sesenta
años era muy habitual ver en los barrios de Cayón, en el verano o cuando hacía
buen tiempo, a las vecinas tejiendo a la sombra, concretamente en mi barrio de
San Antonio, bajo el castaño de Amílcar y posteriormente, en el Cajigal bajo la
cajiga ya desaparecida en el centro del barrio. Las vecinas se reunían por las
tardes y era muy habitual verlas tejiendo con lana, bien a ganchillo o punto.
En el invierno algunas también se reunían en sus casas y aprovechaban para
tomarse un rico café mientras cosían o tejían y se ponían al día de las últimas
noticias, pues entonces no existía el internet. En aquellos tiempos ellas se
encargaban de confeccionar las chaquetas, jerséis, bufandas e incluso
calcetines para la familia, había también quienes competían por hacer la manta
más bonita, o esas preciosas colchas de ganchillo, mientras nosotros, sus
hijos, jugábamos cerca de ellas. Las abuelas y tías también tejían con mucho
cariño, siempre recuerdo a mi abuela Isabel y a mi tía Gloria en Villacarriedo,
tejiéndonos esos preciosos jerséis a punto, a mi hermano y a mí. Las prendas interiores para la “niña” con sus
lacitos de colores y que después todas las vecinas copiaban, poniéndome, dicho
sea de paso, de muy mal humor, pues para poder copiar el punto no dudaban en
quitarme el vestido o subírmelo. Como han cambiado los tiempos. Actualmente es
muy raro ver a las mamás tejiendo, se compra todo confeccionado, y el tiempo
libre se dedica para jugar con el teléfono, el ordenador o la Tablet. También es cierto que la mayoría de las madres
trabajan fuera de casa, algo que hace sesenta años y muchos más, no era así en
la mayoría de los casos.
domingo, 18 de septiembre de 2022
CARROS Y CARRETAS EN NUESTROS VALLES
Hace unos días
estaba sentada en mi terraza, cuando un ruido llamó mi atención, era un
tractor. Como han cambiado las cosas pensé, el primero lo vi camino a
Andalucía, y recuerdo que me sorprendió, era enorme, pero claro, en los campos
de Castilla todo era diferente.
No hace
muchos años por mi barrio pasaban cantidad de carros tirados por burros, mulos
o caballos. Era frecuente ver a los dueños sentados en ellos con sus dalles,
bieldos y rastrillas cuando iban al verde o a la yerba para sus vacas. ¿Qué nos
ha quedado de todo eso?, nada, todo ha cambiado con rapidez, apenas hay vacas
en los pueblos, la entrada en el Mercado Común lo cambió todo, nuestra vida y
costumbres de siempre, dejaron de tener sentido para dar paso a la modernidad,
antes en la mayoría de las casas de los actuales valles pasiegos había una
pequeña ganadería, hoy han dado paso a las cuadras más grandes y modernas, en
muchos casos con cientos de cabezas de ganado. Todos sus útiles de trabajo se
han modernizado haciendo desaparecer a los viejos, entre ellos los carros y
carretas. Si es caso los podemos observar como adorno de alguna casa particular
o en algún museo.
Recuerdo que en
mi infancia me llamaban mucho la atención cuando iba a Santander con mi padre y
abuelo, a comprar género para sus negocios, al atravesar la calle Marqués de la
Hermida, entonces la mayoría de las calles no estaban asfaltadas, sino
adoquinadas, y esto, me incomodaba, pues el coche al dejar la carretera alquitranada
e introducirse entre adoquines, rebotaba muy molestamente. Al final de la
calle, ya en el puerto había cantidad de carretas con sus caballos y éstos
tenían colgados de la cabeza a la altura de la boca unos sacos, yo en mi
inocencia preguntaba ¿por qué? Mi padre con toda la paciencia del mundo me
explicaba que ahí tenían su alimento, su pienso, y como pasaban muchas horas
trabajando, tirando de las carretas, así se podían alimentar y coger fuerzas.
Ahí estaban los carreteros trabajando en el puerto con sus carruajes, que
cargaban con sacos o cajones, pero sin duda alguna el que más me llamó la
atención fue uno fúnebre, nunca había visto algo igual, recuerdo que nos
cruzamos con él en La Rampa Sotileza, era majestuoso y estaba tirado por dos
caballos negros que en la cabeza llevaban una especie de plumas del mismo color,
hoy pienso que el fallecido debía de ser alguien muy importante. Nunca antes
había visto nada igual, ni en Cayón ni en el valle de Carriedo, donde pasaba
muchos momentos en casa de mis abuelos.
Había varios
tipos de carros, estaba el de varas, en el medio se amarraba al animal,
caballo, mulo o burro. Recuerdo a mis vecinos cuando amarraban el caballo al
carro para salir al campo a hacer las labores. Sobre su lomo ponían una manta,
creo que era para que el caballo no se hiciese daño al ponerle encima el baste
que se ajustaba al animal mediante la cincha y sobrecincha, esto se hacía para
que no se corriese hacia adelante, especialmente si había bajadas en la marcha.
El atalaje que se usaba generalmente en este tipo de carros era la brida, que
sostenía el bocado al que estaban unidas las riendas que servían para dirigir
al animal. A mí me encantaba cuando me llevaba algún vecino en el carro
conducir las riendas, me enseñaban que si quería ir a la derecha debía tirar de
la rienda derecha, a la izquierda, de la izquierda, con suavidad, pero con
firmeza. Para seguir recto simplemente, dejar hacer al équido. Otra parte era
el collerón, sobre él se ejercía el esfuerzo de tracción que se transmitía al
vehículo por medio de los tirantes. Una silla y los órganos accesorios,
indispensables para sostener las varas y contener el carruaje en las paradas y
pendientes. También estaba el carro de yugo, en él se enganchaban por delante,
por lo general los bueyes y vacas, aunque este tipo de carro yo ya no lo conocí,
en mi infancia prácticamente habían desaparecido. La carreta era tirada por
yuntas de bueyes y vacas. Aunque los más habituales eran los carros de mulas.
Este medio de transporte era el habitual en tiempos no
muy lejanos, tanto para llevar mercancías dentro de nuestros valles como para
llevarlos a otras provincias, donde había paradas para intercambiar a los
animales ya cansados por otros más frescos. Luego existían también los
carruajes para pasajeros como las diligencias o carruajes de paseo.
Los años han pasado y con ellos los carros y carretas
que han dado paso a los vehículos de tracción mecánica. Los carreteros es otro
oficio que ha desaparecido totalmente, no obstante, no se ha borrado su
recuerdo, pues ha dejado huella en nuestro refranero popular ¿quién no ha oído
decir? "Hablas como un carretero", " Juras como un carretero",
" Fumas como un carretero".