“LOS CAMIONES DE OLLAS Y
LAS PEQUEÑAS
GANADERÍAS EN LOS VALLES PASIEGOS”
Cantabria siempre ha
estado ligada a la ganadería, hablar de “La Montaña” o decir me voy a Santander
cuando se está fuera de la región, es tanto, como venir a la mente de los
interlocutores, las verdes praderas, salpicadas con esas vacas, generalmente
pintas negras. Cuando entramos por El Escudo vemos esos prados tan verdes
que chocan con el paisaje castellano que acabamos de dejar atrás. Ante
nosotros se abre esa belleza de pequeños prados, separados con esas paredes de
cantería que uno las observa y no puede comprender como no se caen, sin
argamasa, colocadas estratégicamente unas sobre otras, estas paredes separan los prados y huertos y dentro de ellas, alguna cabaña y ahí estaban ellas,
majestuosas, paciendo la tierna hierba verde o tumbadas rumiando. La sensación
que experimentábamos al ver estas imágenes no tenía precio. ¡Estábamos en casa!
Pero algo de todo esto cambió. Recuerdo, que en la mayoría de las casas de los
Valles Pasiegos, San Pedro del Romeral, Vega de Pas, San Roque de Riomiera,
Selaya, Villacarriedo, Saro, Llerana, Cayón, Penagos, Trasmiera… Por toda la
región, en cada pueblo, en cada barrio, las casas con sus cuadras y ellas eran
las reinas. Recuerdo mi barrio, prácticamente en todas las casas había una
ganadería, Cayón principalmente ha subsistido con la fábrica de la Nestlé en La
Penilla, donde trabajaban mayoritariamente los hombres, pues con las leyes de
antes de la democracia, las mujeres casadas no podían trabajar y eran estas,
quienes atendían el ganado cuando sus esposos trabajaban. En cada casa había un
mínimo de cuatro vacas, de ahí para arriba, estas ganaderías por lo general
estaban a nombre de las mujeres que a su vez cotizaban a la seguridad social en
el Régimen de Agraria, con lo que además de un sobresueldo se aseguraban la
vejez. Generalmente, con los beneficios que sus vacas les producían, arreglaban
los gastos de la casa y el jornal del marido quedaba ahorrado para otros
menesteres u obras mayores. Esto permitió que la zona de Cayón siempre fuese
muy próspera, pues eran dos sueldos los que entraban en la casa. La leche
recién ordeñada se llevaba al depósito, donde mas tarde lo recogería el camión,
en ollas. Posteriormente, los depósitos fueron perdiendo su identidad y los
camiones iban recogiendo la leche prácticamente en las cuadras. En los primeros
tiempos existían dos fábricas de recogida de leche, primeramente, la Nestlé que
comenzó a funcionar en 1905 y posteriormente la SAM que se estableció en Renedo
de Piélagos en 1931 y comenzó a funcionar en 1932 y llegó a contar con tres mil
proveedores y tras varios cambios de titularidad se convirtió en la
SAM-RAM. Más tarde llegaron otras fábricas
como Collantes, Morais, El Buen Pastor, Clesa… Los camiones de recogida de leche lo hacían dos veces al día, por la
mañana, recién ordeñadas las vacas y por la tarde. Eran puntuales, tanto así,
que muchos vecinos se regían por el horario de los camiones. Así mismo, muchos
ganaderos los usaban como medio de transporte gratuito para desplazarse a otros
lugares e iban en las cabinas con el camionero, pues en aquellas épocas no
había coches como ahora y los autobuses no tenían tantos horarios ni pasaban
por todos los pueblos. De este modo, se formaba un vínculo especial de amistad
entre camioneros y ganaderos. Terminada
la ruta de recogida, estos transportistas autónomos, entregaban la leche en las
fábricas, donde era analizada y seguía su proceso de fabricación. Pero la
modernidad acabó también con todos estos puestos de trabajo. Con la entrada en
la Comunidad Europea, las ganaderías pequeñas desaparecieron prácticamente
todas, muy pocas quedan en pie y con ellas los camiones de las ollas, se perdieron
muchos puestos de trabajo, fue una perdida muy traumática para muchos
transportistas que se vieron obligados a dejar su trabajo. Muchas veces con el
camión recién comprado y los traumas que esto causó dentro de muchas familias.
A los ganaderos que quedaron en pie, se les exigió poner los tanques de
refrigeración y a los camiones que quedaron, las cisternas, con lo cual, la
recogida de leche ya no se hace diariamente. Y de este modo, tanto los camiones
de ollas como los pequeños ganaderos, han pasado a ser oficios del pasado. Ojalá, que la modernidad no acabe con toda la ganadería de Cantabria que es
nuestra seña de identidad.