miércoles, 13 de enero de 2016

"TARDE DE NOVIEMBRE"


"TARDE DE NOVIEMBRE"



En esta tarde de noviembre
en la que ya es de noche
y llueve,
sigo pensando en ti.

Hace frío.
Las gentes pasan enfundadas
en sus abrigos,
con sus paraguas,
ensimismadas en sus propios problemas.

Yo, pienso en ti.
Querido,
a mi mente llega el recuerdo
de aquella tarde en que también llovía
y hacía frío,
y juntos paseábamos.

Tú me tomabas entre tus brazos
queriéndome proteger
del frío y el viento.

La lluvia caía,
tu bromeabas y reías, 
reías tanto.

Recuerdo también el día
que fuimos a nuestra isla.
La mar estaba crecida,
las olas encrespadas,
bravas, amenazantes.

Y sentí miedo.
Un miedo atroz y sin igual.
Nunca había sentido tanto miedo.
Temí por ti, amor mío.


Gilda Ruiloba.
"TARDE DE NOVIEMBRE"

En esta tarde de noviembre
en la que ya es de noche
y llueve,
sigo pensando en ti.

Hace frío.
Las gentes pasan enfundadas
en sus abrigos,
con sus paraguas,
ensimismadas en sus propios problemas.

Yo, pienso en ti.
Querido,
a mi mente llega el recuerdo
de aquella tarde en que también llovía
y hacía frío,
y juntos paseábamos.

Tu me tomabas entre tus brazos
queriéndome proteger
del frío y el viento.

La lluvia caía,
tu bromeabas y reías,
reías tanto...
Recuerdo también el día
que fuimos a nuestra isla.

La mar estaba crecida,
las olas encrespadas,
bravas, amenazantes.

Y sentí miedo.
Un miedo atroz y sin igual.
Nunca había sentido tanto miedo.
Temí por ti, amor mío.                                                                                                                                            





Gilda Ruiloba.

"TARDE DE NOVIEMBRE"

"TARDE DE NOVIEMBRE"























"TARDE DE NOVIEMBRE"



En esta tarde de noviembre
en la que ya es de noche
y llueve,
sigo pensando en ti.

Hace frío.
Las gentes pasan enfundadas
en sus abrigos,
con sus paraguas,
ensimismadas en sus propios problemas.

Yo, pienso en ti.
Querido,
a mi mente llega el recuerdo
de aquella tarde en que también llovía
y hacía frío,
y juntos paseábamos.

Tú me tomabas entre tus brazos
queriéndome proteger
del frío y el viento.

La lluvia caía,
tu bromeabas y reías, 
reías tanto.

Recuerdo también el día
que fuimos a nuestra isla.
La mar estaba crecida,
las olas encrespadas,
bravas, amenazantes.

Y sentí miedo.
Un miedo atroz y sin igual.
Nunca había sentido tanto miedo.
Temí por ti, amor mío.


Gilda Ruiloba.

jueves, 7 de enero de 2016

MÁS HISTORIA DE CAYÓN.


LA ERMITA DE SAN ANTONIO ABAD EN LA ABADILLA DE CAYÓN.


Ante la proximidad de la fiesta de este Santo eremita (17 de Enero) es propicio dar público conocimiento de la "reliquia histórica" que representa la capilla dentro del Patrimonio Cultural del Real Valle de Cayón.
En el interior de su recinto ya se reunían los vecinos del Valle para tomar toda clase de acuerdos para la buena administración de sus tierras y montes comunales así como también las relaciones personales con los "Señores" o representantes del Rey.



Muestra todo ello es la transcripción literal del "acta" de la reunión que, para tratar del Pleito que mantenían estos Valles con el Duque del Infantado, se celebró aquí el 28 de Junio de 1556 (solo 64 años después del descubrimiento de América). Los pergaminos originales de esta documentación se guardan en la Biblioteca "Menéndez Pelayo" de Santander.



El documento dice así:

"En la ermita del Santo Antonio del concejo de La Abadilla del Valle de Cayón a veinte e ocho del mes de junio, año del Señor de mil e quinientos y cincuenta y seis años, estando juntos los procuradores regidores e vecinos del dicho Valle de Cayón que hoy, dicho dia, se juntaron en la dicha ermita, que dixeron ser su lugar señalado donde suele hacer sus Juntas Generales, como era la presente,  siendo para ello munidos en sus concexos e a son de campana tañida, como lo tenian de uso y costumbre para hacer e ordenar las cosas tocantes al dicho su Valle, especialmente Sancho Ruiz procurador, Juan González de la Valleja regidor, Juan de la Concha e Diego González de Aguero vecinos del concexo de Esles, e Hernán Corrila procurador, e Juan Hernández del Valle e Juan Prieto regidores; Alonso de Obregón e Juan de la Haya e Garcia Gutierrez e Rivero el Viejo e Juan Gómez vezinos del concexo de Lloreda; y Hernando Mavilla procurador e Hernando de Bustillo e Sancho Goncález de la Sota vezinos del concexo de Totero; e Diego de la Pedrosa escribano e once vezinos mas del concexo de La Abadilla; Antonio Martinez  procurador e Juan Garcia alcalde regidor; Juan Goncález de la Pedreguera y nueve vecinos mas del concexo de Santa Maria de Cayón....(Juan de Quintana procurador y Juan Sánchez de los Corrales con diez vezinos mas por Argomilla; Torivio de San Román procurador e Juan de la Dehesa y Diego Pérez regidores, y siete mas de San Román; por Santozilde Rodrigo Goncález de Riaño, Hernando Diaz hijo de Diego Diaz; Diego Garcia de la Herrán, Juan Garcia del Vado, Pedro de Villaescusa, Juan de la Herrera y seis mas, vezinos del concexo de Penilla; e Pero Martinez procurador e Juan de Cayón e Rodrigo de la Fuente regidores y el bachiller Obregón y cuatro vecinos por el concexo de La Encina. Todos ellos vezinos que dixeron ser del dicho Valle de Cayón, todos vezinos de los lugares del suso declarados en el dicho Valle al presente, estaban en presencia de mi, el escribano público e testigos yuso escriptos, luego los dicho procuradores e regidores dixeron en la dicha Junta que por cuanto el dicho Valle tiene dado e otorgados poderes cumplidos a Juan de la Nava, e Hernán Guerra e Sancho de Cos "el Mozo", e Rodrigo de Cos e Felipe de la Concha , e otros procuradores contenidos e declarados en los poderes dados y otorgados sobre razón de el litigio e procurar el pleito e causa que el dicho Valle ha tratado e trata con el Ilustrisimo Señor Duque del Infantado, Señor de dicho Valle sobre razón de la propiedad, señorío e jurisdicción cebil e criminal del dicho Valle e sobre las otras causas e razones contenidas en el proceso del dicho pleito.......................etc.


NOTA ACLARATORIA E IMPORTANTE:

     Lo transcrito en copia literal de acta de La Junta General de los Concejos del Valle de Cayón celebrados en la fecha señalada de 28 de Junio de 1.556 en la ermita de San Antonio, redactada en castellano antiguo, sin apenas comas ni puntos  y con faltas de ortografía por lo que deberá ser leída despacio y con atención.


     Con este documento, recogido en las páginas del libro titulado "EL PLEITO DE LOS VALLES", editado por el Ayuntamiento de Reocín y recopilado por D. Rogelio Pérez Bustamante, así como por D. Agustín Sánchez Obregón, se demuestra la antigüedad de esta ermita de San Antonio Abad, la cual se tenía como del siglo XVIII y resulta ser en el XVI ya se utilizaba como lugar de reunión.



     El libro antedicho recoge toda la documentación del citado Pleito, el cual duró 150 años en resolverse ( de 1404 a 1555). Los pergaminos y cuadernillos originales se conservan  en la Biblioteca "Menéndez Pelayo" de Santander y han sido traducidos y puestos a la luz de todos los montañeses  en valioso volumen de 702 páginas, de las que se están entresacando todo lo referido al Real Valle de Cayón.





HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ERMITA DE SAN ANTONIO ABAD, EN LA ABADILLA DE CAYÓN.


Esta capilla está situada en el centro del pueblo, en el barrio que lleva su nombre y tuvo su origen, según datos históricos y fidedignos, en los años cincuenta del siglo XVI. (Ya consta en un acta del Pleito de los Valles" los acuerdos de los "Concexos" del Valle, allí reunidos el día 28 de Junio de 1.556)




En los terrenos en que está enclavada se celebraban antiguamente todas las ferias y mercados de la comarca cayonesa. Tenían lugar un mercado cada mes y ferias en Enero (San Antón) ; en Abril (San Marcos) y en Octubre, (San Francisco). Giraba entonces la vida local en torno al calendario agrícola-ganadero y es lógico la dedicación de la ermita a San Antonio Abad.



     En su entorno, se edificaban años más tarde unas construcciones llamadas "tejavanas" para hacer las transacciones "asubio", es decir, protegidos de la lluvia.



     Muchos años después, desde aquél lugar se trasladaron a Sarón, al sitio donde ahora está el actual "mercado" y las ferias se hicieron mensuales en el "robledal" de el "ferial".



     Esta ermita de San Antonio es la más popular y de mayor devoción de los ganaderos, habiendo pasado por diferentes vicisitudes.



     Primero, se abandonó su primitivo origen comunal y pasó a depender su culto en manos de particulares; la familia Saro-Galbán (de la que era hijo el fundador de Sarón, D. Juan Antonio Saro Galbán) la estuvo patrocinando hasta la muerte de la madre de éste, Dña. Margarita Antonia Saro Galbán, que en su testamento ordenaba ampliar  "la capilla de San Antonio, dotando las obras con seis mil reales".



      Luego fue la familia de Dña. Paquita de la Portilla, que custodiaba sus ornamentos y ropajes en domicilios particulares dependientes de dicha señora, siendo utilizados éstos, únicamente, los días de "función". Posteriormente, también esta familia desapareció por completo y el recinto sagrado  casi se convirtió en una ruina; se decía Misa, únicamente, el día del Santo y no todos los años.



     Años más tarde se fue restaurando la capilla a expensas de los convecinos del "barrio" y los gastos del culto del día del Santo, en su primera Misa eran sufragados por D. Mariano Penagos, más conocido como "Mariano Patata", y tenía que oficiar ésta, el señor cura de Argomilla, D. Antonio, el cual, también por tradición, efectuaba su desayuno en casa de Mariano. La Misa Mayor, con sermón y procesión, eran luego a cargo del Sr. Cura Párroco. D. Estanislao Gómez.



     En esta tercera época la previsión de "fondos" para la fiesta se efectuaba con la rifa anual de una cría de cerdo, cuyo "eslogan publicitario fue: "POR UNA PESETA UN CHÓN". El promotor de esta nueva etapa fue el vecino del "barrio", ya fallecido, D. José Gutiérrez, más conocido como "el señorito", benefactor de la ermita, de la Parroquia y del pueblo.



     Restaurada con ello la capilla se la dedica plenamente al culto religioso  y se celebra Misa casi diariamente así como el rezo del santo rosario y hasta bautizos, bodas  y primeras comuniones se han oficiado en ella.



     Tiene la ermita dos tallas más entrañables para los vecinos: La imagen de su titular SAN ANTONIO ABAD, tallada en madera, primorosamente pintada y creemos, toda ella de una sola pieza; asimismo también es muy curiosa la figura del "cerdito" que acompañaba al Santo en su vida de retiro y oración. La otra es una Purísima Concepción, muy peculiar en su postura y talla, perfectamente policromada.



     El "coro" también es muy bonito, curioso y de gran mérito por los trabajos de marquetería que componen el mismo. La escalera que sube al coro es muy peculiar, es de caracol y hacía las delicias de los niños al subir a tocar las campanas por tan singular forma. El Altar es el clásico del siglo en que se efectuó la última reforma, s. XVIII; está adosado a la pared frontal y le complementan las imágenes de San Fidel de Sagmaringa, San José y rematando el mismo en lo alto, la figura de San Francisco.Tiene también un confesionario de gran originalidad.



     Y en el año 1995 se llevó a efecto otra restauración a fondo de sus muros, viguetaje y tejado. Se picaron las paredes descubriendo la piedra, se hizo un rejunteo de todas ellas y se dotó a la capilla de una buena instalación eléctrica y tillado del techo. Esta obra la efectuaron los vecinos del pueblo y del barrio, con su trabajo personal desinteresado. Es de "bien nacidos el ser agradecidos" y por ello se hace constar sus nombres en esta pequeña crónica:

D. José Gómez. (Pepin, el de Maruchi o María Fé)
D. Tomás Martínez. 
D. Francisco Alonso. (Pancho el Guarda ríos)
D. José Luis Samperio. (Curro)
D. José Ventayol. (Pin)
D, Benito Obregón (Benito el de los bolos)
D. Adolfo Herrero. 
D. Santiago Saro.
D. Alfredo Ruiz. 
D. Mariano Cobo.
D. José Manuel Fernández. (Loli)
D. Pedro Sánchez. (El andaluz)
D. José Luis Samperio Ocejo.
D. José Ramón Escalada


     El sacerdote D. Ramón Goicoechea, cura párroco que fue de La Abadilla, Santa María y La Encina, siempre tuvo un cariño especial por esta ermita y por las fiestas tradicionales de San Antonio Abad, haciéndolas renacer en una época en que se estaba perdiendo la tradición, allá por el año 1980, junto con los vecinos del barrio, entre ellos "El Marullo", gran apasionado de estas tradicionales fiestas.



     Se hicieron exposiciones ganaderas, los tradicionales tiros y arrastres de caballerías, a las que se les ponían unas cargas de peso según sus categorías, y quienes más lejos las llevasen, ganaban. Las exposiciones de ganado se celebraban por la mañana, después de la misa y bendición de los animales. El arrastre siempre es por la tarde.



      Don Ramón por su parte, dijo misa todos los días  en esta ermita y dedicó muchas horas a su arreglo.



Hacer también mención especial a Agustín Sánchez Obregón, historiador del Valle de Cayón, a quien apasionó nuestra historia y cuyos estudios tan necesarios y útiles  han hecho posible este relato.



Y por último, como homenaje al sacerdote ya fallecido, D. Estanislao Gómez Crespo, que también tanto hizo por la conservación de éste patrimonio histórico-cultural, escribimos unas estrofas del "Himno" al Santo que él compuso:



Oh Bendito San Antonio,

cual antorcha refulgente
ilumina nuestra mente
líbranos de todo mal ...
guíanos por buen camino
a la patria celestial.
Tu repartiste grandes riquezas
y despreciaste lo terrenal
tu que proteges nuestros ganados
¡líbralos siempre de todo mal
Oh Bendito San Antonio.....






miércoles, 30 de diciembre de 2015

"ALFONSO Y ZORRI"

     Se acerca el día de Reyes, millones de niños y de adultos tendrán un montón de juguetes y regalos, pero también habrá muchos niños en el mundo que no recibirán nada, pues las economías de sus padres apenas dan para mal vivir.

      Este pequeño relato está basado sobre un hecho real. 

      Hace varios años, estando yo en Sevilla, hubo un niño de familia muy pobre que escribió una carta a los Reyes Magos de Oriente y por equivocación depositó la carta en el buzón de un banco. 

      Este hecho me hizo escribir esta pequeña historia ambientada en un pueblo de Sevilla.         La historia de este niño no tuvo un final feliz como todos hubiésemos querido, pues el niño olvidó poner en su cartita la dirección. 

      Me llenó de dolor esa carta escrita con la inocencia de un niño que nunca había tenido juguetes, ni él, ni sus hermanos. "Yo sé, que como todos los años no me traeréis regalos, pues los regalos y juguetes solo son para los niños ricos y yo soy un niño pobre, pero bueno, por si acaso yo os pido para mis hermanos y para mí...". 

     La historia de este niño desconocido, perfectamente pudo haber tenido un final feliz como la de esta pequeña historia totalmente inventada por mí, si el niño hubiese puesto su dirección en la cartita a los Reyes Magos. Pero por desgracia un año más se quedaron sin regalos.

                                 "ALFONSO Y ZORRI"  

     Alfonso vivía con su padre Antonio y su madre Rocío y con sus siete hermanos, Ángeles, Tomás, Alfredo, Pedro, Rosa, Pilar y Felipe.
     Él era el tercero de los hermanos. Las edades de los ocho hijos de Antonio y Rocío oscilaban entre los once años del mayor y los tres meses del pequeño.

     Los padres de Alfonso eran muy pobres, vivían en un poblado cercano a Los Palacios y Villafranca en Sevilla. Se dedicaban al cultivo de una muy pequeña parcela de algodón. Antonio iba como jornalero allí donde lo llamaban, ya fuese para la recogida del algodón como para la cosecha de la aceituna o la vendimia de la uva. Todo trabajo era poco para poder traer dinero a Rocío que por más que hacía cuentas y más cuentas, de aquí quitaba para poner allí, nunca podía llegar a finales de mes.

     En el tiempo de cosecha del algodón, Alfonso y sus hermanos recorrían las carreteras de Sevilla con unos sacos e iban recogiendo el algodón que los tractores perdían por el camino, después lo venderían en la Cooperativa del Trobal, y aunque poco, algo sacaban para poder ayudar a sus padres en su precaria economía.

     Vivían en una casita muy pequeña y blanca. Rocío era una mujer muy trabajadora, se pasaba todo el día limpiando, cocinando y cosiendo para hacer de su humilde casa un lugar acogedor.

     Alfonso y sus hermanos nunca habían tenido más juguetes que los que su abuelo Felipe les había hecho allá en Utrera.
     El abuelo trabajaba muy bien la madera, pero, como ellos, él también era pobre. Por eso los juguetes de Alfonso y sus hermanos los tenía que confeccionar con mucho amor y no poca paciencia. El abuelo aprovechaba las formas de la madera a tallar, generalmente de olivo, y unas veces hacía carros tirados por caballos, otras muñecas con sus peinetas, algunas veces también coches, pero lo que mejor le salía eran los animales. Él gustaba tallar con su vieja y querida navaja los trozos de madera dándoles formas de animales preferentemente pájaros y serpientes, después con unas tintas especiales les pintaba con alegres coloridos. Entre sus herramientas tenía y guardaba con gran recelo, gubias, cuchillos de talla, azuelas, raspines, limas, punzones...

     El abuelo Felipe no escatimaba esfuerzos pues sabía que serían los únicos juguetes que sus muy queridos nietos iban a poder tener. ¡Que desgracia más grande es ser pobre!. Se decía el anciano.

     Pero Alfonso tenía un muy preciado tesoro.  Estando un día en el Cortijo de unos señores hacendados de Los Palacios, había un perrito de caza que se había enfermado y lo iban a sacrificar. El niño llorando les pidió que no lo hiciesen y el señor de la hacienda se compadeció de él y se lo regaló. Alfonso llevó su perrito a casa y lo bautizó con el nombre Zorri. Lo cuidó día y noche, pero Zorri necesitaba los cuidados de un veterinario y ellos eran pobres, no tenían dinero para poder pagar los servicios de un especialista en animales, ni tampoco para comprar los medicamentos. El chico lloraba en silencio sosteniendo en sus brazos a Zorri, mientras su cabecita no dejaba de pensar cómo podría salvar a su amiguito que lo miraba con ojos suplicantes.

     Al lado de la casa de Alfonso, había unas cuadras de cría y doma de caballos pura sangre y se le ocurrió la idea de ir a pedirles trabajo. Él sabía que allí acudía con frecuencia el veterinario para reconocer a los caballos y se ofreció para ayudar a quitar el estiércol, a cambio no quería dinero, sólo que el veterinario curase a su perro. De este modo Zorri pudo ser atendido por D. Andrés el veterinario de los caballos. Él mismo le dio los medicamentos, a cambio de ello, el niño debería quitar el estiércol durante un mes.

     Zorri muy pronto comenzó a tener mejoría y en una semana ya saltaba y corría detrás de su dueño demostrándole así su agradecimiento y ese amor incondicional que sólo los animales y muy especialmente los perros saben dar.

     Alfonso iba todos los días a quitar el estiércol a los caballos, lo hacía con una responsabilidad tal, que el dueño se hizo gran amigo de él, lo dejaba acercarse a los caballos e incluso lo dejó montarlos, pues el muchacho demostraba un gran amor hacia los animales , sus horas más felices eran las que ocupaba con Zorri y con los caballos, los cepillaba y los hablaba como si de personas se tratase.
     Los animales en cuanto oían su voz o advertían su presencia relinchaban y movían sus cabezas en señal de saludo, y una alegría especial salía de ellos.
     El mes en que Alfonso debía limpiar el estiércol terminó, pero él siguió visitando y ayudando a limpiar los caballos , porque ya los había cogido cariño y no quería dejar de estar con ellos. A cambio el dueño D. Adrián le dejaba montar todos los días un ratito y le daba la comida para su perrito.

     El perrito se convirtió en su amigo inseparable, allá donde estaba Alfonso, se encontraba Zorri, tenía gran inteligencia y destreza, algunas veces Antonio, el padre del muchacho, iba de caza con unos amigos del Trobal, que tenían un Coto en Huelva, cerca de Almonte, y lo llevaba . No había conejo que se le resistiese al perro. Era la admiración de los cazadores, a todos les hubiese gustado tener un perro así, cariñoso, alegre y diestro en la caza. Pero Zorri sólo era de Alfonso.

     Debido a la pobreza de su familia, cuando el niño salía del colegio también iba a trabajar, ayudando a los cangrejeros a recoger los cangrejos de las marismas, después los llevarían a la Cooperativa de Los Palacios donde los prepararían para su comercialización.      Por este trabajo recibía noventa euros al mes, que si bien no era mucho, si aliviaba un poquito la economía de la familia.

     Pero Alfonso a pesar de sus muchos quehaceres no abandonaba sus estudios, y aunque por lo general estaba ya muy cansado, después de la cena se refugiaba en la cocina, único lugar en que podía estudiar sin que su familia lo molestase, pues la casa era muy pequeña para diez personas, y la cocina era el único lugar que se quedaba vacío después de la cena familiar ya que todos se retiraban a sus habitaciones y si era verano o hacía calor salían a la calle con las sillas y se sentaban en las aceras para refrescar y hablar con los vecinos.

     Alfonso soñaba que si era un buen estudiante, algún día podrían dejar de ser pobres. Si estudiaba mucho, aunque tuviese que trabajar tendría una carrera como D.Andrés el veterinario que le salvó a Zorri o como D. Vicente el maestro que tanto le quería, o como D. José Manuel el director del banco que cuando le veía le daba caramelos.
     Todos ellos han tenido que estudiar mucho se decía, pero ahora a pesar de que también tienen que trabajar duro, tienen un trabajo digno y sus familias no pasan necesidades  ni son pobres como nosotros. Sus hijos pueden estudiar sin tener que trabajar, y sus mujeres tienen lavadoras que lavan solas, y vestidos bonitos y joyas y sus hijos tienen muchos juguetes.
     Yo tengo que estudiar se decía, para poder comprarle a mi madre una lavadora para que no se le pongan las manos malas como las tiene ahora, y la compraré vestidos bonitos como tienen las demás mujeres, también la compraré un collar y sortijas, y a mi padre un coche, y yo le compraré a D. Adrián esos caballos tan bonitos y los pasearé en La Feria.
     Estos pensamientos hacían que Alfonso estudiase con un gran amor propio y le convertían en el alumno más aventajado de la clase.

     Ya era diciembre y todos los escaparates del pueblo estaban adornados con motivos navideños.
     Las jugueterías tenían expuestos sus mejores juguetes, ordenadores, videojuegos, trenes eléctricos, muñecas, futbolines,  ¡hay tantos juguetes bonitos! se decía Alfonso que pegado al escaparate los observaba. Pero sólo eran para los niños ricos, y con la mirada triste miraba a Zorri, que como leyendo sus pensamientos, le tiraba del pantalón en dirección contraria al escaparate.
     Alfonso miraba a Zorri y sonriendo pensaba, bueno, si bien no puedo tener juguetes, te tengo a ti, no te cambio por los mejores juguetes del mundo. Y felices regresaron a su casa.

     Pero al llegar se encontraron con que su madre, se había caído fregando la cocina, fracturándose la cadera, estaba ingresada en el Hospital Balmes de Sevilla. La situación era grave, pues aunque el Hospital lo pagaba la Seguridad Social, su padre no tenía dinero para los viajes a Sevilla y las comidas, pues Rocío tendría que estar ingresada unos meses en el Hospital.
     Por otro lado, ahora los ingresos eran casi nulos por no ser época de trabajos, y Antonio no tenía a quien pedirle dinero prestado, pues con su situación tan precaria ¿quién querría prestárselo?. Sólo había una solución posible. Javier estaba encaprichado con Zorri y le pagaba bien. No quedaba más remedio que vender el perro.
     Alfonso al oír esto quiso morir. Su dolor fue tan grande que no pudo evitar llorar y decir que él nunca vendería a su perro. Lo abrazó contra sí para que no se lo llevasen. Antonio trató de convencerle, si no lo vendían, su madre tendría que estar sola en el Hospital durante meses y por otro lado Alfonso podría ver a Zorri siempre que quisiera. Con lágrimas en los ojos y pensando en su madre se abrazó a su perrito y le dijo: "Ya lo has oído todo, tengo que separarme de ti por el bien de mamá. Pero te juro que algún día te compraré, y ya nunca, nunca, me separarán de ti".

     Aquella noche Alfonso no durmió nada, se la pasó llorando, por un lado su madre querida en el Hospital y por otro había perdido a Zorri ¿Por qué tenemos que sufrir tanto los pobres?. ¿Por qué hemos de perder lo único que tenemos en el mundo?.

     Al día siguiente al pasar por la plaza del pueblo vio a los Reyes Magos en un escaparate y esto le dio la idea de escribirles una carta, ésta era su única salida.

     "Queridos Reyes Magos, soy Alfonso, como sabéis soy un niño pobre y nunca me habéis traído juguetes. Yo ya sé que los juguetes solo se los traéis a los niños ricos, aunque ellos ya tienen muchos y nosotros no tenemos ninguno. Este año por si acaso me los queréis traer, os quiero pedir algo muy especial. Yo os prometo que si me lo traéis siempre seré un niño bueno, y estudiaré mucho, y trabajaré para ayudar a mis padres hasta que no pueda más, no contestaré y seré muy, muy, bueno. Por favor Reyes Magos devolverme a Zorri, mi padre le ha tenido que vender para poder acompañar a mamá que está malita en el Hospital. Mi perrito está en casa de Javier. Por favor devolvérmelo, y si no os es molestia traerle algo también a mis hermanos, aunque sean regalos humildes, les hará mucha ilusión, porque nunca hemos tenido juguetes de verdad, solo los que nos hace el abuelo Felipe de madera que también son muy bonitos aunque no son juguetes de verdad. Os quiero mucho. Pero por favor, no os olvidéis de Zorri".

     Una vez escrita la carta, Alfonso la metió en el buzón. Pero en vez de ponerla en Correos la echó en la sucursal del Banco, sin saber que no era Correos.

     Al ir a recoger la correspondencia el director se encontró la carta dirigida a los Reyes Magos, la leyó diciendo a sus compañeros, "mirar nos han mandado una carta para los Reyes Magos", y con gran curiosidad la leyó en voz alta. Al terminar de leerla sus caras reflejaban la tristeza de tener entre sus manos una carta que reflejaba el dolor y la desesperación ante la impotencia que da la pobreza.

 El director decidió pegar la carta en un lugar visible del Banco y puso una hucha debajo, todos los clientes que entraron en el Banco la leyeron y dieron un donativo para poder comprar regalos a los niños. Para que pudiesen tener juguetes de verdad aunque sólo fuese una vez en la vida.

      Comprados los juguetes para Alfonso y sus hermanos. D. José Manuel  y sus compañeros fueron a hablar con Javier y le enseñaron la carta. Quisieron comprar a Zorri, pero Javier se negó. "No señores, este es mi regalo de Reyes para Alfonso". Si hubiese sabido que le causaría tanto dolor nunca hubiese comprado a Zorri.

     La noche de Reyes fue la noche más feliz para Alfonso al recuperar a Zorri, que llegó adornado con un gran lazo azul, dando saltos de alegría al reencontrarse con su amo. Lo mismo sintieron sus hermanos al recibir sus primeros juguetes de verdad y el padre recibió un sobre de Los Reyes Magos y al abrirlo vio con lágrimas en los ojos que contenía mil euros con una nota que decía "Para los gastos más urgentes".

      Pero quienes sin duda experimentaron también una gran alegría esa noche, fueron todos aquellos que con sus donativos hicieron posible una auténtica Noche de Reyes a unos niños extremadamente pobres.

                                                   Gilda Ruiloba.


              

domingo, 27 de diciembre de 2015

"HOMENAJE A UN FIEL AMIGO"

 Está dedicado a mi perro pizca, hace años lo atropelló un coche y murió en mis brazos. Se acercan los Reyes Magos y mucha gente regalará un perrito y dentro de unos meses lo abandonarán. Nunca podré entender que se pueda abandonar a un fiel amigo, ellos te lo dan todo, compañía, alegría y un amor incondicional.

PARA MI PERRO PIZCA







"AMIGO FIEL"



Amigo,
leal como ninguno,
cariñoso y juguetón.
Ladrón,
más que los monos de Gibraltar.

Gustabas de hacer travesuras
y te llevabas a escondidas
los juguetes, trapos y zapatillas

todo aquello que llamara tu atención
en tu cunita
podíamos encontrar

que era como para el caballero 
tu castillo.                                                                          
Pero tus travesuras te llevaron                         
al final de una corta vida.

Y por querer detener el movimiento
de la rueda al girar
fue ella quien te detuvo
a tu corta edad.

Tu mirada al recogerte
 agonizante
era de confianza,
seguro de que yo podría aliviar tu mal.

Más..., yo no soy Dios,
mi leal amigo.

Y con el dolor en mi corazón
vi como entre mis brazos
se apagaba tu último soplo de vida.

Atrás quedaron
los paseos al campo y al río

tus travesuras, tu compañía,
tu alegría al recibirme
a mi regreso a casa.

Por delante viene un nuevo verano
y con él las vacaciones y los viajes.

Y me duele pensar
que muchos perros
fieles
como eras tu,
serán abandonados  a su suerte.

Y ellos también mirarán con ojos suplicantes
sin comprender el por qué
 de tan poco amor.


                                 Gilda Ruiloba.

sábado, 26 de diciembre de 2015

CELIA y LA ANJANA

Cuento escrito por mí, en el que quiero homenajear a mi manera, a María Blanchard, pintora cántabra, nacida en Santander a quien siempre he admirado por su extraordinaria obra.










CELIA Y LA ANJANA


Sucedió hace muchos años en un pequeño pueblecito del Valle de Cayón...

       En un precioso día del mes de mayo, en que los campos se confundían con una hermosa alfombra de color verde, cubierta de florecillas de vivos colores, y el sol acariciaba con sus rayos a todo el valle, nacieron en el seno de una familia humilde dos niñas gemelas a quienes sus padres bautizaron con los nombres de Celia y Aída.
       
Los años fueron pasando y las niñas creciendo. Aída era muy hermosa, agraciada y alegre.    
Por el contrario su hermana Celia era contrahecha, sus pies inmensamente grandes, su cuerpo corto y en su espalda sobresalía una giba.
       
Celia era una niña introvertida y extremadamente sensible. 
Con frecuencia era el blanco de las risas y burlas de sus compañeros de juegos. 
Pero ella siempre contaba con el cariño y apoyo de su hermana Aída, quien se encargaba de defenderla y protegerla de quienes se atrevían a burlarse.

A pesar de todo, Celia sufría en silencio. 
Y en su interior se acumulaban un sinfín de amargas preguntas.
¿Por qué no soy como los demás niños?
¿Por qué todos se burlan de mí?
¿Por qué la gente me mira como un ser extraño?.
Y cada día su carácter se volvía más introvertido y buscaba la soledad.

Mientras, su hermana Aída jugaba alegremente con sus amigos, y se convertía en el líder de todos ellos.

Celia por el contrario rehuía de sus compañeros de juegos, no quería ser el centro de sus burlas, no quería que la hiciesen llorar más. ¡Deseaba huir, estar sola!

Celia se refugiaba en los verdes campos y tenía como compañeros a los pajarillos, las hormigas y los saltamontes.

Les hablaba, les contaba sus penas, sus ilusiones porque sabía que ellos no la harían sufrir, no se burlarían.

Ella recibía a cambio la dulce melodía del jilguero, el ir y venir nervioso de la hormiguilla portando su sustento para el invierno, y el rítmico salto con que el saltamontes agradecía su compañía.

Celia disfrutaba dibujando y pintando a sus amiguitos, lo hacía con tanto amor y exquisito primor que sus dibujos eran una armoniosa combinación entre formas, colores y movimiento.

Sus dibujos hablaban por si solos. Cuantos lo admiraban podían ver en ellos, cuanta sensibilidad, amor y humanidad se escondían en su autora.

Una tarde en que Celia salía de la escuela y su hermana Aída no había podido asistir a las clases,fue nuevamente objeto de burlas por parte de sus compañeros.

Todos los niños la tocaban la giba, y la insultaban, la llamaban cheposa, contrahecha, eres como un sapo le decían, y todos se burlaban y reían.

Celia, en su desesperación, corrió hacia su refugio en la pradera, junto al bosque,y llorando se desplomó al lado del arroyo.

Sus amiguitos del bosque la observaban con dolor.

Celia gritaba: ¡Quiero morirme! ¿porque nadie me quiere?
todos se burlan y yo no tengo la culpa de haber nacido así. 
Ya no quiero que se rían más de mí. ¡No quiero vivir así!.

Sus amiguitos del bosque la rodearon, el pajarillo cantaba con penosa melodía, las hormiguitas dejaron de acarrear su comida para darle su acogida. El saltamontes hacía piruetas tratando de conseguir una sonrisa. 

Y de pronto... la reina del bosque, "La Anjana", la que Celia siempre había creído un mito, una leyenda, apareció con gran majestuosidad y belleza, reflejándose en el arroyo. 

Y dulcemente con palabras llenas de amor y melodía, así le habló:

Celia querida, no llores, no sufras más, porque la belleza exterior no cuenta, ya que es flor que pronto se marchita.

Pero la que si cuenta es la belleza interior y esa nunca se marchita. 
Esa es patrimonio para toda la vida. Y tú, la tienes Celia.

¿De qué le sirve a una persona ser muy hermosa, si interiormente está vacía, si es incapaz de sentir, si es una persona llena de maldad, alguien que no sabe estar? Esa, si es una persona contrahecha.

Celia, tu naciste con un defecto físico, otras personas tienen otros defectos. 
¿Pero acaso no te has preguntado que después de todo eres afortunada?

Has nacido dentro de una familia que te quiere. Tienes gran capacidad para aprender,exquisita belleza interior.
Tu debes de hacerte amiga de tu cuerpo y no compadecerte.
Sigue cultivando esa belleza interior que es tan importante, mucho más que la de un cuerpo hermoso.

Busca en todo lo que te rodea ese amor que tu posees. Perdona a cuantos te humillan y hazles ver que dentro de ese cuerpo hay una persona hermosa.

Estudia y supérate, demuestra a todos con tu ejemplo, que la belleza interior y la cultura significan mucho más que la belleza exterior.

Yo por mi parte y en prueba de mi gran amor por ti, te concedo un don:
Serás una gran pintora, una artista que sepa plasmar en el lienzo toda la humanidady el amor que hay en ti. 

Acariciando a la niña, la Anjana desapareció.

Pero aquella noche todos los compañeros de Celia tuvieron un sueño común. Todos vivieron por una noche, que su cuerpo era giboso y contrahecho, y sintieron en su propia carne la angustia
de las burlas y las risas.

Desde esa noche, nunca, ninguno se burló de Celia y todos la respetaron y amaron con un 
cariño sin igual.

¿Tendría algo que ver en esto la Anjana?.

 A partir de entonces Celia supo encontrar siempre un hueco entre sus compañeros de estudios.

Su lucha fue un constante esfuerzo y sacrificio, dedicó muchas horas sin escatimar esfuerzos al estudio y la pintura.
No le fue fácil conseguir su meta al principio, pero ella jamás se rindió ante la adversidad, sino todo lo contrario, era un reto, ella sentía la necesidad de triunfar, de ser admirada y querida.

Ella quería dar su mensaje de que todos los seres humanos somos iguales. Sin importar su condición física, sólo debe contar la condición humana, pensaba. Era algo que debía conseguir por ella y por todos los que como ella tenían alguna tara física.

Celia pasó a ser de la chiquilla introvertida y triste a una Celia totalmente diferente. Fue una pionera de la lucha por la igualdad de todo ser humano.
Y pasó a ser una persona muy querida por su bondad y comprensión hacia los demás. Así como admirada y secretamente envidiada por muchos, por su gran cultura y filosofía de la vida.

Pasaron los años y Celia fue una afamada pintora que en todas sus obras supo plasmar el amor y la humanidad que ella poseía y sentía hacia todo cuanto la rodeaba.


                                                                                                                                                                     Gilda Ruiloba.


sábado, 19 de diciembre de 2015

“PARA MARTINA”












"PARA MARTINA"


Bienvenida Martina.
Tú representas a una nueva generación
Dentro de nuestra familia.
Eres la primera de esta nuestra nueva generación.

Te hemos esperado con anhelo
Deseo y cariño.
Por fin te tenemos y te queremos.

Martina
Tu nombre sofisticado
Nos recuerda al dios Marte,
El dios de la guerra
En la antigua Roma.

Martina,
Llegas a un mundo
En el que como mujer
Vas a tener que enfundarte
En tu armadura de lucha.

Tú coges nuestro testigo
El de tantas mujeres
Que te hemos precedido.

Nosotras hemos luchado
Muchas veces con sudor y lágrimas
Por la libertad e igualdad de género.

Para ofrecéroslo
A las generaciones venideras.

Lo hemos hecho
Lo mejor que hemos podido y sabido.

Te tocan tiempos de retroceso
En nuestros derechos.
Pero segura estoy
Que harás honor a tu nombre

Martina.
Te fundirás en tu armadura 
Y lucharás por tus derechos
Y los de todas las mujeres.

Tú serás un eslabón más
En esta cadena de lucha.

Retomarás el testigo
Allá, donde nosotras
Lo hayamos dejado.

Lucharás por un mundo más justo
Donde la igualdad
Entre hombre y mujer
Sea posible.

Donde juntos de la mano
Al mismo compás de paso
Caminemos hombre y mujer,
Mujer y hombre.


Gilda Ruiloba.