domingo, 13 de noviembre de 2022

 



TORCUATO RUILOBA Y RUILOBA

     Hoy quiero hablar de este importante empresario cayonés nacido en Santa María de Cayón y que tuvo sus orígenes como todos los Ruiloba en tierras de Alfoz de Lloredo, concretamente, en Novales. Descendiente de una saga familiar relacionada con la piel y el calzado

      Torcuato Ruiloba y Ruiloba nº11 del Ayuntamiento de Santa María de Cayón, partió como voluntario a Cuba en el reemplazo de 1883 y seguramente, viendo las grandes oportunidades que la Isla ofrecía decide emprender allí sus negocios. En 1899 podemos encontrar en La Vanguardia una noticia que dice:” Para dedicarse al comercio de peletería y sus anexos se ha construido en Cienfuegos una sociedad en Comandita bajo la razón social de Ruiloba y Compañía, de la que son socios D. Torcuato Ruiloba, D. Serapio Obregón Cuesta (de Cayón), D. José Estua Mariña (gallego) y comanditario D. Aquilino Velasco Razañano.  José Estua Mariña natural de Villaronte, además de director consiguió al igual que Torcuato una gran fortuna y en el año 1924 fue diputado provincial.

     La “Casa Ruiloba y Compañía” se especializó en la fabricación de guantes para chóferes y campesinos que cortaban caña de azúcar, entre otras cosas.

     Así se describía a la empresa: Ruiloba y Comp., S. en C. Almacén Importador de peletería, Talabartería y Pieles. Calles D´Clouet y Santa Elena Nos. 82, 84 y 86.- Cienfuegos. Gerentes: Torcuato Ruiloba e Inocencio Ansola, Comanditarios: Serapio Obregón y José Estua, Industriales: Indalecio Vázquez, Antonio Setién. “La Casa de Novedades” de Ruiloba y Compañía, S. en C. es la más importante de toda la República en importación y venta de calzado de todas clases. Tiene comprador constante en los Estados Unidos de América y siete viajantes por toda la Isla. Es la única receptora de las afamadas y garantizadas capas de agua “Mundial”, “Rey Ruiloba”, “Cuba y España” y “Viajante”.

     Las marcas registradas a favor de Ruiloba y Compañía, S. en C., son las siguientes: Fidelity, Mundial, Obregón, Actualidad, Boy Scout, Cuba y España, La Giralda, Adelaida, Milady, Odalisca, Dorinda, Cubanita, Rey Ruiloba, Viajante, Veraniego, Siete Suelas.

      En el año 1918 un grupo de hombres muy acaudalados y poderosos decide construir un Club Náutico “Cienfuegos Yacht Club” sería la sede de una sociedad muy exclusiva deportiva. Para ello le comprarían a Torcuato Ruiloba dos hectáreas de terreno y se construiría un palacete de estilo ecléctico cubano, dicha mansión la realizó el arquitecto Pablo Donato Carbonell, autor de las más famosas y hermosas edificaciones del momento en Cuba. Actualmente es uno de los edificios más emblemáticos de Cienfuegos. Su coste se estimó en 75 mil pesos de aquella época. Se cuidó hasta el más mínimo detalle, en el interior no se escatimó en lujo y comodidad. A Torcuato se le abonó al contado por los terrenos 12.500 pesos cubanos. Ruiloba llegó a formar parte de la Junta Directiva como director de esta elitista compañía.

     El cayonés al mismo tiempo que fue un acaudalado empresario en Cienfuegos, formó parte de la Junta Directiva como presidente de sección en La Colonia Española y acordó aprobar el proyecto de construcción de un pabellón con modernos requisitos en su fabricación e higiene. Construcción de un piso alto en el pabellón de operaciones. Construcción de pabellones necesarios para enfermedades transmisibles. Cercar de ladrillos parte de los terrenos que ocupaba el sanatorio.

     Además, Torcuato fue socio de otro gran negocio “Compañía de Seguros y Finanzas de Cienfuegos” que sería muy próspero. Construyeron un edificio propio bajo las órdenes del arquitecto Luis Gálvez. Ruiloba fue miembro de la directiva como director. Las obras costarían 122.300 pesos cubanos.

     Fue presidente en diferentes Juntas Directivas de varias entidades.

     En el ámbito personal contrajo matrimonio en Laredo el viernes 18 de febrero de 1903 con Adela Setién Sierra y tuvieron a sus hijos: Torcuato, fallecido con 15 años en Santa María de Cayón el 11 de junio de 1930, Adelaida, José María, Antonio, fue un prestigioso médico y María del Carmen, conocida como Cuca, se casó con el director de la fábrica Nestlé en La Penilla de Cayón, el suizo Lorenzo Pfersich Merki.

     Torcuato Ruiloba junto con doña Aurora Sámano, viuda de D. Idelfonso Colsa, propietario de La Casona de Cayón, mandaron construir y pagaron con su dinero el nuevo cementerio de Santa María de Cayón que se hizo en el sitio de “Vega de la Viña” (Solainde) conocido entre los vecinos como “El Cuervo”.

      También nuestro protagonista de hoy contribuyó junto con los empleados de su empresa, entre los que se encontraban los cayoneses Belisario Colsa, Aniano Obregón y Ricardo Horza, con donativos para la construcción y mantenimiento de la Institución Reina Victoria “Gota de Leche de Santander”. Igualmente, para la reparación del Santuario de la Bien Aparecida en la que su esposa Adela e hijo Torcuato Ruiloba Setién contribuyeron en la subscripción.

     Torcuato recibió con los brazos abiertos a los vecinos de Cayón que al ver su buena fortuna decidieron emprender camino a Cuba para traer prosperidad a su familia y municipio, igualmente acogió a varios montañeses que partieron para hacer las Américas, tenemos constancia que entre ellos se encontraban además de los ya mencionados,  Antonio Setién, Joaquín Setién, Fernando Martínez, Francisco López, Juan Sancho Ruiz, Alejandro López Marsella, Jesús Fernández.

     Ruiloba viajó mucho por sus negocios y visitó su tierra con asiduidad.

     

    

    

    


domingo, 6 de noviembre de 2022

 
















  LA ABUELA ANA

Cita de Jimi Hendrix: Cuando el poder del amor sobrepase el amor al poder, el mundo conocerá la paz.

     Hoy es mi cumpleaños y mi nieto ha venido a felicitarme, los dos hemos pasado una maravillosa tarde en el jardín. Como pasa el tiempo, ya se ha convertido en un hombre. Tiene esa edad en que cree que el mundo le pertenece y está en posesión de la verdad. Yo le observo y veo a su abuelo cuando era como él, siempre lleno de planes, ilusiones, convencido de llevar con firmeza el timón de su vida, y esto me produce gran alegría. Si su abuelo lo viese estaría muy orgulloso, son como dos gotas de agua.  Me hace reír con sus ocurrencias, es tan simpático y vital.

     Hoy, sin embargo, me he sentido incómoda y vulnerable ante sus preguntas.

- Abuela, muchas veces me he preguntado por qué cuando era niño nunca nadie me regaló una pistola o una escopeta de juguete. Recuerdo que todos mis amigos la tenían. Yo la pedí muchas veces, pero nunca llegó. Y cuando estaba pensando qué carrera elegiría estudiar, hubo una época que quise ser militar, y esto os incomodó mucho, pero nunca nadie me explicó los motivos, simplemente, noté vuestro rechazo sin explicación alguna. Cuando por fin decidí ser informático, vi el alivio en vuestro rostro. Abuela, ya tengo una edad en que puedo comprender las cosas y me gustaría saber los motivos de tanta negatividad a todo lo que está relacionado con las armas.   

- Hijo, son imaginaciones tuyas.

- No, abuela, no es cierto, tú sabes perfectamente que algo se esconde ante tanto rechazo y yo deseo saberlo.

- No hay nada que esconder, simplemente son fantasías tuyas.

- Explícame entonces, el motivo por el que en nuestra casa nunca se habla de política, yo ignoro que partidos son afines a vosotros. 

- Simplemente pasamos de ella, no todo el mundo tiene que ser político, también están los apolíticos como nosotros.

- No me convences abuela, sé que algo me ocultáis y me duele, porque no confiáis en mí, siempre que os pregunto me contestáis con evasivas como ahora. Yo confiaba en ti, porque eres mi ejemplo de vida, una abuela tan sensata y que siempre me ha enseñado los valores de la vida, me ha dicho que con la verdad se va a todas partes y que la palabra de un hombre de bien es como una firma, y sin embargo sé que algo me ocultáis, lo intuyo. Cuando toco el tema de política o cuando deseaba ser militar, rápidamente cambiáis de conversación, es como si pensaseis que de lo que no se habla no existe, y francamente, esta situación me exaspera porque se escapa a mi entendimiento. Abuela, por favor, sácame de esta duda.

- No entiendo cómo puedes estar tan convencido de que te ocultamos algo.

- Porque es obvio abuela.

     Ante las preguntas de mi nieto me siento incómoda, él tiene razón, hay temas de los que no queremos hablar porque nos duelen. Hay cosas que pertenecen al pasado y no deben volver al presente. Recuperar el dolor, la decepción, la angustia, el miedo, no tiene ningún sentido. Mi nieto me observa suplicante, tal vez ha llegado el momento de darle respuesta a sus preguntas y también es cierto, que yo soy quien debe hacerlo. Quisiera retrasar estos momentos ¿para qué remover tanto dolor?, creo que ha llegado la hora de darle respuestas.

- ¿Qué quieres saber exactamente?

- Todo.

- ¿Todo?

- Sí, creo que gira en torno a la política o la guerra, son temas que jamás se tocan en la familia.

- Porque son cosas que pasaron hace muchos años, y no tiene sentido hablar de ellas, estamos en otra época que nada tiene que ver con aquella, ahora existen otros problemas diferentes a los que debemos dar soluciones, cada generación tiene sus propias vivencias y no debemos de estar desenterrando la vida de nuestros abuelos.

- ¿Algún antepasado mío murió en la contienda?

- Sí.

- Abuela ¿qué es para ti la democracia?

- Para mí la democracia es tu bisabuela Ana.

- ¿La bisabuela Ana? ¿Por qué?

- Porque ella fue un claro ejemplo de la tolerancia y el amor.

- No entiendo nada abuela, por favor me lo quieres explicar.

Miro al cielo y pido ayuda y claridad, que mi boca se llene de palabras sabias para inculcar a mi nieto amor, respeto y hermandad.

-Tu bisabuela tuvo tres hijos, a los tres los crio igual, con las mismas creencias, todos tuvieron la misma educación en un colegio religioso donde se prepararon muy bien, el mayor era tu abuelo, después vinieron tus tíos Antonio y José, este último era muy estudioso e intelectual, aprobó dos carreras, capitán mercante y maestro. Todos vivían tranquilos con sus trabajos y familias hasta que estalló la guerra civil.

Mi nieto me observa con curiosidad y ansiedad, deseoso de conocer todos los detalles, yo quisiera que estos momentos nunca hubiesen llegado, pero sigo contando la historia de la familia.

           - ¿Qué pasó entonces?

- Tus dos tíos, cada uno fue afín a una idea diferente.

- ¿Y el abuelo?

- Él era apolítico, hablaba con sus hermanos tratando de convencerles para que no se involucrasen demasiado, pero ellos lejos de hacerle caso, cada día se metieron más y más, hasta el punto que Antonio llegó a ser jefe de derechas y José jefe de izquierdas. Ana sufría mucho con esta situación, era la madre de los dos, y no comprendía como habiendo tenido la misma educación podían encontrarse en esta posición con sus hijos enfrentados por unas ideas. Prohibió expresamente que en su casa se hablase de política, y les hizo jurar que siempre se protegerían el uno al otro pasase lo que pasase.

     Hubo muchas inquinas en el pueblo y concretamente en su casa, tu bisabuelo era un hombre muy culto y tenía una de las mejores bibliotecas de la zona, un día vinieron unos hombres y sacaron todos los libros a la huerta y los quemaron, se llevaron todos los muebles y cosas de valor, comida, relojes de oro que eran de los bisabuelos, lo dejaron todo vacío, tras las súplicas del padre de tu abuelo que ya era muy mayor y les pidió que dejasen una cama para sus hijos, estos le respondieron que durmieran en el suelo, pero a él le dejarían una cama por su avanzada edad. Cuando tus tíos llegaron a casa se encontraron con este panorama, el hijo cuyos compañeros habían hecho esta barbaridad salió corriendo para pedir cuentas de lo que allí había pasado.

     Pasó el tiempo y al jefe de izquierdas lo mandaron a una misión especial a Barcelona para que no se enterase de que iban a detener a su hermano, a quien llevaron a la Checa, y posteriormente, por unas horas lo trasladaron a los calabozos del Ayuntamiento, y a las doce y cuarto de aquella noche, lo llevaron nuevamente junto con un sacerdote y dos jóvenes a la Checa. Neila dio orden de amarrarlos los brazos y manos con cuerdas de bala, dándoles multitud de vueltas. Se dirigieron en dos coches a Puerto Chico y allí los obligaron a subir a un lanchón que se dirigió mar adentro, posteriormente, les amarraron unos sacos muy pesados, pero de pronto, unas señales de luz y grandes ruidos hicieron cambiar el rumbo del lanchón de regreso a puerto. Al llegar, Antonio escuchó que preguntaban si él viajaba allí, y al responder afirmativamente, ordenaron que lo liberasen, y así lo hicieron, el lanchón volvió a zarpar nuevamente y nunca más se supo del sacerdote y los dos jóvenes que acompañaban a Antonio, su tumba está en un lugar desconocido en el fondo del mar. El jefe de derechas al bajar, se encontró con una orden de puesta en libertad firmada por los altos mandos de sus oponentes, y de la oscuridad salió una esbelta figura que lo abrazó con cariño y le susurró al oído “¿Cómo te has dejado coger cabrón?” Era su hermano, que había venido desde Barcelona en una avioneta, al enterarse por un confidente de lo que estaba pasando. Antonio al llegar a su casa se encontró a su esposa y a los vecinos del pueblo rezando el rosario por su alma.  Muchas fueron las desgracias que esa maldita guerra entre hermanos causaron a estos dos miembros de la familia, uno de ellos murió posteriormente de un balazo, mientras cuidaba que los escapados no robasen en propiedades privadas, para gran júbilo de la radio pirenaica que lo anunció a bombo y platillo, el otro hermano siguió con sus ideas terminada la contienda y haciendo una revista clandestina con sus ideales, estuvo a punto de perder a sus hijos, a quienes mandó a Francia para ser llevados a Rusia como niños de la guerra, pero gracias a tu abuelo que no lo consintió y se fue al país vecino para recogerlos y  devolverlos a la familia. Tu tío José sufrió las represalias de los vencedores, aunque esto no le hizo variar sus ideales. Y es por todo esto, que nunca queremos hablar en la familia, de guerra ni política, lo mejor que nos ha pasado a los españoles es la democracia, el abrazo, el perdón y el olvido entre hermanos.

   

 

 

 

 

 

 

 

 


domingo, 30 de octubre de 2022

 








LA VEGANA Y SU ESPOSO

     Muchas veces nos encontramos con historias verdaderamente apasionantes. Estando con mi amiga Marián Castillo, comentábamos como nos gusta investigar sobre las costumbres y tradiciones de nuestro territorio pasiego. De esas mujeres valientes, sufridas, trabajadoras, emprendedoras, con carácter, que componen nuestra tierra. Ellas han sido y son nuestro orgullo, los pilares fundamentales en los que se ha basado desde la antigüedad la familia.

     Vi como a medida que hablábamos mi amiga se enorgullecía recordando a su bisabuela Juana. Me contó las historias de su antepasada y su esposo y he querido compartirlas con todos vosotros, porque pienso que deben ser conocidas, son nuestro patrimonio cultural, algo que nunca debemos olvidar.

     Juana Martínez Pelayo, nació en Vega de Pas en 1869 y falleció en Buenos Aires en 1955 donde había emigrado con su hija menor, y anteriormente lo hicieron otros dos de sus hijos.

Nuestra protagonista de hoy contrajo matrimonio con Urbano Castillo Sánchez que nació en Monzón de Campos, Palencia y murió en Muriedas en 1938 a los 70 años. Tuvieron 18 hijos de los cuales vivieron 12.

     Juana fue una mujer como tantas otras en aquella época, que les tocó sufrir en carne propia la crueldad de la guerra civil. Uno de sus hijos, Luis, estuvo en el barco prisión Alfonso Pérez y lo asesinaron despeñándolo por el Faro de Santander. A su hijo Alejandro, lo acribillaron a balazos en Cabeza de Puente de Balaguer, cuando intentaba pasar el puente para llegar junto a su esposa María Luisa y conocer a su pequeño Alejandro que acababa de nacer.

      Era una mujer emprendedora donde las hay, fundó el bar “La Vegana” casa de comidas en Boo de Guarnizo en 1928. Pasados los años y tras mucho trabajo y lucha para darle la fama y el prestigio del que gozó y que aún sigue disfrutando, lo traspasó.

     Juana según el boca a boca entre su familia resulta ser familia directa del marqués de Valdecilla y Pelayo, por parte materna. La Vegana quedó huérfana de madre a edad muy temprana y su padre se volvió a casar en segundas nupcias, por lo que perdió el contacto con la familia materna.

     Su esposo por su trabajo tuvo múltiples destinos como era habitual dentro de la benemérita. De hecho, cada uno de sus hijos nació en diferentes pueblos de Cantabria por donde el matrimonio iba pasando. Estando en uno de esos destinos, concretamente en Barreda, participó en el salvamento de 16 niños y una anciana en la noche del 14 al 15 de mayo de 1913, donde hubo unas terribles inundaciones acaecidas en Polanco. El sargento Urbano Castillo con gran heroísmo y sin importarle el gran peligro que corría, pues el agua le llegaba a la cintura, la noche estaba muy oscura y la lluvia no dejaba de caer torrencialmente, junto a sus compañeros fue salvando uno a uno, con gran peligrosidad para sus propias vidas a los 16 niños y a la anciana que muy asustados gritaban pidiendo ayuda. Motivo por el que fue condecorado. Obtuvo una segunda condecoración, en otra ocasión, por participar en la detención de unos criminales huidos de la cárcel y que lograron capturar en el monte.

     Urbano Castillo Sánchez vivió otra experiencia siendo cabo. En la noche del 25 de julio de 1891 cuando dos pastores se dirigían a sus casas en el pueblo de Orzales, salieron a su encuentro dos individuos que arrojándose sobre uno de ellos le asestaron en la cabeza dos estacazos hiriéndole gravemente. El otro pastor venía más rezagado y al escuchar los gritos corrió para ayudarle, pero uno de los desalmados asesinos le dio un garrotazo partiéndole el cráneo. Los criminales huyeron junto a otros cómplices que estaban escondidos. El pastor mal herido pudo llegar arrastrándose al pueblo y las autoridades llegaron a la conclusión de que los dos habían discutido y el mal herido había asesinado a su compañero.  Pasó un año en la cárcel donde enfermó del corazón, pasado este tiempo y al no encontrar pruebas suficientes fue liberado, muriendo al poco tiempo con la frustración de que no se hubiese descubierto a los culpables.

     Transcurridos quince años y gracias al entonces cabo Urbano Castillo, se logró descubrir a los verdaderos asesinos, que lo pusieron muy difícil, pues eran poderosos, adinerados y con muchas influencias.

      Urbano Castillo alcanzó el grado de Teniente de la Guardia Civil y fue condecorado con la Cruz de Beneficencia y dos Cruces de Mérito Militar Blanca.

     Descendiente de estos dos protagonistas de hoy es el conocido coreógrafo Poty (Javier Castillo Arco).

 


domingo, 16 de octubre de 2022

 



EL LUTO EN NUESTROS VALLES

     Recientemente mirando el álbum familiar me topé con unas imágenes que me hicieron reflexionar, y pensé que en esta ocasión las cosas han cambiado para bien. Vi unas fotografías de una niña de cuatro años, vestida de luto riguroso y un gran lazo negro en su cabeza, pues su madre había muerto. ¿Cómo podía suceder algo así? Era muy pequeñita. Esto me llevó a reflexionar y recordar otros tiempos, cuando la mayoría de las mujeres de la edad de mi abuela vestían de negro y ya no se deshacían de este color. Vestidos, delantal, pañuelo, medias, zapatillas e incluso la ropa interior, todo era de ese color. No lo hacían por elegancia, todo lo contrario, era luto. Podían tener cincuenta o sesenta años y ya parecían unas ancianas.

       Recuerdo ver a mis vecinas en Cayón como teñían la ropa cuando algún familiar fallecía. En la calle, en baldes de agua sobre el fuego añadían un tinte que consistía en unas pastillas negras. Las compraban en la tienda del pueblo o en la droguería Quindos en Sarón, y las envolvían en un trapo, posteriormente introducían la ropa y la iban dando vueltas en el agua caliente, con un palo, mientras las prendas iban tomando el color negro. Seguidamente las dejaban enfriar, y después las aclaraban poniendo en el agua vinagre y sal, pregunté el porqué del vinagre y la sal, pues no entendía como se le podía echar cosas que eran para cocinar. La respuesta vino con una sonrisa, el vinagre es para dar brillo a la ropa y la sal para que el tinte no se corriese.

     El color negro para el luto se remonta a la época de los romanos, posteriormente se cambió al blanco y en tiempos de los Reyes Católicos se volvió a introducir el color negro. Los monarcas fueron muy rígidos en el protocolo del luto, tanto que incluso el Concilio de Toledo lo reprobó.

     Las mujeres siempre han sido las más perjudicadas en los lutos ya que lo han llevado durante largos años. Había tiempos establecidos, si fallecía el marido, esposa o hijos sería de dos años; para los padres un año; y seis meses para los hermanos y abuelos. Una señora mayor del valle de Carriedo me comentaba que en su pueblo eran más severos ya que por los esposos el luto podía durar toda la vida, por los padres tres años y en el caso de los hermanos lo normal eran dos años. En este tiempo debían de ir de luto riguroso y finalizado el periodo acostumbrado, ya estaba permitido vestir de alivio, es decir, color gris, malva, morado o combinado con blanco. Tampoco podían llevar cualquier joya, estas debían de ser con piedras negras u oscuras, como el azabache, la amatista y el ónice.

     Los hombres pasados el primer año llevaban una cinta negra en la solapa de la chaqueta y en el sombrero.  Los gemelos tenían que ser negros. También señalaban el luto con corbatas negras o un botón en la solapa e incluso un triángulo de tela del mismo color.

     Cuando estaban de luto no podían acudir a fiestas, bailes, bodas o lugares de diversión. Las bodas familiares se aplazaban o se hacían en la más estricta intimidad. Los hombres no podían acudir al bar o a las tabernas.

     Y todo esto en muchas ocasiones se veía agravado con el fallecimiento de varios miembros de la misma familia. Recuerdo oír de niña en una de esas tertulias de vecinas que hablaban de una señora que estaba soltera porque “la pobre” decían, se pasó la juventud de luto, primero se murió el padre, después la abuela, más tarde dos tías y así varios familiares más, que la robaron la juventud.

     Los lutos comenzaron a desaparecer a mediados de los años sesenta del siglo pasado. Las mujeres más atrevidas que dieron el primer paso para terminar con esta penosa tradición, no estuvieron exentas de críticas por parte de sus vecinas, en especial de las más mayores, pero poco a poco, fue siendo imitado por el resto del vecindario convirtiéndose así en algo normal.

     En los lutos hemos avanzado positivamente. El dolor se lleva en el corazón, no en las ropas, cuando perdemos a un ser querido es cuando más necesitamos la compañía de nuestros amigos para superar la tristeza, y no estar encerrados a cal y canto.

    

 


domingo, 2 de octubre de 2022

 



EL HUSO Y LA RUECA

     Recientemente acudí a ver una obra de teatro en el valle de Carriedo, más concretamente en Selaya, me sorprendí muy gratamente al ver que una de las actrices principales era una excompañera del colegio de los Sagrados Corazones de Argomilla de Cayón, colegio ya desaparecido. ¡Cuantos años habían pasado! Ella sigue siendo una gran actriz. Recuerdo que al finalizar uno de los cursos, creo que yo tenía entonces 10 años, hicimos una obra de teatro, “La bella durmiente del bosque”. Esta compañera era la princesa en la obra, la función estaba basada en un cuento que Charles Perrault escribió en el año 1697. Una de las Hadas, la malvada, por venganza de no haber sido invitada al bautizo de la princesa, la maldijo de la siguiente manera:Cuando cumpla quince o dieciséis años se pinchará el dedo con un huso de una rueca y morirá”.

     Al ver a mi excompañera vino a mi mente esta escena, y todo esto me ha recordado mis visitas, esas que tanto me gustaban hacer al desván familiar. Allí se podían encontrar cosas muy curiosas y antiguas, entre ellas había una rueca y un huso de hilar, totalmente desaparecidos en estos tiempos. El huso era un instrumento utilizado para el hilado a mano para retorcer y devanar el hilo que se va formando en la rueca. Era una pieza de hierro, que también podía ser de madera, de forma cilíndrica y alargada. La rueca era el torno de hilar, generalmente una vara delgada de caña u otra madera ligera, con un armazón en sus extremos, servía como soporte para la fibra del algodón, cáñamo, lana o lino que se hilaba.

     Este oficio, ya desaparecido, como era el de las hilanderas y tejedores en nuestros valles, se practicaba cuando se esquilaban las ovejas y carneros, esto se hacía una vez al año al terminar la primavera. La lana se aprovechaba si era menester, para hacer los colchones del hogar con la sobrante o almacenada, las hilanderas tejían, primeramente, cardaban con dos tablas de madera con puntas de alambre e iban peinando la lana, quitando los nudos y desechos, y de este modo obtenían los vellones de lana. Tenemos constancia que hace ocho mil años los vellones eran de color marrón. El vellón de una oveja madura tiene un peso de 4,5 a 7,7 kilos por esquila con una longitud de fibra de 8,9 a 15 centímetros de larga. Para tejer una manta de 1,20 metros por 0,90 m. Se necesitaban 2 kilos de vellón. La lana una vez elaborada se podía doblar en vueltas iguales y recibía el nombre de madejas. Por el contrario, el ovillo es cuando está enrollada en forma de pelota u óvalo. Para tejer con lana es necesario hacer ovillos. Recuerdo en mi infancia cuando se compraba la lana en madejas, estando en casa de Pepa Sánchez, mi vecina, a quien yo quería como a mi abuela, en muchas ocasiones me ponía las madejas en las muñecas, con la separación del largo de éstas, mientras ella devanaba haciendo los ovillos para poder tejer.

      El puerto de Santander fue testigo en los siglos XIV y XV del comercio entre Castilla y Europa, muy especialmente con Flandes donde existía una importante relación comercial ya que Castilla exportaba gran cantidad de lana, principalmente de raza merina, y en Flandes se manufacturaban paños de gran calidad y se exportaba a gran escala. Igualmente hubo un importante contacto comercial con Francia e Inglaterra, fue una época dorada para el comercio de la lana y textil que conectaba con el mercado de ferias interiores de Castilla, siendo la semilla del auge económico del reino. Han sido muy famosas las Ferias de Medina del Campo (1404/5) y curiosamente en este lugar se utilizó por primera vez la “Letra de cambio”. Medina de Rioseco (1423) y Villalón (1434) han sido las ferias más famosas del comercio de la lana. 

     Hace sesenta años era muy habitual ver en los barrios de Cayón, en el verano o cuando hacía buen tiempo, a las vecinas tejiendo a la sombra, concretamente en mi barrio de San Antonio, bajo el castaño de Amílcar y posteriormente, en el Cajigal bajo la cajiga ya desaparecida en el centro del barrio. Las vecinas se reunían por las tardes y era muy habitual verlas tejiendo con lana, bien a ganchillo o punto. En el invierno algunas también se reunían en sus casas y aprovechaban para tomarse un rico café mientras cosían o tejían y se ponían al día de las últimas noticias, pues entonces no existía el internet. En aquellos tiempos ellas se encargaban de confeccionar las chaquetas, jerséis, bufandas e incluso calcetines para la familia, había también quienes competían por hacer la manta más bonita, o esas preciosas colchas de ganchillo, mientras nosotros, sus hijos, jugábamos cerca de ellas. Las abuelas y tías también tejían con mucho cariño, siempre recuerdo a mi abuela Isabel y a mi tía Gloria en Villacarriedo, tejiéndonos esos preciosos jerséis a punto, a mi hermano y a mí.  Las prendas interiores para la “niña” con sus lacitos de colores y que después todas las vecinas copiaban, poniéndome, dicho sea de paso, de muy mal humor, pues para poder copiar el punto no dudaban en quitarme el vestido o subírmelo. Como han cambiado los tiempos. Actualmente es muy raro ver a las mamás tejiendo, se compra todo confeccionado, y el tiempo libre se dedica para jugar con el teléfono, el ordenador o la Tablet.  También es cierto que la mayoría de las madres trabajan fuera de casa, algo que hace sesenta años y muchos más, no era así en la mayoría de los casos.


domingo, 18 de septiembre de 2022

 



CARROS Y CARRETAS EN NUESTROS VALLES

     Hace unos días estaba sentada en mi terraza, cuando un ruido llamó mi atención, era un tractor. Como han cambiado las cosas pensé, el primero lo vi camino a Andalucía, y recuerdo que me sorprendió, era enorme, pero claro, en los campos de Castilla todo era diferente.

      No hace muchos años por mi barrio pasaban cantidad de carros tirados por burros, mulos o caballos. Era frecuente ver a los dueños sentados en ellos con sus dalles, bieldos y rastrillas cuando iban al verde o a la yerba para sus vacas. ¿Qué nos ha quedado de todo eso?, nada, todo ha cambiado con rapidez, apenas hay vacas en los pueblos, la entrada en el Mercado Común lo cambió todo, nuestra vida y costumbres de siempre, dejaron de tener sentido para dar paso a la modernidad, antes en la mayoría de las casas de los actuales valles pasiegos había una pequeña ganadería, hoy han dado paso a las cuadras más grandes y modernas, en muchos casos con cientos de cabezas de ganado. Todos sus útiles de trabajo se han modernizado haciendo desaparecer a los viejos, entre ellos los carros y carretas. Si es caso los podemos observar como adorno de alguna casa particular o en algún museo.

     Recuerdo que en mi infancia me llamaban mucho la atención cuando iba a Santander con mi padre y abuelo, a comprar género para sus negocios, al atravesar la calle Marqués de la Hermida, entonces la mayoría de las calles no estaban asfaltadas, sino adoquinadas, y esto, me incomodaba, pues el coche al dejar la carretera alquitranada e introducirse entre adoquines, rebotaba muy molestamente. Al final de la calle, ya en el puerto había cantidad de carretas con sus caballos y éstos tenían colgados de la cabeza a la altura de la boca unos sacos, yo en mi inocencia preguntaba ¿por qué? Mi padre con toda la paciencia del mundo me explicaba que ahí tenían su alimento, su pienso, y como pasaban muchas horas trabajando, tirando de las carretas, así se podían alimentar y coger fuerzas. Ahí estaban los carreteros trabajando en el puerto con sus carruajes, que cargaban con sacos o cajones, pero sin duda alguna el que más me llamó la atención fue uno fúnebre, nunca había visto algo igual, recuerdo que nos cruzamos con él en La Rampa Sotileza, era majestuoso y estaba tirado por dos caballos negros que en la cabeza llevaban una especie de plumas del mismo color, hoy pienso que el fallecido debía de ser alguien muy importante. Nunca antes había visto nada igual, ni en Cayón ni en el valle de Carriedo, donde pasaba muchos momentos en casa de mis abuelos.

     Había varios tipos de carros, estaba el de varas, en el medio se amarraba al animal, caballo, mulo o burro. Recuerdo a mis vecinos cuando amarraban el caballo al carro para salir al campo a hacer las labores. Sobre su lomo ponían una manta, creo que era para que el caballo no se hiciese daño al ponerle encima el baste que se ajustaba al animal mediante la cincha y sobrecincha, esto se hacía para que no se corriese hacia adelante, especialmente si había bajadas en la marcha. El atalaje que se usaba generalmente en este tipo de carros era la brida, que sostenía el bocado al que estaban unidas las riendas que servían para dirigir al animal. A mí me encantaba cuando me llevaba algún vecino en el carro conducir las riendas, me enseñaban que si quería ir a la derecha debía tirar de la rienda derecha, a la izquierda, de la izquierda, con suavidad, pero con firmeza. Para seguir recto simplemente, dejar hacer al équido. Otra parte era el collerón, sobre él se ejercía el esfuerzo de tracción que se transmitía al vehículo por medio de los tirantes. Una silla y los órganos accesorios, indispensables para sostener las varas y contener el carruaje en las paradas y pendientes. También estaba el carro de yugo, en él se enganchaban por delante, por lo general los bueyes y vacas, aunque este tipo de carro yo ya no lo conocí, en mi infancia prácticamente habían desaparecido. La carreta era tirada por yuntas de bueyes y vacas. Aunque los más habituales eran los carros de mulas.

     Este medio de transporte era el habitual en tiempos no muy lejanos, tanto para llevar mercancías dentro de nuestros valles como para llevarlos a otras provincias, donde había paradas para intercambiar a los animales ya cansados por otros más frescos. Luego existían también los carruajes para pasajeros como las diligencias o carruajes de paseo. 

     Los años han pasado y con ellos los carros y carretas que han dado paso a los vehículos de tracción mecánica. Los carreteros es otro oficio que ha desaparecido totalmente, no obstante, no se ha borrado su recuerdo, pues ha dejado huella en nuestro refranero popular ¿quién no ha oído decir? "Hablas como un carretero", " Juras como un carretero", " Fumas como un carretero".

 


domingo, 4 de septiembre de 2022

 




EL CINE Y EL CIRCO DE BARRIO

     Hoy en todas las casas tenemos televisión, pero esto hace años era impensable. En Cayón éramos privilegiados pues contábamos con dos cines, el Imperio en Santa María y El Gran Casino en Sarón. No obstante, varias veces llegó a mi pueblo de La Abadilla un cine ambulante y se instalaba en mi barrio, y esto revolucionaba a los vecinos. Todos los niños queríamos asistir, y nuestros padres ante la novedad del espectáculo nos acompañaban. Recuerdo que instalaban una gran pantalla y frente a ella multitud de sillas que los vecinos íbamos ocupando según llegábamos. Hacían sorteos, con la entrada vendían unas tiras de colores con varios números, y en un lugar privilegiado donde se posaban las miradas de los curiosos espectadores, exponían regalos ostentosamente adornados, eran muy llamativos, unas veces cestas con muchos productos, siendo la envidia de quienes los observaban, algunas veces también había juguetes, todos, niños y mayores soñábamos por unos momentos  que todo aquello podía ser nuestro, pero como es lógico solo había un agraciado, que se ponía contentísimo cuando le tocaba, mientras  los demás sufrían ese pequeño desencanto.

     En una de esas jornadas de cine en el barrio sucedió una anécdota muy triste, yo era muy pequeñita, tal vez tres añitos, pero lo recuerdo con mucha claridad y tristeza. En aquella época los panaderos servían el pan puerta a puerta, al igual que ahora, pero no eran camionetas su modo de transporte, se utilizaban carruajes con un caballo, me parece estar viéndolos aparcados en la Estación de Sarón, uno tras otro, entre los árboles de plátano de sombra, que eran muy comunes en la zona de Cayón. Estos pueden vivir hasta trescientos años, y sus hojas protegen tanto del sol como del frío.

     Los carros venían cargados de panes, tortas y gallofas.  El panadero traía una especie de pequeña trompeta que hacía sonar al llegar al barrio. En invierno se cubrían las piernas con una manta o plástico si llovía mucho, y lo mismo hacían con los animales.  Por mi casa pasaba un joven con su carro y caballo, yo observaba al animal pues siempre me han gustado mucho. Una noche de otoño hizo mucho viento y se desprendieron los cables de la luz, con tan mala suerte que el caballo los pisó y se electrocutó muriendo en el acto. Para mí fue un disgusto muy grande, pues ese caballo que yo admiraba todos los días desde el balcón de mi casa, mientras mi madre compraba el pan no volvería nunca más. En mi infancia no podía comprender muy bien el sentido de la muerte, pero la cruel realidad te lo hace entender con rapidez. Hubo gran revolución entre los vecinos, al fin decidieron cavar una zanja entre dos árboles de la plaza, concretamente acacias, junto a una pared, después arrastraron al desafortunado caballo y lo enterraron. Aún lo recuerdo con mucha pena.

     Ese día apareció el cine ambulante y a todos los niños del barrio nos llevaron a ver la película, tal vez nuestros padres se pusieron de acuerdo para que olvidásemos en lo posible la tragedia vivida ese día.

     También vino alguna vez el circo, este era modesto, no tenía animales, había malabaristas, gente que hacía magia, pero lo que más nos gustaba a los niños y no veíamos el momento que comenzasen, pues siempre los dejaban para los últimos, eran los payasos. ¡Como nos hacían reír! Era muy divertido. Mis padres nos habían llevado varias veces a ver el Circo Atlas de los Hermanos Tonetti y claro, esto eran palabras mayores, era muy difícil superarlos. Ver a Manolo y José Villa del Río actuando, era troncharte de risa, Nolo el clown de cara blanca, en el papel de más serio y cabal y Pepe con esa gracia innata, que hacía de payaso tonto y desgarbado. Aún me parece verle en su papel de sardinera. Fueron dos santanderinos que hicieron historia en el circo.

     Pero como muchas cosas, con la modernidad, (esta vez la llegada de la televisión a las casas) tanto los cines como los circos entraron en crisis y muchos se vieron obligados a desaparecer. Este fue el caso del Circo Atlas, que tras estar en lo más alto, sucumbió y en 1982 se vio abocado a echar el cierre. Manolo, nuestro Nolo, sufrió una crisis nerviosa y tras una gran depresión, al mes de cerrar el circo, el sábado 4 de diciembre de 1982 a primeras horas de la tarde, cuando contaba con 54 años se suicidó en Algete, cerca de Madrid. En el Sardinero tienen un monumento muy merecido, y cuando los observamos, una sonrisa llena de nostalgia y admiración ilumina nuestro rostro.