OPINIÓN DIARIO ALERTA
Desde el confinamiento en mi hogar, he
podido ver a través de los medios de comunicación el primer día de la salida de
los niños a la calle con sus padres. Francamente, se me ha helado la sangre.
¿Cómo es posible tanta irresponsabilidad? Comprendo que todo el mundo está
ansioso por salir, pero por favor, no doy crédito a lo que mis ojos han visto.
Calles repletas de niños y adultos sin guardar las distancias, padres sentados
junto a otros progenitores en alegre conversación, sin ningún tipo de medidas de
protección ni seguridad. Yo me pregunto: ¿Para qué han servido tantos días de
confinamiento? ¿Es qué vamos a echar por tierra el sacrificio de tantas y
tantas personas por un puñado de irresponsables? En esta ocasión las fuerzas de
seguridad, sin duda, se han relajado mucho. Porque ¿Cómo es posible que no haya
habido una vigilancia exhaustiva en este primer día de salida a la calle?
¿Cuánto tiempo más tendremos que estar en nuestras casas si la gente sigue
comportándose incívicamente? ¿Es qué no se dan cuenta que de seguir así
seguirán los contagios? No puedo comprender que sean tan irresponsables, cuando
tienen en sus manos la custodia de algo tan sagrado como son los niños.
Lo que más me llama la atención es que
durante toda la cuarentena, a las ocho de la tarde, todos los españoles hemos
salido a nuestras ventanas o balcones para aplaudir en señal de gratitud y homenaje a nuestros
sanitarios y tantas personas que han estado cuidándonos y arriesgando sus vidas
para protegernos, y resulta, que en un momento, lo hemos olvidado todo y
estamos volviendo a nuestra vida de siempre, sin darnos cuenta que las cosas
han cambiado, pues el virus sigue ahí, al acecho de quien se despiste. ¿Es que
se nos hacen poco las personas que han fallecido? ¿Se nos ha olvidado que el
cariño y agradecimiento a nuestros ángeles guardianes de la salud no ha
terminado con la salida a la calle? ¿Es que queremos volver a poner sus vidas
en juego por nuestra irresponsabilidad?
Afortunadamente, no todos los padres han
tenido esta aptitud, también los hay que han salido con sus hijos en horas no puntas,
en las que todo el mundo estaba en la calle, y han tenido a sus hijos alejados
y guardando las distancias. Para ellos va mi felicitación y agradecimiento por
procurar que el contagio no siga.
Gilda Ruiloba