FERIAS DE AÑO EN LA CUENCA DEL PISUEÑA
Si gran fama y reconocimiento tuvieron las
ferias de año en la cuenca del Pas, las del Pisueña no fueron menos. Así
podemos encontrar que en el año 1828 el rey Fernando VII concede al lugar de
Selaya en la provincia de Santander el privilegio para celebrar una feria en
los días 24 a 29 de junio de cada año, al mismo tiempo lo hace para continuar
con el mercado que se celebraba todos los domingos.
Estas ferias y mercados gozaban de gran
afluencia de gentes y ganados por la proximidad con las villas de Vega de Pas,
San Pedro del Romeral, San Roque de Riomiera y los valles de Carriedo, Toranzo,
Luena, Cayón y Penagos.
Estas comarcas dependían mayoritariamente
del ganado por ser su mayor fuente de riqueza. Se dice que eran los más ricos
de la provincia en vacuno y mular. También sus transacciones en ganado de cerda
eran muy importantes y numerosas.
En estas reuniones de compra y venta en
Selaya se trataba en trigo, maíz, cuerdas, sogas y maromas y telas de algodón.
En varios papeles y documentos antiguos se indica que se comercializaba en
salmón y demás pescados escabechados y secos.
Actualmente sigue celebrándose un mercado
semanal los domingos, aunque nada tiene que ver con el esplendor y bullicio del
pasado.
Otra feria de gran prestigio y popularidad
fue la de Saro en el valle de Carriedo, tenemos constancia que ya se celebraba
en el año 1826. Esta era anual y se llamaba de “Las Candelas” se celebraba los
días 2 a 17 de febrero, pero se da el caso de que algunos años y por culpa de
la climatología hubo de aplazarse. Uno de estos retrasos se produjo en 1845 y
se pide licencia para poder alargarla hasta el día 20 y lo mismo sucede en el
año 1847 que a causa de una gran nevada se prorroga hasta el día 22.
Encontramos en el periódico “EL ECO DE
CARRIEDO” Nº4 de fecha 17 de febrero del año 1895 información sobre este evento,
en el que narra el vecino “El Cotano” que
esta se ha venido a menos, que para ferias las que se hacían 50 años antes a
las que acudían ganaderos de Salamanca, León y Castilla y hasta más allá de
Torrelavega y en las que los comercios se llenaban de compradores y había
bailes, juegos y cantes y todo. En este artículo se dice que en el pueblo
vivían hombres de pro y había un capellán de guanizantes que era neto y
campechano de verdad y no negaba un “napoleón” a ningún vecino. Había jóvenes
como castillos y arrogantes que bailaban con castañuelas y se daban palizas de
verdad y no las moscas de hoy en día, que algunos parecen canutos de hojalata. En
el baile tocaba Colás el violín y su consorte Guillermina zarandeaba las
panderetas. En el ferial había una mesuca chica, pero algo sucia para cobrar la
alcabala (antiguo tributo o impuesto). Al frente de un figón (taberna de baja
categoría) estaba la gitana de Tezanos que no traía malas cosas. Para los
señores tenía “anisao” y ginebra, con buena comida. Nos cuenta que hacía 50
años iba a pescar a Toranzo y “Carandá” y que de cada bardal salía un salmón y
se cogía un cuévano de truchas en una “bocaná”.