miércoles, 25 de diciembre de 2024

 


          NAVIDAD CON VILLANCICOS




El día de Navidad me acerqué al cementerio, necesitaba estar con mis padres, es una fiesta muy señalada en mi familia, supongo que como en todas.

En nuestra casa en los tiempos buenos se celebraba a lo grande, nos reuníamos abuelos, hijos, nietos, bisnietos...La abuela era una gran cocinera y días antes nos preguntaba a cada miembro que componíamos esta familia qué deseábamos cenar y comer en estas fiestas, no le daba pereza cocinar para todos los platos señalados, nos convencía al abuelo y a mí para que la llevásemos a comprar, el carro llamaba la atención siempre por su volumen exagerado, pero Florina era así, y no digo nada si decidía comprar carne de tudanca, era otro día de fiesta, a Cabezón de la Sal a comprarla, ahí tanto mi padre como ella parecían niños escogiendo sus juguetes preferidos, y claro, el carnicero alucinaba viendo todo lo que se llevaban, somos muchos decían, y claro, el congelador les esperaba.

-No vamos a venir todos los días.

Ir a comprar carne de tudanca creo que era una disculpa para hacer del día una fiesta.

-Nos tendremos que quedar a comer por aquí, decía mi padre, ya se ha hecho muy tarde.

Les encantaba comer fuera de casa, disfrutaban como enanos y cualquier disculpa era buena.

Se decidía el lugar, bien en Cabezón o en las cercanías, Ruente, Cabuérniga, Correpoco, Los Tojos, daba igual, la cosa era no regresar aún. ¡Cómo disfrutaban de estas salidas!

Posteriormente tocaba regresar y colocar toda la mercancía adquirida.

Ya en las fechas navideñas habría que preparar la comida para toda la familia, y unos cuantos platos, pues por lo general cada uno pedía una cosa diferente. Entre las dos preparábamos todo, comida, postres, mesa adornada para esos entrañables días, eso sí, con el mantel rojo bordado en blanco, con el que casi me dejo los ojos, pues coser en tela roja es para pensárselo y está claro que yo no lo pensé, pero para mi familia en Navidad corresponde el mantel rojo, un año decidí cambiar de modelo y puse uno blanco, y uno de los miembros más jóvenes, me dijo:

-Tía, hoy no parece Nochebuena.

-¿Por qué? le pregunté.

-Porque no has puesto el mantel rojo.

A raíz de ahí siempre el mantel rojo ocupó su lugar en la Noche del Niño Dios.

Y claro, teniendo en cuenta que era cuando toda la familia nos reuníamos, ya que por los trabajos algunos miembros residían fuera de la región, Papá Noel fue el encargado de hacer las delicias de jóvenes y mayores. Hay que reconocer que al ser ya tan mayor anda un poco despistado y necesita una ayudita para elegir los regalos y envolverlos, tarea que implicaba varias horas de pie, pues eran muchos los regalitos que dejaba en nuestra casa. Pero ayudarle era un privilegio que luego se veía recompensado al ver las caras de quienes los recibían, eso sí, los iba entregando el miembro más joven de la familia, y aquí también había un ritual, nadie podía abrir sus regalos cuando los recibía. 

Después de la copiosa cena, llegaban los dulces en varias bandejas rebosantes de delicias navideñas, adornadas con espumillón de Navidad y algún pequeño detallito más, y no podían faltar varias bengalas en cada fuente, se apagaban las luces y se traían de otra estancia de la casa encendidas, se posaban sobre la mesa junto a la tradicional caja de bombones y toda la familia cantaba unos villancicos a la luz chispeante de las bengalas.

Terminada la cena, todos subíamos a ver si ya había llegado Papá Noel, y siempre había llegado, y dejado numerosos regalos al pie del árbol de Navidad, a lo largo del pasillo, y la más joven de la familia comenzaba con el ritual de repartirlos. Algunas años nos faltaban manos para poder sostener tantos regalos. Tenemos que dar las gracias a Papá Noel porque siempre se portó muy bien con nosotros, y eso que la Laponia finlandesa está bien lejos para cargar los pobres renos con tanto paquete, pero claro, son mágicos.

Seguidamente todos nos sentábamos en una de las estancias de la casa, en circulo, Como el rey Arturo en su mesa redonda, y aquí también había un protocolo a seguir, debían de abrirse los regalos por orden de edad, de mayor a menor, comenzaba el abuelo Pepe con esa cara de felicidad que siempre tenía al recibir tantos regalos, yo creo que los abuelos eran los más privilegiados, tenían muchos, muchos regalos. Todos observábamos este ritual de abrirlos, cada quien respetaba escrupulosamente su turno y miraba con ansiedad sus paquetes y los regalos que Santa Claus había dejado a cada miembro de la familia.

En este proceso de abrir y sufrir los nervios de la curiosidad, empleábamos una hora de reloj y después de disfrutar de estos momentos tan mágicos nos retirábamos a descansar.  

El día de Navidad como comentaba al comenzar este escrito, fui a visitar a mis padres al cementerio, deseaba recordar frente a ellos estos gratos momentos que compartimos, y cual fue mi sorpresa que al entrar en el Campo Santo unos villancicos cantados por una familia ante la tumba de sus seres queridos me recibieron. Había personas de diferentes edades y varios niños, me acerqué a mis progenitores y ante el cariño que rebosaban aquellas canciones no pude por menos que susurrar esos preciosos villancicos con todo el amor que salía de mi alma.

Nunca antes hubiese imaginado que es otra forma de compartir la Navidad con esas personas que tanto hemos amado.

Gilda Ruiloba.

  






domingo, 22 de diciembre de 2024



                                               UNA LOBA BUENA Y PASIEGA...

                                     FLORINA GUTIÉRREZ COBO


El sol se mete con sus últimos rayos de luz, y llega una noche estrellada, con la luna asomada en una noche hermosa, el viento soplaba suave y cálido, pero en un horizonte extraño y quizás triste, en lo alto de la montaña pasiega, todo se quedó en silencio, es un duelo a la morada, pero se oyó un último aullido, es un sonido hermoso y no da miedo, quizás es la despedida de una loba buena, hechizada en una buena pasiega...
Esta pasiega trabajó mucho, y cuidó mucho de su familia, que hoy llora con buenas lágrimas, sé que marcharás en ese último viaje hacia las montañas pasiegas, y desde una cima alta, todos los atardeceres asomarás y cuidarás a tu familia, como siempre lo has hecho, tus ojos desafiaron la vida con buenos gestos, eras y siempre serás, una buena persona y pasiega, como lo dictaba tu mirada....
Tu alma ya descansa en los reinos de las hadas, un lugar hermoso donde ganaste un hueco, junto a otras almas buenas, correrás libre como el viento, siempre que mire una hermoso cima me acordaré de Florina, que tuve la suerte de conocer, en esas tardes de tertulias, acompañado de un buen café y bonitas palabras...hoy las lágrimas correrán en el sentido de la fe, cada lágrima será un homenaje y esperanza...
Mi pésame a Gilda y su familia
D.E.P
Siempre con ilusión....

Escrito dedicado a Florina Gutiérrez, mi madre, por el escritor José María Abascal Bordas.
Todo mi agradecimiento amigo y compañero en las letras

domingo, 8 de diciembre de 2024

                                                         Obituario

                    Florentina Gutiérrez Cobo | Renovera (comerciante)


                                                              Florentina Gutiérrez Cobo






Adiós a la sonrisa de una artista pasiega de gran                                       corazón

Gilda Ruiloba,

El pasado día 26 de noviembre falleció mi madre, Florentina Gutiérrez Cobo a quien todos llamaban Florina -Furina en la zona pasiega- siempre se sintió muy orgullosa de pertenecer a esta tierra, decía que ser pasiego es tener media carrera hecha. Recuerdo que en la presentación de uno de mis libros alguien insinuó que los del Ayuntamiento de Saro, concretamente de Llerana, no eran de esta estirpe, pues solo se les considera así a los de las tres villas. Justo se lo fueron a decir a ella, a la que además de Florina también le apodaban 'la pasiega'. Para entonces, mi madre ya usaba cachaba e involuntariamente, creo yo, comenzó a dar golpecitos con la misma en el suelo. No le gustó nada escuchar aquello. Posteriormente, se ha podido comprobar que su familia desciende, varias generaciones atrás, de San Roque de Riomiera.

Si algo caracterizó a mi madre fue su simpatía, siempre con la palabra exacta para cada momento. Fue muy trabajadora, yo la calificaría como icono de la mujer trabajadora. No se la caían los anillos a la hora de ayudar a su esposo José Ruiloba Casasola, en la recogida de la leche en su camión, para la fábrica de la Nestlé (oficio ya desaparecido). Con gran asombro de todos, Florina subía junto a su marido las ollas llenas de leche que pesaban más de 45 kilos. Posteriormente, las colocaba en la cinta corredera de descarga en la factoría, dejando perplejo a cuantos la observaban.

Fue también una gran comerciante. A lo largo de su vida nada se la puso por delante: vendió de todo, era ingeniosa, simpática y esto hacía que sus clientes le fuesen fieles.

Tenía un gran corazón, no podía ver la necesidad en los demás, nunca dudó en ayudar a los más desfavorecidos, bien regalándoles mercancías que ella vendía o ayudándoles económicamente.

Como mujer, fue la mejor esposa, totalmente enamorada de su compañero de vida a quien apoyó siempre incondicionalmente, esto fue recíproco. Siempre estuvieron juntos, tanto en el trabajo como en su vida privada, e incluso a la hora de morir, pues solo han transcurrido ocho meses desde la partida de él.

Como madre, ¿Qué puedo decir? Fue la mejor. Si me diesen a elegir al nacer, siempre la elegiría a ella. Generosa sin límites con sus hijos, nunca nos faltó su amor y protección.

Después de jubilarse comenzaría una nueva vida para ella, que supo llenar junto a su marido con gran ilusión. En esta nueva etapa fue vocal de la junta directiva de la Asociación Cultural de Mayores de Santa María de Cayón durante 22 años. Y fue en esta etapa donde pudimos descubrir su faceta como actriz, siempre digo que confundió su oficio y que debió dedicarse al teatro. Ella representaba las obras con gran maestría, especialmente cuando se trataba de pasiegas, con esa voz que la caracterizaba y que aumentaba el deje pasiego en las representaciones.

En el Paraninfo de la Magdalena actuó junto a otros compañeros poniendo al público en pie que les dedicó grandes ovaciones. Todos rieron y disfrutaron con la obra hasta límites inimaginables.

Además de gran actriz también tenía una gran voz para cantar, formando parte del coro de la mencionada Asociación de Mayores de Cayón.

Puso el broche final a su andadura como artista revelación cuando, a sus 91 años, formó parte del documental sobre las amas de cría pasiegas. Un trabajo audiovisual que tuvo como protagonistas a los descendientes de estas mujeres valientes y que se está proyectando dentro y fuera de la región con mucho éxito. Ella introdujo aquí también la nota alegre y graciosa que le definía tanto.

La tierra ha perdido a una gran mujer, pero el cielo ha ganado un ángel que les hablará sobre los «campos de mapolas que vio desde el trulibús allá en la Castella esa, camino de Benidorm» (fue una de sus obras que tuvo miles de visitas en las redes sociales).

Vuela alto mamá con ese humor que te caracterizó. Siempre estarás en mi corazón.

Gilda Ruiloba es escritora e hija de Florentina Gutiérrez Cobo

DM, domingo, 8 de diciembre 2024

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