domingo, 19 de marzo de 2017




















  "QUINCUAGENARIO"




Estoy en esa edad 
en que todos
se empeñan
en recordarme
los años que tengo.

¿Acaso creen
que un quincuagenario
lo olvida?

No señores,
somos conscientes
de nuestra edad.

Aunque les parezca
increíble,
tenemos espejos
que nos devuelven
nuestra imagen.

Nuestra vida 
está repleta
de grandes anécdotas 
y vivencias.

Que nuestra mente
algunas veces
no vaya acorde
con la edad
de nuestro cuerpo,
es mera utopía.

Somos muy conscientes
de nuestra edad.

De los beneficios
que esta nos ofrece.

Atrás queda 
la vida difícil
del treintañero.

Nosotros,
los quincuagenarios
ya pasamos esa etapa.

Ahora gozamos de 
las benevolencias 
de una vida vivida.

Simplemente estamos
en otra etapa.



Gilda Ruiloba.







martes, 21 de febrero de 2017





















"BARQUILLA MÍA" 


Resistente como las rocas
que soportan las embestidas
de las olas

Así esta barquilla mía
choca contra las olas
en desafiante provocación.

Fueron los mares
con sus tempestades
quienes provocaron este ciclón.

¡Ay! los mares atrevidos
despiadados
que hundir queréis 
esta pobre barquilla mía.

¿Qué os hizo? ¿Decidme?
Para tan cruelmente
embestirla.

Fueron los mares
quienes provocaron
esta situación.

¡Ay! los mares
que hundir queréis
a mi embarcación.

Pero esta barquilla mía
navegará erguida.
Surcará los mares
en atrevida sintonía.


Gilda Ruiloba.



                                                                                     

martes, 20 de diciembre de 2016





Presentación de mi libro "La casona de Hernán" el pasado sábado 17 de diciembre. Si a alguien le interesa un ejemplar de "La casona de Hernán" póngase en contacto a través del privado. gildaruiloba@hotmail.com También se puede conseguir en DICAR Sarón o en el estanco de Loly Mazorra en Sarón.



jueves, 13 de octubre de 2016
























"EN EL PARAÍSO DE LAS HADAS"




En el paraíso 
donde habitan las hadas
hay árboles de inmensos brazos
que por la noche se vuelven hombres
con cara de madera.
Dialogan con los elfos
que habitan en las cuevas
y las hermosas mujeres
que susurran al compás
de las fuentes y cascadas.
En las noches de luna llena
se bañan en las cristalinas 
aguas de los ríos.
Se duchan en las caídas
de las preciosas cascadas
que forman hermosos
cortinajes transparentes.
Tras estas cortinas 
de puras aguas
las anjanas se peinan
con sus peines 
de raíces de plata.


Gilda Ruiloba.

miércoles, 12 de octubre de 2016






















"LA SEÑORA DEL CASTILLO"



Desde mi ventana 
contemplo el exterior.
Diviso los hermosos
remates de piedra,
dibujando figuras caprichosas
en la vieja Catedral .
Al fondo, las murallas
que rodean y protegen la villa.

Sentada en los bancos 
laterales de sillería, 
junto a la ventana,
contemplo ensimismada
el atardecer sobre la ciudad.
Las nubes van tomando
un color rojizo
mezclado con el azulado
del cielo.

Las viejas piedras de sillería
en sus colores rojizos,
de piedra caleña sangrante,
son testigos mudos
del paso de los años.

Me invade la melancolía
al recordar tu partida
montado en tu corcel 
de guerra negro.
Al pasar junto a mi ventana,
te detuviste.
Y me regalaste una sonrisa.

Te vi partir, con lágrimas 
en los ojos.
Tuve una sensación extraña.
Te seguí con la mirada.
Tú cabalgabas erguido
en tu corcel negro.
Ibas desafiante, seguro.
Deseoso de llegar 
al campo de batalla.
Yo te observaba.
Presagiando malos augurios.

Pasaban los días
y tú no volvías.
Mi corazón estaba casi agónico.
Rodeado de un silencio sepulcral.
La melancolía me invadía.

Desde mi ventana
observaba el ir y venir
de los transeúntes.
Los vendedores gritaban
ofreciendo sus mercancías.
Los mendigos sentados
con sus harapientas ropas
pedían caridad en las calles.
Y tú...No volvías.

Pasaron muchos días...
Y desde mi ventana
vi llegar diezmado
tu ejército.
Pero tú... No venías.


Gilda Ruiloba.






viernes, 23 de septiembre de 2016

























"LA LLUVIA Y EL FUEGO


La lluvia nos sorprendió.
Y la misteriosa gruta
nos cobijó.

Los murciélagos asustados
revoloteaban en el aire,
sobre nuestras cabezas.

Yo estaba empapada
y asustada.

La lluvia caía
formando un sonido
que invitaba a la calma.

Recogimos unas ramas
y un gran fuego encendimos.

Mis mandíbulas castañeteaban
por el efecto del frío y el agua.

Junto al fuego nos refugiamos
buscando lugar tan preciado.

Sus llamas
fueron secando mis ropas mojadas.
Y dando calor a mi cuerpo.

El fuego transformó 
lugar tan hostil
en acogedor y amigable.

Sentados frente al fuego.
Nos abrazamos.
Y soñamos...


 Gilda Ruiloba.