domingo, 15 de mayo de 2022






LA BLASFEMIA Y SUS CASTIGOS EN EL PASADO

     Recientemente recordaba unas placas de porcelana blanca con grandes letras negras, en el interior de la iglesia de mi pueblo cayonés. En ellas estaba escrito: “PROHIBIDO ESCUPIR” y “PROHIBIDO BLASFEMAR”. Hablando con los mayores del lugar, incluido mi padre, me contaban que antiguamente castigaban por blasfemar, mi progenitor me decía que en el valle de Carriedo había carteles en los bares y otros lugares, comunicando que se impondría una multa a quienes blasfemasen. Yo en mi infancia no comprendía el significado de aquellos carteles en la casa de Dios. ¿Cómo era posible que alguien se atreviese a escupir y blasfemar en su casa? Estas placas estaban colocadas en unas columnas, en el lugar destinado a los hombres, pues hace años mujeres y hombres escuchaban la misa por separado, ellas en la parte delantera con sus velos o mantillas, muchas con su misal y rosario. Los velos desaparecieron con el paso del tiempo, hoy se ha dejado a la libertad de cada mujer la decisión de llevarlo o no, y prácticamente han desaparecido, pero yo recuerdo utilizarle en las misas del colegio, al igual que todas mis compañeras, era obligatorio, y una tradición muy antigua.  Sus raíces estaban en el pueblo de Israel y significaba sumisión a Dios y respeto, igualmente, es símbolo de modestia, de recogimiento y silencio. Los hombres estaban colocados en la parte trasera de la iglesia, tal parecía que custodiaban y cuidaban el templo. En mi inocencia infantil no daba crédito a las palabras inscritas en aquellas placas. Con el paso de los años las retiraron.

     En verdad, todo ha cambiado mucho, pero mi sorpresa fue mayúscula cuando leyendo las Reales Ejecutorias me encontré que en tiempos de los Reyes Católicos las cosas aún eran peores, entonces no solo multaban con una pequeña cantidad de dinero, había grandes castigos por blasfemar, y no solo en nuestros valles de Carriedo y Cayón.

     Como decía recientemente, las Ejecutorias son Sentencias reducidas y en ellas nos indica un retrato y calco de la época que se vivía, una sociedad muy complicada, y difícil, asesinatos, delatores, acusaciones infundadas.

          La blasfemia era motivo de condena, y así podemos ver con fecha 12 de noviembre de 1491 en Valladolid, Pedro de Cogollos, alcalde de la villa de San Vicente de la Barquera, acusa a Gutierrez Merced, vecino de la villa de San Vicente de la Barquera, de blasfemar contra Dios.

     Sentencia de Fernando de Rivera, corregidor de la villa de San Vicente de la Barquera, condenando a Gutierrez de Merced a que le sea cortada la lengua públicamente y a perder la mitad de sus bienes. Condena a Gutierrez Merced al pago de costas.

     Sentencia de los alcaldes del crimen, revocando la sentencia dada por Fernando de Rivera, corregidor de la villa de San Vicente de la Barquera, puesto que Gutierrez de la Merced blasfemó contra Dios perturbado por el dolor que le ocasionó cierta herida. Condena a Gutierrez de la Merced al destierro de la villa de San Vicente con pena de dos años si incumplía la sentencia por primera vez, y con pena de destierro perpetuo si incumplía la pena por segunda vez. Condena a Gutierrez Merced al pago de diez mil maravedís, más al pago de costas.

     Sentencia de revista que confirma la dada en vista. Ordena moderar la pena de diez mil maravedís a la que fue condenado Gutierrez Merced a seis mil maravedís. Reales Ejecutorias Caja 41-49.

     Y en estas condiciones vivían nuestros antepasados y estas eran las leyes por las que se regían en los Reales Valles de Cayón y Carriedo, así como en Trasmiera y Penagos. Sin duda alguna eran muy severas. Contar con estos documentos tan antiguos es un auténtico privilegio, pues son auténticas joyas. A través de ellos podemos conocer con toda certeza como era la vida de nuestros ancestros, lo duros que podían ser los castigos a los que se les sometía cuando no cumplían con la conducta requerida. Francamente, viendo estas sentencias había que pensarse dos veces el blasfemar o delinquir. Nuestra historia no deja de sorprenderme, cuanto más investigo más quiero saber, porque conocerla es comprender mejor nuestro presente. Antes de los Reyes Católicos la justicia era medieval y feudal, por eso Isabel y Fernando quisieron modernizarla.

     La blasfemia pertenece a los delitos de OFENSA. Las Justicias Menores (villas, pueblos, comarcas, ciudades etc.) fallaban sentencias muy severas y crueles con reminiscencias medievales, casi feudales, por eso los interesados se veían obligados a Apelar a este alto tribunal “La Real Audiencia y Chancillería de Valladolid”. (Para el Norte del Tajo). Para el Sur estaba la Chancillería de Granada, creada posteriormente.

     

 

    

  

    

    

domingo, 1 de mayo de 2022

 




REALES EJECUTORIAS

     Mucho han cambiado las costumbres a través de los tiempos, la vida cotidiana de nuestros ancestros poco tiene que ver con la nuestra, en la que la modernidad ha ido transformando nuestro día a día y esto ha sucedido en todo lo que atañe a nuestra vida social, incluido el modo de impartir justicia. He podido comprobar a través de un estudio minuciosamente investigado en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, por Inés Martínez Guerra para elaborar su tesis doctoral, en su Catálogo de Ejecutorias que comprenden desde el año 1490-1494, la crueldad que en algunas ocasiones suponía la sentencia impartida a quienes habían, de un modo u otro, incumplido con la conducta que se requería. Trasmiera fue un claro ejemplo de estas sentencias, en las que se juzgaron con mano dura, y ante el temor de su cumplimiento los sentenciados se veían en la obligación, por la cuenta que les tenía, de apelar a la justicia de la Real Chancillería de Valladolid con la confianza y el gran deseo de que sus penas fuesen minimizadas, ya que esta era la última instancia, la sentencia definitiva que revoca a todas las anteriores. Llama la atención el poderío que tenía el Señor de Escalante, Ladrón de Guevara, en las tierras de Trasmiera y el poder omnipotente de los “merinos”, ejecutores de esas crueles sentencias ¡No les temblaba la mano! a la hora de ejecutar la pena de muerte. Otro poder Real era el duque de Infantado, “Marquesado de Santillana” antes “Merindad de las Asturias de Santillana” del cual dependía jurisdiccionalmente el Real Valle de Carriedo.

     Las Reales Ejecutorias son “reliquias” históricas que pertenecen a nuestro legado histórico de Cantabria en la Época de plenitud de los Reyes Católicos 1490/1494 y nos hacen conocer la sociedad que les tocó vivir a nuestros antepasados.

     Una carta ejecutoria es un documento con forma de Provisión Real, expedido en nombre del rey, por parte del Consejo Real y las Audiencias y Chancillerías de Valladolid y Granada, cuyo contenido principal es la sentencia o sentencias que los jueces pronunciaron en un proceso.

     Prueba de estas crueles sentencias es la que voy a relatar a continuación, el 1 de abril de 1494 en Valladolid. Sancho de Isla, vecino de Isla, acusa a Fernando de Venero, a Juan de la Llama y a Juan del Castillo, vecinos de Trasmiera, de asesinar a su hermano, Diego de Isla, y a su primo, Pedro de Isla.

     Fernando de Ribera, corregidor en las villas de la costa de la mar y merindad de Trasmiera, ordena el encarcelamiento de los acusados.

     Sentencia de los alcaldes del crimen condenando a Fernando de Venero a que se le corte la mano izquierda, a Juan del Castillo a que se le corte la mano derecha y a Juan de la Llama a que se le corte un pie; así como al pago de costas.

     Sentencia de revista revocando la dada en vista por retirar Sancho de Isla la demanda de acusación. Condena a los acusados a pena de destierro de sus hogares con tres leguas alrededor. Con pena de doblar el tiempo de destierro si incumplen la condena por primera vez. Por una segunda vez, se les cortará una mano y perderán todos sus bienes. Condenan a los acusados al pago de treinta mil maravedís destinados a reparar la cárcel de la Chancillería de Valladolid. No hacen condenación de costas. Así consta en B.ARChVa., Reales Ejecutorias, caja 67-18.

     Los delitos de muerte eran sancionados con la pena de vergüenza pública, el azotamiento del preso en la vía pública, previo pregón que anunciaba el motivo por el que era castigado, el pago de una indemnización a la familia de la víctima y a la pena de muerte. Sentencias que en la mayoría de los casos eran pronunciadas en ausencia y rebeldía de los acusados.

     Los hijosdalgo gozaban de privilegios cara a las sentencias y la justicia, así podemos encontrar que en 1271 el rey nombra a dos alcaldes para que conozcan los pleitos de los hijosdalgo en la Corte. Los alcaldes de este juzgado conocen de primera mano los pleitos de hidalguía y de su sentencia se puede apelar ante la Audiencia y suplicar ante la misma. Este juzgado atiende demandas en defensa de las prerrogativas que tenían los hijosdalgo “tales como las de no poder ser condenados a tormento, ni prendados sus bienes, casas, caballos, mulas o armas, ni ser encarcelados por deudas”. En el desempeño de su oficio actúa junto a ellos un procurador fiscal y un procurador del lugar de procedencia del afectado. Este procedimiento fue establecido por Juan II en las Cortes de Burgos de 1379. Posteriormente se unió el notario de la provincia correspondiente. Como anécdota diré que en aquellos tiempos de los Reyes Católicos, la justicia ya era gratuita para los pobres y clases sociales bajas.

 

  

   

   


domingo, 10 de abril de 2022

 










JOSÉ ABASCAL Y CARREDANO

     Muchos han sido los personajes descendientes de nuestra tierra que han brillado con luz propia, dejándola con su ejemplo de vida en lo más alto. Este es el caso de nuestro personaje de hoy. El trasmerano José Abascal y Carredano que triunfó en las grandes esferas empresariales, políticas y sobre todo por su gran humanidad y honradez. Un personaje por el que sentir gran admiración y respeto.

     José Abascal nació en Pontones (Cantabria) el 1 de septiembre de 1829. Fue hijo de D. José Abascal del Peral y de Dña. Felipa Carredano y del solar, ambos cántabros o como se decía en aquella época, montañeses. Se trasladaron a Madrid y su padre le legó a su muerte, como no podía ser de otra manera,  una importante empresa propietaria de talleres de cantería. Tal era el prestigio de esta compañía que fue la encargada de la construcción del actual edificio del Congreso de los Diputados.

      José Abascal y Carredano cursó estudios de Humanidades y Filosofía, más tarde se licenció en el Real Colegio de San Carlos en Medicina y Cirugía, aunque nunca ejerció esta profesión, pues al fallecer su padre tuvo que hacerse cargo de la empresa familiar, dedicándose fundamentalmente a las obras públicas más importantes, especialmente en Madrid. Fue un gran empresario que no se encasilló únicamente en el negocio familiar, exploró otros caminos con gran éxito, entre ellos creó un negocio muy próspero de envío de productos agrícolas e industriales desde Alicante a Madrid.

     En 1853 contrajo matrimonio con la rica heredera Dña. Isidora Rodríguez, hija del primer empresario industrial de fontanería de la Villa y Corte que se encargó de la construcción del Canal de Isabel II. Con la cuantiosa dote de su esposa, junto a sus más que prósperos negocios le convirtieron en un hombre muy rico, pero no tuvo descendencia y dotó a su muerte toda la fortuna a sus sobrinos quienes recibieron y gestionaron su legado.

    Fue un hombre muy comprometido con la política, desde niño militó en el Partido Liberal Progresista del que fue un gran mecenas y gozó de una estrecha amistad con sus dirigentes, Sagasta, Olózaga y Calvo Asensio, entre otros. En 1868 adquirió la mitad de la propiedad del periódico La Iberia órgano del partido Liberal Progresista dirigido por su amigo Sagasta, desde donde realizaron una gran campaña de desgaste y oposición contra el Gobierno conservador.

     Fue alcalde de Madrid, previamente se le nombró por dos veces Teniente de alcalde y organizó y costeó de su bolsillo el vestuario y armamento de un batallón del que era comandante en jefe. Elegido diputado a Cortes en 1869, miembro de su diputación permanente y representó sucesivamente a los distritos de Alcalá de Henares y Villajoyosa. Senador del Reino por la provincia de Alicante, siendo además secretario de la Alta Cámara entre otros muchos altos cargos. Siempre fue leal a Sagasta. Sin duda alguna ha sido uno de los mejores alcaldes de Madrid, reconocido así por los suyos y por la oposición. Entre las muchas cosas que hizo; saneó a fondo las cuentas municipales. Autorizó los proyectos de construcción de las Escuelas Aguirre y de la catedral de la Almudena, compró la biblioteca del duque de Osuna (treinta y siete mil volúmenes) que contaba con manuscritos originales de Lope de Vega y de Calderón de la Barca, entre otras joyas, ayudando al mismo tiempo al arruinado duque. Creó un centro de enseñanza para la mujer, donde las alumnas recibían cursos de Gramática, Caligrafía, Geografía, Historia, Geometría, Aritmética y otras materias, todo un logro para aquellos años. Mejoró las vías públicas, sustituyendo el borrillo por el adoquinado; iluminó con farolas de gas la Puerta del Sol, y conmemoró brillantemente el segundo centenario del dramaturgo barroco Calderón de la Barca. Igualmente resolvió con gran delicadeza la crisis obrera, repobló el arbolado del parque del Retiro, mejoró el alcantarillado y dos colectores de aguas, y las instalaciones del Cementerio del Este. Aprobó la construcción del Banco de España y la prolongación de la calle Mayor, mejoró el control de calidad de los suministros y alimentos, y promovió la instalación de un tranvía de circunvalación. En tiempos de crisis renunció a diez mil pesetas de las veinticinco mil que estaban señaladas en el presupuesto municipal para gastos de representación.

     Presentó su dimisión por motivos de salud siendo admitida por la reina regente M.ª Cristina. Murió debido a un cáncer en 1890.

     Numerosas son las condecoraciones que obtuvo; Senador vitalicio del Reino y poseía la Gran Cruz de las órdenes de Carlos III e Isabel la Católica, Cruz de primera clase de la Orden Civil de Beneficencia, Gran Oficial de la Legión de Honor Francesa y Gran Cruz de la Orden del Nicha, Iftijar de Túnez.

    


domingo, 20 de marzo de 2022

 






VIZCONDE DEL GINIRO 

 

     Recientemente hablando con mi amiga carredana Marta Diego, nos vino a la memoria un Ilustre cayonés y carredano. Me hizo gracia, pues los dos compartimos ambos valles, por nacimiento y familia, así como por residencia ya que él nació en el valle de Cayón, concretamente en mi pueblo, La Abadilla y yo en el valle de Carriedo, posteriormente él vivió en este valle y yo en el de Cayón. Esta casualidad y la vida tan peculiar e interesante que tuvo me animó a escribir sobre él. 

     Francisco Antonio Pérez de Soñanes y Crespo, fue hijo natural y reconocido del Reverendo D. Francisco Pérez de Soñanes y Pérez de la Herrán, Cura de Bárcena de Carriedo y de Dña. Andrea Crespo Gutiérrez, moza soltera, residente en La Abadilla y natural de la villa pasiega de S. Pedro del Romeral. Sus abuelos paternos fueron D. Diego Pérez de Soñanes y Pérez de Arce y de Dña. María Pérez de la Herrán y Gómez de la Llamosa, de Bárcena de Carriedo. 

     Nuestro protagonista de hoy D. Francisco Antonio Pérez de Soñanes y Crespo, nació en La Abadilla de Cayón el 23 de noviembre de 1741. Cuando contaba con 20 años, se casó en Abionzo con Dña. Clara Concepción Fernández-Campero y Hesles. 

     Como tantos jóvenes en aquella época partió para las Indias con el sueño de hacer fortuna, y lleno de ilusiones emprendió una nueva vida que se antojaba plena de éxitos. En 1768 partió desde el puerto de Cádiz a La Habana como criado de D. Manuel Gutiérrez de la Huerta, natural de Abionzo, que fue Alcalde Mayor de Maravatio, Tacona y la Villa de Zamora en la provincia de Nueva España. Podemos saber a través de la licencia de embarque que Francisco Pérez de Soñanes, residente en Bárcena de Carriedo, tenía cuando se embarcó 26 años, era blanco sonrosado, picado de viruelas y ojos pardos. Partieron en una especie de goleta de tres palos, muy rápida, llamada “Nuestra Sra. del Carmen”. Antes de partir, su esposa da la autorización ante el escribano del juzgado de Villacarriedo para que pueda embarcarse a los reinos de Indias con D. Manuel Gutiérrez de la Huerta. 

      Lejos de cumplirse sus sueños, la cruel realidad le hizo retornar fracasado en sus negocios a su tierra natal. Por casualidad en la Habana escuchó una conversación entre varias personas que hablaban de un posible filón de plata en Nueva España, y que habían causado su ruina. D. Francisco Antonio volvió tras sus pasos y luchó para encontrar el filón, y lo encontró. Convirtiéndose en uno de los hombres más ricos del mundo. 

     Comenzaron a llegarle los reconocimientos por su apoyo económico a la Corona. Se le premió por su patriotismo con el título de I Conde de la Contramina y I Vizconde del Giniro, firmado en San Ildefonso por el rey Carlos IV. En 1787 se le concede el Título de Caballero de la Orden de Santiago. 

     Fue coronel de las Milicias Nacionales de Toluca en México. Gentilhombre de Cámara de SM Carlos IV. Dueño de las Minas de Plata de Tepantitlán en México.  

     Se hizo inmensamente rico, pero también muy generoso. Sufragó íntegramente la carretera que va desde México hasta Veracruz por Puebla, Córdoba y Orizaba. También dio dinero cuando era conronel para el sostenimiento de las milicias.

     Se sabe que tuvo dos hijos junto a su esposa Dña. Clara Concepción Fernández Campero y Hesles. Éstos fueron Jacinta Máxima y D. José Antonio Pérez de Soñanes y Fernández-Campero. Se casó en segundas nupcias el 20 de diciembre de 1789 en Ciudad de México con Dña. Josefa Alegría y Yoldi. 

     Cuando nos encontramos con estos datos, en los que observamos que nuestros vecinos, a pesar, de las muchas vicisitudes que tuvieron que pasar para poder triunfar, nos enorgullecemos enormemente de ellos, pues dejar su casa, familia y tierra, para ir en busca de una fortuna y fama incierta, tiene mucho mérito. Estoy segura que de los muchos títulos que nuestro protagonista de hoy tuvo en su poder, el que más ilusión y con más orgullo llevó fue el de Vizconde de Giniro, pues el portar el nombre de lo tuyo, cuando uno está lejos de su terruño, es una sensación que no se puede expresar con palabras. Y él portaba nada menos que el nombre de su montaña, de su Pico de Giniro de su Carriedo del alma. 

 


domingo, 6 de marzo de 2022

 




 EL LINAJE DE LOS RUILOBA

     Recientemente he hablado de personajes históricos del valle de Carriedo y esto me ha hecho pensar en los Ruiloba, mi familia. Establecidos en los valles de Carriedo y Cayón, sobre 1790, a saber. Procedentes de Alfoz de Lloredo, concretamente de Novales, cuya casa solariega se encontraba en un barrio de Ruiloba llamado Liandres. He recurrido a la Certificación de genealogía, nobleza y armas del apellido Ruiloba. Tras este apellido se encuentran grandes hombres y sus historias. Existe certificado que acreditan los nobiliarios, documentos y minutarios en el “Archivo Heráldico” fundado por D. Juan Félix de Rújula y Himeno, Cronista del Rey de Armas del Monarca D. Carlos III. Constan registrados los blasones de este apellido, así como su origen, genealogía y nobleza en los términos siguientes: Según los Nobiliarios que tratan del origen de esta familia son descendientes del Conde Fernán González, y por haber poblado en el valle de Ruiloba en las Asturias de Santillana, Ruy González de Ruiloba y sus descendientes se quedaron con el apellido de Ruiloba. El mencionado Ruy estuvo en la batalla de Santisteban de Gormaz en las riberas de Duero, y después con D. Sancho, Conde de Castilla, hijo de Garci Fernández, en la conquista de Sepúlveda, donde murió maltratado por un gran canto que le tiraron desde los muros, cuando subía por una escalera. Pedro de Ruiloba, se halló en la batalla de las Navas de Tolosa, y otro Pedro de Ruiloba con el Rey San Fernando en la conquista de Sevilla. Jerónimo de Ruiloba fue secretario de D. Felipe de Silva, Gentilhombre de S.M. de su Consejo Supremo de Guerra, Virrey, Capitán General de Cataluña y Capitán General de Aragón en 1644. Así consta en el Nobiliario original de D. Miguel de Salazar entre otros varios.

     D. Pedro de Salazar y Girón, Rey de Armas de D. Felipe IV en su Nobiliario, tomo1º fº397 dice que la casa de Ruiloba, según el Libro Becerro y apeos hechos por orden de D. Alfonso XI y D. Enrique III gozó de privilegio de asilo y fue señora de Coto Redondo, llamado el Piñón, teniendo sepultura y enterramiento propio en el Claustro de la Colegiata de Santillana, y sus Señores los Ruilobas, gozaron de las honras, privilegios y exenciones que les correspondían.

     En la colección diplomática de Privilegios, escrituras y Bulas en pergamino que se conservan en la Colegiata de Santillana, encontramos citados en el año 1405 a Gonzalo, hijo de Diego Álvarez de Ruiloba, en 1422 a Pedro, hijo de García de Ruiloba, en tres escrituras de 1483 y una de 1484 a Juan Gutierrez de Ruiloba, Escribano y Notario público por la autoridad real, en otras dos de 1495 a García de Ruiloba y en 1496 y 1497 a Fernando Gómez de Ruiloba, Clérigo Canónigo de Santillana y Escribano y Notario público por la autoridad apostólica, figurando el mismo, ya difunto, en otra escritura del año 1521.

     Los Apuntamientos genealógicos de Vidal, fº 397 añaden que los de este linaje de Ruiloba eran Señores de Liandres, Ruilobuca, Alifur, Cóbreces, Toñanes, y Roseñada y poseedores de la Casa fuerte de armería, como descendientes del Dr. García Gonzalo Castillo, y este Ruy, hijo de Ruy Gutiérrez de Ruiloba.

     D. Manuel Agustín de Ruilova, General del Callao y su Presidio y Cabo principal de las armas del Perú, cuyos cargos ejerció con el Virrey Marqués de Castelfuerte en 1732, pasó al año siguiente de Gobernador al Paraguay, donde falleció.

     D. Domingo de Ruiloba, Capitán de la gente de Mar y Guerra de los Presidios y fortificaciones de Guipúzcoa, vecino de S. Sebastián y originario de Ruiloba, obtuvo Certificación de blasones por D. Juan Francisco de Hita, Rey de Armas de D. Felipe IV con fecha 26 de septiembre de 1651.

     Ya en épocas mucho más cercanas en el tiempo tenemos a mis primos D. Marcos Ruiloba Palazuelos, especialista en Derecho Marítimo y Jurisdicción Militar de Marina, Jefe de la Comandancia, Juez instructor de la Marina del Cantábrico y escritor. Tiene una calle en su honor que lleva su nombre en Santander, en el Polígono de Raos.

     Y por último nombraré a mi primo carredano, D. Jesús Ruiloba Abascal, Vicealmirante en Cartagena, Jefe de flotilla en el Norte de África con Base en Cádiz. Con la jefatura en Cartagena, en el Arsenal, dirigía el control de la Zona del Mediterráneo y fue propuesto para Almirante.  

     Y así, sigue una larga lista de gentilhombres, e hijosdalgo, incluidas varias mujeres empadronadas como hijosdalgo, de apellido Ruiloba, y destacados por su gran valor a través de los tiempos. Así lo describen y confirman numerosos Nobiliarios y lo certifica con su firma y sellos del Estado, D. Juan Félix de Rújula y Vaca, Marqués de Ciadoncha.

    

 

    

 


domingo, 20 de febrero de 2022

 






CORREOS DE A CABALLO DE SU MAJESTAD EL REY EN CARRIEDO 

     En los fondos de Archivos Históricos Provinciales y Nacionales podemos encontrar numerosos documentos que nos hablan de los Correos de a Caballo de S.M. el Rey en el Valle de Carriedo. 

     El antiguo mensajero o correo a caballo era quien tenía el oficio de llevar la correspondencia epistolar a pie o a caballo. Solían utilizar las postas situadas en los caminos para hacer el intercambio de corceles cuando éstos ya estaban cansados, por otros frescos y así llegar con premura.  

     En el Valle de Carriedo encontramos que para ejercer el oficio de Correos de a Caballo de Su Majestad el Rey, era necesario tener la prueba de nobleza que se encontraba inscrita en los padrones de Hidalguía. En los Protocolos del Valle está mencionado ya este oficio a finales del siglo XVI. Estos Correos tenían privilegios como si fuesen Embajadores, pero al mismo tiempo eran de alto riesgo, pues, aunque las ordenanzas decían que eran inviolables y que nadie podía detenerles por causa civil, excepto por asesinato, otros soberanos no podían detenerles ni asaltarles pues era considerado “crimen de lesa Majestad “. Incluso llevaban bordadas en el pecho las armas reales, troqueladas sobre un escudo protector para poder transitar sin problemas, lo cierto es que muchos eran asesinados, tanto es así que temiendo muy seriamente por sus vidas en el desarrollo de su trabajo, llegaron a fundar una Cofradía en Madrid, en el Convento del Carmen y allí se encomendaban cada vez que tomaban ruta en estos viajes tan inciertos y no exentos de peligros. Igualmente formaron en el Valle de Carriedo otra Cofradía de Correos del Rey bajo la advocación de Santa Ana, cuyos miembros excedían de treinta. Entre los hidalgos que componían este oficio podemos encontrar apellidos muy destacados del Valle, como: Arce, Bárcena, Campero, Mazorra, Miera, Pérez de Soñanes y otros muchos. 

     Entre los privilegios que estos Correos Reales tenían, se les debían de abrir las puertas de las villas o ciudades si estuviesen cerradas, y en el supuesto de cerco en las plazas fuertes, se tirarían sobre los fosos, canastillas atadas con cuerdas para que depositasen en ellas los pliegos reales e incluso se abrirían los portillos o poternas secretas. Si los caballos muriesen en el camino o los robasen, hasta poder acudir a la justicia podían tomar el de cualquier caminante que se encontrasen a su paso hasta llegar a las Postas, donde siempre había dos caballos de repuesto. Tenían la facultad de retener el correo hasta que no se les pagase y estaban exentos de pagar contribuciones e impuestos. 

       Podemos encontrar citas como: “Los correos del Valle de Carriedo llevan agora las armas reales al pecho, y en el lugar de la cornetilla de bronce que usan en casi toda Alemania, se sirven del látigo con cuyo chasquido avisan para que se les de paso y se les prevengan los caballos que han de mudar”. Y esto me recuerda al señor D. Gonzalo Fernández de Velasco quien fue dueño del magnífico Palacio de Soñanes en Villacarriedo, y decía, cuando hablaba de los Correos Reales, “Látigos en Pellejeros, novedades en la Corte” refiriéndose a la llegada del Correo al barrio de Pellejeros, donde se fabricaban los vergajos para arrear los caballos. 

     En muchas ocasiones la vida o integridad física de los Correos dependía de las noticias de las que eran portadores. Si estas no gustaban al receptor, podían apalearle e incluso acabar con su vida. En contrapartida, cuando eran buenas noticias se les premiaba, este regalo era conocido como “albricias”. También se enfrentaban a las revueltas, guerras, bandoleros, pues no solo portaban el correo. En muchas ocasiones también llevaban dinero, incluso, grandes cantidades. Cuando esto sucedía se les daba una serie de recomendaciones: viajar siempre de día, por el Camino Real, sin tomar atajos, procurando llegar siempre a las postas y posadas con la luz del día, hacer noche en las posadas más seguras y pedir a la Justicia los guardias que necesiten para que le acompañen, igualmente pedirán custodia para atravesar los lugares más vulnerables hasta sacarles del peligro.

     Los Correos Reales del Valle de Carriedo tenían gran fama por su honradez y lealtad siendo los preferidos a la hora de contratarlos. Prácticamente eran ellos solos quienes se encargaban de repartir la correspondencia Real. 

      

 


domingo, 6 de febrero de 2022

 




 UN HÉROE DESCENDIENTE DE ABIONZO

      Hoy quiero hablar de la familia Güemes que partieron a las Américas, concretamente de D. Gabriel Anselmo de Güemes Montero Bárcena y Campero nacido en Abionzo de Carriedo el 21 de mayo de 1748, hijo de D. Manuel de Güemes Montero y de Dña. Francisca de Bárcena Gómez Campero y Zorrevilla, ambos nacidos en Abionzo, quien a los 29 años se traslada al citado continente tras servir al rey Carlos III desde los 22 años, gozando de experiencia en la Tesorería de Madrid, es designado por el monarca a petición del conde de Floridablanca para ocupar el cargo de Tesorero Oficial Real de las cajas Principales de Jujuy, que pertenecían a la Ceca de la Villa Imperial de Potosí (Bolivia).   Emprende el viaje junto a un criado, José Gómez, habiéndole prestado el dinero necesario para poder desplazarse su colega y paisano José Gutiérrez de Arce (Administrador de las Rentas provinciales de Burgos) y desde el puerto de Cádiz se trasladan a Buenos Aires. El 31 de mayo de 1778 se casó en Jujuy a los 29 años con Dña. Magdalena Goyechea y La Corte, de ascendencia española y portuguesa, tuvieron nueve hijos y el segundo fue Martín Miguel quien llegaría a ser el General Güemes. Hay certificados de Hidalguía de esta Ilustre familia en la Real Chancillería de Valladolid.

     El General Martín Miguel Güemes Montero de Goyechea y La Corte, nació en Salta el 8 de febrero de 1785, héroe de la Independencia Argentina, muerto en combate a la edad de 36 años el 17 de junio de 1821. Fue el único General muerto en contienda en la historia del país. Durante seis años desempeñó el cargo de  gobernador de Salta. Comenzó a los 14 su andadura militar y se enroló en el Regimiento Fijo de Infantería. Güemes participó en la Reconquista de Buenos Aires y desempeñó un papel fundamental en la “Guerra de la Independencia” apoyando el plan del General San Martín “El Libertador”, con su caballería Gaucha, encabezando la “Guerra Gaucha” guerra de guerrillas que contaba con el apoyo del pueblo. Cruzó los Andes en el Norte de Argentina. Su hermana conocida como Macacha Güemes fue una heroína que animó a los salteños seguidores de la Independencia, y tuvo gran importancia en la vida militar y política de su hermano, pues gozó de una destacada trayectoria pública. Es reconocida como una de las mujeres más importantes de la Independencia Argentina y de la provincia de Salta. Hay diversas calles y plazas que la rinden homenaje llevando su nombre.

     El General Martín Miguel Güemes se casó con Dña. Carmen Puch y Velarde el 10 de julio de 1815 y tuvieron tres hijos. La familia de su esposa descendía del célebre conquistador y fundador de Jujuy, Capitán D. Francisco de Argañaraz y Murguía perteneciente a la Casa-Torre de Argañaraz en Amézqueta (Guipúzcoa)  

     Al conocer su esposa Carmen Puch, el fallecimiento de su amado, se encerró en su habitación en la finca familiar y falleció el 3 de abril de 1822 a los 25 años. Se dice que se dejó morir de hambre, posiblemente víctima de una depresión causada por la ausencia de su gran amor. Sus restos descansan junto a los de su esposo en el Panteón de las Glorias del Norte de la República, en la Catedral Basílica de Salta.

     El día 17 de junio es fiesta desde 2014 en Salta y desde 2016 en toda Argentina en conmemoración del “Paso a la inmortalidad del General D. Martín Miguel de Güemes”. Igualmente, el 17 de junio se le honra por defender y recuperar Tarija, de las fuerzas españolas y ayudar al montonero Gaucho Chapaco, Eustaquio Méndez. El 22 de agosto de 2006 se declara a Güemes “Héroe Nacional de Argentina” 

     Güemes tiene varios monumentos y calles repartidos por varios lugares del mundo, pero sin duda el más importante está en la ciudad de Salta. Al final del Paseo Güemes, a los pies del Cerro San Bernardo, donde el General cayó por primera vez de su caballo mientras cabalgaba herido de bala a la Cañada de la Horqueta, donde murió unos días después, a la intemperie, en un camastro improvisado tras negarse a ordenar el alto el fuego contra los realistas, que le ofrecieron a cambio, llevarlo a Buenos Aires donde recibiría el mejor tratamiento, pero él reunió a sus oficiales en presencia de los contrarios y les hizo jurar que nunca aceptarían ningún trato para beneficiarles  en su tierra. Apenas una semana después de su muerte sus hombres obligaron al enemigo a evacuar Salta, y aunque Güemes no lo vio, finalmente venció.