LLERANA DE SARO
Recientemente hablaba de la importancia
que tuvieron las centrales eléctricas en los Valles Pasiegos, concretamente, la
“Casa de Máquinas” de Llerana de Saro. En este valle de Carriedo hubo también
otra fábrica de luz la del “Pisueña”. El colegio de los Padres Escolapios de
Villacarriedo fue uno de los primeros en disfrutar de estos servicios de electricidad,
así como el barrio de Abionzo, muy cercano a la “Casa de Máquinas” de Llerana,
siendo ambos, servidos por dicha central. Como anécdota contaré que al ser
Abionzo uno de los primeros lugares en el Valle de Carriedo en disfrutar de la
energía eléctrica, y al estar este barrio en lo alto de una montaña, los
vecinos de los pueblos limítrofes como Villacarriedo y Selaya que se
encontraban a sus pies, miraban por las noches con mucha curiosidad y un poco
de envidia el chispear de las luces que desde allí se observaban.
Recientemente, investigando sobre Llerana
de Saro, han caído en mis manos unos escritos de Tomás Maza Solano,
investigador de las fuentes documentales e historiador y cronista de nuestra
provincia, y entre sus trabajos se encuentran el Valle de Carriedo y el de
Cayón. Este erudito nació en Guarnizo el 23 de abril de 1893 y nos cuenta la
situación de Llerana mediante un documento fechado a 31 de agosto de 1752 y con
el lenguaje de esta época. Este documento está escrito bajo juramento de varias
personas y es a través de él, que podemos saber con certeza el modo de vida en
ese año, y época del siglo XVIII. Existían ciento dos casas habitables, una
taberna y varios molinos harineros. Este pueblo lo componían setenta y dos
vecinos y entre ellos treinta viudas y solteras. Había treinta y nueve
labradores, cuatro hijos y un criado, todos aptos para el trabajo. Contaba con
un maestro de latinidad, dos carpinteros, un sastre, dos clérigos, uno de los
cuales era cura beneficiado y el otro sin renta fija. Todos los vecinos tenían
el estado de hijosdalgo. Este pueblo perteneciente al Valle de Carriedo es de
realengo. En cuanto a su territorio nos dice que se necesitan dos horas para
andarlo por ser un terreno áspero. En esta época se sembraba trigo, maíz y
entre este un puño de alubias y se hacía en años alternativos. Un año de trigo
y los dos siguientes de maíz y alubias. También hay prados segadores que
producen hierba y en los huertos, entre las casas había árboles frutales,
aunque estos no eran muy productivos. Se usaba como medida “por obreros”, cada
uno hace ocho carros de tierra y cada carro tiene ochenta y un brazas en cuadro
que hacen ciento sesenta y dos varas castellanas. Un celemín de trigo y de
alubias valía seis reales y el de maíz cuatro y un coloño de hierba, real y
medio. El ganado existente era vacuno,
lanar y de cerda. También había varios pies de colmenas y por cada una de estas
consideraban de utilidad seis reales. De todas las cosechas recogidas, así como
de las vacas y crías se han de pagar unos impuestos, de los cuales una parte
recibirá el Ilmo. Sr. Arzobispo de Burgos, otra el cura beneficiado y la otra
la Colegial de la villa de Santander. También han de pagar anualmente al Excmo.
Sr. Duque del Infantado cuatrocientos cincuenta reales.