miércoles, 9 de abril de 2025







AYER ESTUVE EN NUESTRA ISLA

 

Ayer estuve en nuestra isla,

la mar estaba bella,

el cielo azul,

y tú no estabas.

 

Las gaviotas surcaban el cielo

sobre la mar bella,

con su vaivén de alas, giraban,

y graznaban al grito unísono.

 

Tal vez se percataban de tu ausencia,

viendo mi tristeza

al contemplar su vuelo

que en otros tiempos fue anhelo.

 

Nuestra isla

ya no es la misma sin ti.

Su verdor de antaño

se ha convertido en vegetación xerófila.

 

 

Me senté en nuestro banco,

ese que siempre decías

que la naturaleza

había esculpido para mí.

 

Allí permanecí inmóvil,

durante horas,

contemplando el hermoso paisaje

que ante mí se ofrecía etéreo, puro.

 

Un pequeño velero

surcaba las aguas azules,

imaginé a una joven pareja enamorada

compartiendo momentos sublimes.

 

Sin ti,

nuestra isla ya no es la misma,

sigue siendo hermosa, agreste,

pero la falta de tu vitalidad la hace anhedonia.

 

 

 

 

Un gran buque de carga

apareció en el horizonte,

surcaba las aguas

en dirección al puerto.

 

Comenzaba el ocaso del sol.

La melancolía me envolvía.

De pronto,

me pareció oír tu voz.

 

Tu silueta se dibujaba

entre los rayos de un sol en retirada.

Tu sonrisa se apoderó de mí,

 

Y extendiendo tus manos 

me ayudaste a levantarme

de nuestro banco.

 

Sigue tu camino,

vive tu vida,

no estés triste,

me susurraste.

 

Sentí un cálido beso

en mi rostro

y mi interior se llenó de paz.

Tu halo de luz permanece en mí.

 

Gilda Ruiloba.