Este rincón ha sido creado para recopilar todos mis escritos. Tener un lugar donde disfrutar y compartir mis visiones de la vida, en cada momento, mis alegrías, tristezas, ilusiones, tantas cosas que suceden en nuestras vidas y alrededor de ellas y que muchas veces pasan totalmente desapercibidas. Es para mí una satisfacción contar con este rincón, donde poco a poco iré compartiendo mis poesías, cuentos, y otros escritos.
miércoles, 12 de noviembre de 2025
sábado, 8 de noviembre de 2025
PEPITA Y LA VIEJA MÁQUINA DE ESCRIBIR
Recuerdo en mi infancia que mis
padres siempre me llevaban a sus transacciones comerciales y en una de ellas a
una oficina que estaba situada en la Plaza Porticada de Santander. Allí había
una señora rubia, Pepita se llamaba, en cuanto me veía se levantaba, me cogía
de la mano, me llevaba a su mesa, tomaba asiento y me sentaba sobre sus piernas
delante de la máquina de escribir. Introducía un papel en blanco en la vieja
máquina y me decía: Escribe. Ese fue mi primer acercamiento al mundo de las
palabras, ahí decidí que quería ser secretaria, yo admiraba a Pepita.
Con el paso de unos años, ya en el
colegio de los Sagrados Corazones mis padres decidieron reforzar mi enseñanza
con mecanografía, taquigrafía y Contabilidad, tal vez porque sabían mis
aspiraciones. Y fue allí donde tomé contacto con la antigua máquina Underwood. Era
muy cómoda para escribir, los dedos encajaban perfectamente en sus teclas
redondas, de todas las máquinas posteriores, ella fue la más cómoda y con la
que más rapidez experimenté.
Después ya en Centros
especializados vinieron más asignaturas relacionadas con la Administración, y
otras máquinas más modernas se dieron paso, hasta llegar a las eléctricas que
ya eran todo un lujo, pues si te equivocabas podías borrarlo al momento y no
andar con la vieja usanza de poner los papelitos de tiza blancos que tanta lata
daban. Con la eléctrica era una pasada, solo dar a una tecla y corregir. Para
mí tenía un inconveniente, que al estar acostumbrada a poner los dedos en la
fila central tenía que tener mucho cuidado, pues se presionaban las teclas con
mucha facilidad, ya que eran muy sensibles, con el problema que esto conllevaba,
pues se marcaban las letras. Confieso que fue un incordio, posteriormente llegaron
también los primeros ordenadores con aquellas cartulinas perforadas de
ciclostil. ¡Cómo han avanzado los
tiempos! Hoy las nuevas tecnologías día a día se modernizan dejando rápidamente
obsoletas a las anteriores.
Los nuevos ordenadores son todo un
lujo, están llenos de información, escribir y comunicarte es muy sencillo, nada
que ver con las antiguas máquinas mecanográficas.
No puedo por menos que recordar a Pepita, la
señora rubia de la Plaza Porticada que en gran medida tiene la culpa de que yo
sea la secretaria de la Sociedad Cántabra de Escritores.
Y como no, a la vieja máquina de
escribir Underwood que tan buenos momentos me dio, aún recuerdo las clases
detrás del telón del escenario donde se hacían las funciones de Navidad y Fin
de Año que tan entrañables eran para nosotras.
Esta vieja máquina se ha quedado
grabada en mi corazón junto al recuerdo de Pepita.
La vida muchas veces nos depara
grandes sorpresas, entre ellas como una persona a la que admiras y que con gran
cariño te puso delante de una máquina de escribir por primera vez, puede
cincelar en cierto modo tu destino.
Gilda Ruiloba
viernes, 7 de noviembre de 2025
Víctor Abascal y Gilda Ruiloba
A VÍCTOR ABASCAL ACEBO
CARREDANO VELOZ
A los pies
de Giniro
viste la luz
por primera vez,
carredano de
nacimiento,
aunque
gustas llamarte pasiego.
Entre tus
historias de infancia,
en las que
era necesario tener la prueba de nobleza
inscrita en
los padrones de hidalguía
para poder
ser Correo de Su Majestad el Rey.
Tu mente de
niño debió de soñar
con “Látigos
en Pellejeros,
novedades en
la Corte”
y este deseo
de rapidez y servicio
Te llevó a
portar nada más
y nada menos,
que la
antorcha Olímpica.
Carredano
veloz.
En tu despedida
del mundo laboral
creas un
mundo fantástico,
Lleno de
poesía.
Das vida a
interminables y maravillosas historias.
Muchas han
sido las albricias recibidas,
honrando así
a tus ancestros
que portaron
la correspondencia epistolar,
ignorando
los peligros que acechaban.
Compañero
generoso
donde los
hay,
nunca un
soneto
faltó a
quienes fueron homenajeados.
Y hoy es tu
turno,
no tienes un
hermoso soneto,
pero sí,
unos versos salidos del corazón
de alguien
que te admira, te respeta y te quiere.
Gilda
Ruiloba
martes, 5 de agosto de 2025
Montada a lomos de Broncero vienen a mi mente momentos vividos en mi infancia, cuando era muy pequeñita y mi abuelo Manolo nos subía a lomos de su burra, a mi hermano mellizo y a mí, ( aquella no se llamaba Broncera, era de carne y hueso) para bajarnos al pueblo de Vega de Villafufre a coger el autobús.
Un buen día, me había subido a mí sola, mi hermano estaba desaparecido, era muy travieso, la burra no estaba cómoda conmigo en su lomo, y no era porque yo pesara mucho, pues era muy delgadita. Mi madre me había puesto un vestido precioso, blanco inmaculado, cuando me ponía esa prenda, las vecinas decían que me favorecía mucho al ser yo tan morena, pues bien, el asno estaba amarrado en una anilla de hierro que por aquellos entonces eran muy frecuentes para atar a los équidos, estaba amarrada al depósito de recogida de la leche de NESTLÉ, al lado, había un regato en el que algunas mujeres solían lavar la ropa, y recuerdo que el terreno que la burra pisaba era un barrizal, como dicen los pasiegos, es decir, lleno de barro y agua, pues bien, la capulla de la burra, creo que se llamaba Lucera, decidió deshacerse de la carga y bajando la testa, en un visto y no visto, aterricé con mi impoluto vestido blanco en aquel barrizal.
Aunque yo era una niña muy buena, entre el susto, el aterrizaje forzoso, el rebozado de barro, daño no recuerdo haberme hecho, pero claro, con mis tres añitos, aquello fue todo un trauma, una vez me limpiaron y cambiaron de vestido, poniéndome unos pantalones, (más adecuados para el momento, y más teniendo en cuenta que yo desde muy pequeñita los usé, algo que tampoco era muy habitual en aquellos tiempos), pues bien, después no quería volver a subirme a lomos de Lucera ni por las buenas, ni por las malas, entre todos trataron de convencerme, pues de Llerana a Vega andando había una tirada. Al final el que me convenció fue mi hermano que apareció dentro de aquel barullo, y en su vocabulario infantil de tres añitos, me dijo: Tirita, así acertaba a llamarme, sube, que yo te agarro para que no te caigas, y como me fiaba mucho de él, pues cedí y me subieron a lomos de la burra, y esta es una de las primeras experiencias que tuve con los équidos. No obstante, me encantan, y creo que debemos de protegerlos, pues forman parte de nuestra cultura.
miércoles, 9 de abril de 2025
AYER ESTUVE EN NUESTRA ISLA
Ayer estuve en nuestra isla,
la mar estaba bella,
el cielo azul,
y tú no estabas.
Las gaviotas surcaban el cielo
sobre la mar bella,
con su vaivén de alas, giraban,
y graznaban al grito unísono.
Tal vez se percataban de tu ausencia,
viendo mi tristeza
al contemplar su vuelo
que en otros tiempos fue anhelo.
Nuestra isla
ya no es la misma sin ti.
Su verdor de antaño
se ha convertido en vegetación xerófila.
Me senté en nuestro banco,
ese que siempre decías
que la naturaleza
había esculpido para mí.
Allí permanecí inmóvil,
durante horas,
contemplando el hermoso paisaje
que ante mí se ofrecía etéreo, puro.
Un pequeño velero
surcaba las aguas azules,
imaginé a una joven pareja enamorada
compartiendo momentos sublimes.
Sin ti,
nuestra isla ya no es la misma,
sigue siendo hermosa, agreste,
pero la falta de tu vitalidad la hace
anhedonia.
Un gran buque de carga
apareció en el horizonte,
surcaba las aguas
en dirección al puerto.
Comenzaba el ocaso del sol.
La melancolía me envolvía.
De pronto,
me pareció oír tu voz.
Tu silueta se dibujaba
entre los rayos de un sol en retirada.
Tu sonrisa se apoderó de mí,
Y extendiendo tus manos
me ayudaste a levantarme
de nuestro banco.
Sigue tu camino,
vive tu vida,
no estés triste,
me susurraste.
Sentí un cálido beso
en mi rostro
y mi interior se llenó de paz.
Tu halo de luz permanece en mí.
Gilda Ruiloba.
lunes, 31 de marzo de 2025
domingo, 2 de marzo de 2025
TROVADOR DE SUEÑOS
Trovador de sueños,
que a lo largo de tu vida
has llevado por todos los rincones
de la faz de la tierra tus melodías.
Han nacido en tu interior,
emergiendo de esas vivencias
que a lo largo de tu existencia
has ido acumulando en el alma.
Trovador de sueños,
nostalgias, anhelos,
has hecho del dolor,
bondad.
Del sufrimiento,
esperanza y alegría.
Que has repartido
a todos cuantos te rodean.
Trovador de esperanzas,
tú has sabido llenar tus vacíos
con tu guitarra
a quien has hecho hablar.
Nos ha hablado de tus viajes,
de tus soledades,
de tus triunfos,
de tus grandezas.
Trovador de sueños,
cuan juglar en la Edad Media
has recorrido el mundo,
llevando alegría y esperanza.
Cosechando admiración,
respeto, empatía,
te has ganado un lugar
entre las estrellas.
Trovador de sueños,
eres muy grande,
pero tu sencillez
lo quiere esconder.
Más nunca un dedo
pudo tapar el sol,
y eso sucede contigo,
trovador de sueños.
Eres muy grande,
y todo el mundo lo sabe,
maestro de la guitarra,
maestro del cante.
Manuel Irurozqui,
Manuel Iberia
para tus amigos,
para tu público.
Gilda Ruiloba.
lunes, 17 de febrero de 2025
OBITUARIO
APIA SÁNCHEZ DE MIRANDA
El pasado 30 de enero una de mis
amigas se puso en contacto conmigo para comunicarme que Apia Sánchez de Miranda
había fallecido en Roma, ciudad donde residía.
Tengo que reconocer que me
entristeció mucho, al mismo tiempo que me sorprendió, pues hacía solo unos días
que había estado hablando con unos amigos escritores sobre ella, si bien es
cierto que ya en nuestra conversación expresé mi preocupación, pues hacía meses
que no tenía noticias suyas.
Conocí a Pía el ocho de septiembre
de mil novecientos ochenta y seis en el Palacio de la Magdalena en Santander, en
la presentación de su libro de poesía “La Puerta Mágica”. Allí acudí junto con la
poeta por excelencia del Valle de Cayón, María Saro Alonso con quien me unía
una gran amistad.
Estas dos escritoras son dignas de
mi admiración, pues en tiempos que no fueron nada fáciles para las mujeres,
brillaron con luz propia, lucharon por aquello en lo que creían y les hacía
felices, como eran las letras, las dos fueron grandes poetas, muy reconocidas y
que incluso triunfaron en su tierra, algo que no suele ser muy habitual.
Serapia Sánchez de Miranda nació
en la localidad de Penagos en 1924 y en su juventud se trasladó a Roma donde
residía su hermana María, también artista, pero en el mundo de la música. A
Italia se trasladó llena de sueños y esperanzas con el deseo de triunfar y
labrarse un buen porvenir.
En Roma conoció a su esposo, un
empresario que sucumbió a su belleza y es en esta ciudad donde fija su
residencia.
Se
cultivó en el mundo de las letras y varias fueron las obras escritas por ella.
Triunfa en este arte y son importantes los premios que recibe. Por su primer
volumen “Finestra sul Orizonte” ya premiado en Roma, el Ateneo de Santander le
otorga la Placa acreditativa como “Personalidad Montañesa” del año 1978. Recibe
además en Roma el Premio de la Presidencia del Consejo de Ministros por su colaboración
en la Cultura.
Varias son
las obras en poesía y prosa de la autora entre las que podemos encontrar en la
primera: Finestra sull´orizzonte, Genuflexión, La Puerta Mágica, Senderos de
Amor, El manantial de los Pájaros.
En
narrativa: Más allá del Bosque encantado, Surcando las Rutas del Misterio, El
Amor vence la Muerte, Vida de un Amor santificante.
Cuando la
conocí quedé gratamente sorprendida, era una señora de gran belleza y simpatía.
Recuerdo que me regaló un ejemplar dedicado que siempre he guardado con mucho
cariño.
Pasaron muchos años sin saber nada de ella, y fue hace tres que un amigo
escritor me invitó a hacer un vídeo para subirlo en YouTube hablando sobre el
libro que estaba leyendo en aquellos momentos, justo entonces tenía entre mis
lecturas sus poemas, concretamente, “La Puerta Mágica” y quise hablar de este
poemario porque me gusta mucho, y porque estaba escrito por ella, vecina de
Penagos y una autora a la que he admirado. Siempre he sido sabedora de que era
una enamorada de Cantabria y muchas de sus obras están dedicadas a esta
maravillosa tierra.
Por
aquel tiempo yo escribía en El Diario Montañés en el suplemento que iba por
Cayón, Trasmiera y Penagos en la página de Historias e Imágenes y creí
conveniente rendirle un homenaje y hablar sobre su vida y obra. Fue justo este
acto el que pasados 28 años me acercó nuevamente a Apia.
Un
mes después de escribir sobre la insigne escritora en el periódico, unas
señoras amigas suyas vinieron a mi casa para darme las gracias en su nombre y
preguntarme si podía escribirme. Como es natural me quedé muy sorprendida y les
dije que para mí era un honor mantener correspondencia con ella.
Pasó
muy poco tiempo cuando una mañana al ir a recoger el correo me encontré una
carta que venía nada más y nada menos que de Roma, y su remitente era Apia
Sánchez de Miranda, con gran nerviosismo la abrí y pude observar que sobre un
folio blanco había impresa una letra hermosa y pulcra, una carta de las de
antes, escrita a mano. Con mucha inquietud comencé a leer. Era una preciosa misiva
de agradecimiento, escrita por una gran poeta, toda ella era poesía. A raíz de
ese día mantuvimos correspondencia periódicamente.
Apia
venía todos los veranos, antes de la pandemia de la COVID 19 a Santander y se
hospedaba en el mismo Hotel y misma habitación mirando al mar, en su amada
Cantabria.
Soñaba con volver y estas fueron las últimas palabras con que se
despidió de mí. “No pierdo la esperanza de poder volver a verte, en persona y
poderte dar un abrazo de estima y cariño. ¡Siempre, siempre!”
No
pudo ser posible mi querida amiga, pero estoy segura de que allá donde estás
recibirás estas letras de admiración y cariño de tu egregia escritora, como me
llamabas.
Vuela
alto querida Pía, la tierra ha perdido una gran poeta, pero el cielo ha ganado
una insigne escritora que les hablará de los ríos, árboles, pájaros, flores y
hermosos campos que hay en su Cantabria.
“En
aquel prado inmenso cuajado de vergeles, /De mil colores eran las flores entre
el verde, /Ameno paraíso de árboles y ríos, /¡Poemas de aquella ave que tu
soñaste un día!” (De su poema Madrigal)
Gilda Ruiloba. Escritora.





