MATÍAS MANUEL SAINZ OCEJO
Algunas veces al escribir
me siento muy orgullosa, y este es el caso de hoy. Hablar de un vecino que se
superó así mismo, y que luchó por el bien de sus conciudadanos, me produce una
gran satisfacción. Recientemente en la Sociedad Cántabra de Escritores, se hizo
un homenaje al escritor Matías Manuel Sainz Ocejo, nacido en La Abadilla de
Cayón, fue para mí un orgullo muy grande, pues estábamos homenajeando a un gran
hombre, que además fue de mi pueblo.
Matías Manuel Sainz Ocejo era el segundo
de seis hermanos y nació el 10 de octubre de 1947. Hijo de D. Manuel Sainz
Rivas, natural de Villanueva de Villaescusa y de su esposa Dª. Encarnación
Ocejo Argamasilla, natural de La Abadilla de Cayón. Cursó estudios de Derecho,
pero su gran pasión fue el teatro. A Matías se le cambiaría la vida en plena
juventud, en un fatídico accidente de trafico el día 8 de abril de 1964 cuando
aún no había cumplido los 18 años. En una noche de regreso a su casa en coche con
sus amigos, Matías iba de pasajero y se quedó dormido y relajado,
cuando de pronto, un gran ruido y un movimiento brusco lo despertó, se habían
empotrado contra un árbol. Estaban en Puente Arce, ninguno de sus compañeros
salió herido de gravedad, pero no fue el caso de nuestro protagonista de hoy.
Debido al accidente, y tal vez al estar adormilado y en plena relajación, su
cuerpo no reaccionó defensivamente, y sufrió una lesión medular cervical
irreversible. Se queda tetrapléjico, sus piernas no pueden soportar el peso del
cuerpo, era una pesadilla para él, de la que deseaba despertar. ¡Imposible
caminar! Sus brazos, prácticamente no pueden cargar con nada, al igual que sus
manos. Ni siquiera podemos imaginar lo que todo esto supuso para un joven de 17
años, sus sueños, ilusiones, todo se había encarcelado dentro de su
cuerpo.
Tal
vez ese amor que sentía por el teatro le hizo reaccionar, su mente al contrario
que su cuerpo, era ágil y su juventud estaba ahí, llena de ilusiones que
plasmaría en todos sus escritos. Muchas fueron las obras que escribió: “Amanecer
de un día”, fue finalista en 1984 del Premio de Teatro Eusebio Sierra, lo
publicaría en 1987 con prólogo de Leopoldo Rodríguez Alcalde. Escribió otras
obras que permanecen inéditas, como “Reunión de verano”, “Porque pudo ser así”,
“Cosas de turismo” y “Preguntando al silencio”. Realizó el guión para
Televisión Española titulado “El dragón de oro”. Con el grupo de teatro del
Ateneo de Santander estrenó su comedia “¿Quién es el culpable?” sus obras se
caracterizan por la gran fluidez en el diálogo de los personajes, abordando problemas
actuales y alcanzando momentos de gran emoción. También escribió cuentos donde
reflejó su gran sensibilidad. En el tema social, publicó en 1990
“Compatibilidad entre percepción de pensión de invalidez con un nuevo trabajo y
su repercusión en el sistema de la Seguridad Social”. Fue editado en Santander
por la Federación Cántabra de Asociaciones de Minusválidos Físicos (FECAMIF).
Matías luchó siempre por la atención a los
discapacitados físicos, creó COCENFE (Federación Cántabra de Personas con Discapacidad
Física y Orgánica) de la que fue presidente. También ostentó el cargo de
consejero de COCEMFE-España, Vicepresidente de la Federación Cántabra de
Deportes de Minusválidos y patrono de la Fundación ONCE, y fue consejero de
AMICA, hasta su muerte en 2001. En 2003 entró en funcionamiento el centro para
discapacitados físicos de COCEMFE, con el nombre de “Centro de Usos Múltiples
Matías Sainz Ocejo”. Las instalaciones del centro, están adaptadas a las
necesidades de las personas con discapacidad, tiene una superficie de 1600
metros cuadrados y se encuentran en Cazoña, en el lugar donde anteriormente se
ubicaba una guardería de Caja Cantabria.
El terrible accidente de tráfico que
sufrió nuestro protagonista de hoy, a pesar de sus graves lesiones, no pudo con
sus ganas de vivir, de luchar por él, y por los que como él, sufrían cautivos
en su propio cuerpo, luchó por suprimir barreras y por hacer un mundo más fácil
para los minusválidos.
Matías Manuel Sainz Ocejo se casó en 1998
con María del Carmen Espejo, una profesora, natural de la provincia de Granada.
Se conocieron en Toledo en una de sus visitas de control en el Hospital
Nacional de Parapléjicos.
Falleció ya cambiado el siglo, el 7 de diciembre de 2001 y sus
cenizas reposan en la isla de Mouro en Santander.